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Azu Vilas, una sombrerera en la isla del viento

 

Tocados, sombreros, pamelas, zapatos, bolsos, pajaritas, broches, cinturones… nada se resiste a las manos y a la imaginación de esta joven y creativa artista

 

  • Lancelot Digital
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    Azu Vilas es sombrerera. No sólo eso, Azu es muchas cosas. Una profesional del turismo, una gallega que se enamoró de Lanzarote, una apasionada de la moda, el diseño y la creatividad y, sobre todo, una mujer con magia en las manos que es capaz de, con sólo mirarte, saber cuál será el tocado, pamela o sombrero con el que nadie te olvidará en un evento de cualquier clase.

     

    Lo de hacer sombreros no le viene de estirpe familiar porque, a pesar de que su madre es modista, ella empezó a apasionarse por la sombrerería cuando ya vivía en la isla de Lanzarote, muy lejos de su Pontevedra natal. “La idea surgió en el año 2009, ya que con motivo de la boda de mi hermano me planteé hacer yo misma los tocados para la celebración de mis dos hermanas, mi madre, mi sobrina y el mío”, explica. “Con esta idea clara me fui a formar a Madrid de la mano de Ana de la Guerra, discípula de Charo Iglesias, presidenta de la asociación de sombrereros de Madrid”.

     

    Era su primera vez. “Siempre me gustaron las manualidad y he sido toda la vida muy mañosa, pero nunca había hecho un sombrero, ni un tocado, ni nada parecido”, señala.

     

    Ese primer curso ya sembró en ella la semilla de la curiosidad y le dejo el sabroso regusto de algo placentero. “Hice otros muchos cursos, y cuantos más hacía, más cosas quería aprender y practicar… parece una bobada, pero hacer sombreros, engancha”., afirma entre risas. “Es como una adición, aprendes a hacer flores de tela, y luego las quieres hacer de plumas y luego… es interminable, siempre hay cosas nuevas que aprender”.

     

    Desde que empezó a trabajar en el mundo de la sombrerería, Azu creó su propia marca Azu Vilas, aunque no ha sido hasta hace unos tres años cuando ha surgido la moda de llevar tocados y sombreros a todas las fiestas y eventos. “Yo cree la marca en el momento en que aprendí a hacer sombreros y tocados, pero lo cierto es que a la gente le daba bastante vergüenza llevarlos, aunque les gustarán… yo creo que les daba apuro lo que pudieran decir los demás”, señala. “Sin embargo, de un tiempo a esta parte, unos tres años, parece que la vergüenza se perdió y la gente no deja de llevar algo que le apetece por el qué dirán, sobre todo porque al llevarlo un mayor número de gente, ya no resulta extraño”.

     

    Uno de los motivos que ha potenciado esta moda ha sido la realización de series como “El tiempo entre costuras” o “Belvet”, unas ficciones televisivas que han convertido los sombreros en algo apetecible y muy atractivo.

     

     

    Manera de trabajar

     

    La mayoría de las clientas de Azu le llevan un recorte de alguna revista con un sombrero o tocado concreto, pero ella no trabaja así. “A algunas clientes les cuenta entender mi manera de trabajar, pero yo todo lo hago de manera personalizada y es que no a todo el mundo le quedan bien las mismas cosas”, explica. “Una mujer delgada con un rostro pequeño no estará favorecida con un gran sombrero, y sin embargo lucirá muy bien un pequeño tocado, y al revés, una mujer grande con una cabeza grande estaría ridícula con un tocado diminuto… además no a todo el mundo le quedan bien los mismos colores, ni le favorece lo mismo… yo trabajo con la clienta y todos los modelos que realizo, son únicos”, explica. “La personalidad, los rasgos físicos de cada persona son cruciales a la hora de pensar en un diseño atractivo para ella, con el que destaque pero, sobre todo, con el que se sienta cómoda y le apetezca volver a llevar un tocado o sombrero a la próxima fiesta”, cuenta, señalando que si alguien tiene idea de bailar y saltar en una boda, estará muy incómodo con un gran sombrero pero no notará prácticamente un tocado mono y discreto. “Sigo la moda, claro está, los colores y las tendencias, pero para mí la prioridad es la clienta y si a ella una moda puntual no le queda bien, adapto a su rostro y a sus rastros la pieza”.

     

    Azu realiza cada una de las piezas que llevan sus creaciones, las flores las hace primero, luego las tiñe, forra los sombreros… y todo lo hace con materiales de primerísima calidad, telas, plumas, piedras, porcelana fría, ordanzas y nuevas tendencias “como los termoplásticos, unos materiales muy ligeros que te evitan tener que usar tanto ‘aprezzo’ y te evita usar a alambrado y ahorra muchos pasos obligados en sombrerería”, afirma.

     

    Pero no sólo trabaja el mundo del sombrero y el tocado, “también hago bolsos, forro zapatos de plumas, cinturones, broches, pajaritas de plumas para caballeros… un poco de todo”, señala.

     

    Se resiste a concretar el número de horas que le puede llevar  la elaboración de un tocado porque “depende mucho de la complicación del mismo, pueden ser veinte horas, pero también muchas más… depende de lo que quiera realizar”, explica, añadiendo que en los últimos zapatos que forró con plumas tardó más de 60 horas sólo en realizar los tacones.

     

    Cientos de hormas

     

    El montaje se realiza en todos los casos sobre una horma de madera. “Ahí se modela, lleva un apestado, un vapor para que el fieltro no se apelmace, se alambra para que el ala coja forma”, señala, apuntando que depende de la complicación del diseño se tarda más o menos. “Lo más complicado sean tal vez las flores que se pueden poner en número indefinido en un sombrero, por lo tanto cuántas más lleve… más elaborada será la creación”.

     

    Lo de las hormas es un tema aparte. “Hay que tener muchas y muy diversas para adaptarse a todas las cabezas y nunca crees que tienes suficientes… yo creo que tengo más de doscientas, algunas muy antiguas adquiridas por eBay… es un enganche”.

     

    Existe incluso una cierta tendencia sociológica a la hora de elegir tocado. “Si la boda va a ser en la isla, la gente opta por un tocado pequeño y discreto, pero si es fuera de la isla, les da lo mismo el tamaño”, señala. “La primera vez siempre les da un poco de apuro, pero las segundas veces, ya vienen sin miedo”.

     

    En cuanto a la inversión, depende un poco de lo que se quiera. “Muchas veces con un tocado de 35 euros, ya vas perfecta”, asegura. “En realidad, depende un poco de lo que le favorezca a cada uno”.

     

    Para Azu la sombrerería es una pasión pero no una fuente de riqueza. “Estos trabajos los hago en mi tiempo libre, por las noches, pero no podría dejar de trabajar”, señala.

     

    Las redes sociales (facebook, instagran y twiter), un blog y el ‘boca a boca’ son su principal escaparate, y también, claro está, su presencia en las diferentes ferias sectoriales dónde muestra sus creaciones. “Se han puesto en contacto conmigo de varias ciudades peninsulares para pedirme creaciones, pero es verdad que me muevo más entre islas por el tema de las aduanas tira mucho para atrás a la hora de hacer encargos”, explica.

     

    A la Feria de Artesanía de Mancha Blanca Azu lleva, sobre todo, sombreros de fieltro y tiene en los hombres a su principal cliente potencial. “Son muy presumidos, se miran, se remiran y no dejan de sugerir retoques hasta que quedan convencidos”, explica. “A las ferias de bodas, llevo sobre todo tocados que son lo que más llama la atención”.

     

    En cualquier caso, no hay más que mirar sus trabajos de cerca para sentir la necesidad de apostar por un tocado personalizado en la próxima celebración prevista. “Lo único que le pido a mis clientas es que no vengan de un día para otro, las creaciones llevan un tiempo de elaboración mínimo. Para ir perfecta, es mejor ser previsora”, bromea.

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