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Un hijo de padres conejeros, beatificado en Uruguay

Jacinto Vera, nacido en alta mar de padres tinajeros, fue primer obispo de Montevideo

  • Lancelot Digital
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    Hoy se ha llevado a cabo la esperada ceremonia de beatificación de Jacinto Vera Durán, quien fuera el primer obispo de Montevideo y una figura emblemática en la historia de la Iglesia católica uruguaya. Este evento tan esperado se realiza justo 142 años después de su fallecimiento y congregó la asistencia de miles de fieles en la capital uruguaya para celebrar este hito religioso.

     

    Jacinto Vera Durán nació el 3 de julio de 1813 en un barco que transportaba a sus padres, Gerardo de Vera y Josefa Durán, junto a sus tres hermanos. El barco tenía como destino Uruguay, pero tuvieron que desembarcar en Florianópolis, en la región brasileña de Santa Catalina, debido a diversas circunstancias. Según relatos del sacerdote Julio Sánchez Peñate en su estudio biográfico sobre Jacinto Vera Durán, el recién nacido fue bautizado un mes después en la parroquia de Nuestra Señora del Destierro, un hecho que parecía predecir la futura vida religiosa del niño.

     

    Después de una breve estancia de su familia en Brasil, Jacinto Vera pasó sus primeros años en las localidades uruguayas de Maldonado y Toledo, donde hizo su primera comunión en la capilla del Carmen. A los 19 años, decidió dedicarse al estudio de la religión y el 28 de mayo de 1841 fue ordenado sacerdote. Su primer destino pastoral fue la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en el departamento de Canelones, donde ejerció durante 19 años, primero como coadjutor y luego como párroco.

     

    Jacinto Vera Durán se ganó una gran reputación por su caridad y trato amable hacia todos, lo cual le valió reconocimiento en esas tierras. En 1859, el papa Pío IX lo designó Vicario Apostólico de Uruguay, un nombramiento que no fue bien recibido por el Gobierno, lo que desencadenó una persecución contra Vera Durán. A pesar de esto, el nuevo Vicario Apostólico llevó a cabo una labor pastoral en todo el país, bautizando y confirmando a miles de personas, además de celebrar más de 700 matrimonios.

     

    Sin embargo, en 1861, su negativa a otorgar sepultura eclesiástica al masón Enrique Jacobsen lo enfrentó al Gobierno, que tomó la decisión de secularizar los cementerios y emprender una campaña de persecución tanto contra Jacinto Vera como contra la Iglesia católica. Como resultado, fue expulsado del país en 1862. No obstante, regresó un año después y el 16 de julio de 1865 fue nombrado el primer obispo de Montevideo, consolidando su posición como líder religioso en Uruguay.

     

    La beatificación de Jacinto Vera Durán es un acontecimiento significativo para la Iglesia católica en Uruguay, ya que marca el reconocimiento de su trayectoria y contribución a la fe. Además, el evento adquiere mayor relevancia al haber sido aprobado un milagro atribuido a su intercesión por el

     

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