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Mosego, alta bisutería ‘made in’ Lanzarote

  

Mónica Sedantes ha puesto toda su creatividad en su proyecto profesional una marca de joyas diferentes para personas sin complejos

 

  • Lancelot Digital
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    Grandes, coloridas, bellas, perfectas y artesanas, así son las joyas que han convertido a la empresa Mosego en la criatura llena de posibilidades de Mónica Sedantes. Ella no se pone límites, tan sólo desea que sus creaciones sean cada vez mejores y de mayor calidad. Tampoco tiene fronteras: las piezas de Mosego hace mucho que han cruzado los umbrales de la isla, eso sí, siempre con la referencia de Lanzarote por delante. “Yo soy gallega”, recuerda, “pero Mosego, Mosego es de la isla”.

     

    Gallega enamorada de Lanzarote

     

    Mónica Sedantes Golpe nació en Galicia, en Coruña, y no reniega de su procedencia, al revés se siente orgullosa, pero lleva más de 16 años en Lanzarote, se ha enamorado de esta tierra y de su gente, y de aquí es su progenie, su hijo, como ella llama a su proyecto profesional, a su marca de alta bisutería, Mosego.

     

    Mónica asegura que fue una niña y una joven rebelde. Muy creativa y con muchas capacidades pero con pocas ganas de desarrollarlas y muchas de llevar la contraria al mundo. “En aquella época no quería estudiar porque tenía la sensación de que era lo que querían los demás que hiciera, y yo me oponía a que me marcaran el camino”, señala. Cuando aterrizó en Lanzarote en el año 2001 lo hizo casi por casualidad porque tan sólo buscaba un destino con playa y buen tiempo, pero quiso la suerte que la isla se convirtiera en su lugar en el mundo. “Empecé muchas cosas y no acabé ninguna, y finalmente cuando llegué a Lanzarote me tuve que ir buscando la vida”, explica. “Nunca tuve problema para encontrar trabajo y, en aquel momento, me bastaba. Aquí me enamoré, me casé y me sentía feliz”.

     

    Sin embargo, la enfermedad se cruzó en su vida en 2011 y la obligó a pararse en seco y pensar qué estaba haciendo con ella. “Mi padre enfermó, también mi madre, mi suegra y mi abuela, y tuve que pasar temporadas largas en Galicia”, explica. “Cuando mi padre estaba hospitalizado, antes de morir, me pidió que potenciara lo que llevaba dentro, que él sabía que era mucho, que me esforzara por sacarlo y me recordó que nunca es tarde para hacerlo”. 

     

     

    Fueron sus palabras las que la empujaron hacia delante de una manera inevitable. “Lo cierto es que a mí me había quedado dentro una espinita por hacer de mi vida algo más, aunque yo era feliz y no me faltaba de nada, pero lo que antes pensaba que eran imposiciones externas, ahora se había convertido en otra cosa: era yo la que necesitaba hacer algo más, algo que me llenara profesionalmente”, explica.

     

    Cuando pasó esta etapa nefasta de enfermedades, en 2014, Mónica regresa a Lanzarote y decide comenzar a hacer pequeñas cosas con la idea de empezar a dar rienda suelta a su creatividad. “Empecé a hacer pequeñas cosas, un poco lo que se llevaba, lo que hacía todo el mundo y no me convencía demasiado”, señala. “Lo cierto es que no tenía base artesana, pero me gusta mucho y repito las cosas hasta que van saliendo y a mí me convencen. Soy autodidacta. He hecho hasta los muebles de mi casa”.

     

    En mayo de 2015 se decide a hacer algo más serio. “Yo no quería hacer bisutería tradicional, quería hacer algo distinto a todo lo demás, algo propio, y así nace Mosego”, señala.

     

    La alta bisutería de Mosego es diferente a todo lo que se suele ver en tiendas y colecciones. “Mis piezas, collares, pecheras, pulseras, puños, brazaletes, pendientes, anillos… todo es muy grande, muy colorido y muy llamativo. Son joyas para gente sin complejos que no le importe destacar y, sobre todo, que las sepa lucir”, explica. “Yo no concibo la vida sin color, verdes, azules, amarillos intensos, y mis trabajos son un fiel reflejo de lo que hay dentro de mí”.

     

     

    Materiales de la mejor calidad

     

    Mónica trabaja con piel de cordero, piel que hace traer de Ubrique. “Siempre trabajo con pieles de la mejor calidad”, asegura. Sobre ellas borda o pega piedras preciosas o semipreciosas, metales chapados en oro o en plata y cristal. “Para mí es importante el producto final, que sea tan bonito el collar en sí como el reverso, es una muestra de un trabajo bien hecho, de la calidad de las pieles y del acabado en sí”, señala. Su manera de trabajar no es habitual. “A mí me vienen a la cabeza un montón de ideas y me pongo manos a la obra, hago un trabajo y lo voy puliendo hasta que me acaba de convencer o lo dejo de lado si es que no me convence. La única manera de que una pieza sea buena es trabajar en ella, darle volumen, cuidar cada detalle, trabajar horas y horas en ella hasta convertirla en lo que quiero”.

     

    Pronto sus primeras colecciones comienzan a moverse por las distintas ferias canarias con éxito. Mosego comienza a brillar en Moda Cálida, Tenerife Moda, comienzan a ser valoradas entre los diseñadores de mayor prestigio… Pero Mónica sigue necesitando más. Más horas. Más técnica. Más trabajo. Mejorar cada una de sus creaciones hasta que a ella le convenzan. No en vano reconoce que ella es su mayor crítica. La más severa. “Mi trabajo ha ido cambiando y seguirá haciéndolo porque cada vez tengo más claro qué es lo que quiero, y cuanto más aprendo y controlo mis piezas, más necesito aprender y ampliar mis conocimientos”, señala.

     

    Inicios duros

     

    Los primeros pasos fueron muy duros. “Yo hacía lo que quería hacer y a la gente le encantaba, pero no vendía mis piezas”, explica, añadiendo que lo pasó muy mal porque no entendía cuál era el fallo. “Debo decir que la Cámara de Comercio de Lanzarote entró en mi vida en un momento crucial y me ayudaron mucho a desarrollar mi proyecto de manera adecuada”, asegura. “Yo tenía la brújula rota y no sabía cómo hacer para sacar adelante mi trabajo. Yo hago pocas piezas, soy comerciante minorista pero la Cámara me hizo ver que el problema no era el producto, sino el público al que intentaba venderle mi producto. Si éste era de alta calidad, debía buscar un público potencial de alto poder adquisitivo y buscarlo fuera de la isla”.

     

    El precio de cada una de las piezas de alta bisutería de Mosego ronda entre los 200 y los 500 euros. “Claro, son joyas que no todo el mundo se puede permitir y ese era mi fallo, que movía mis productos en el lugar equivocado”, afirma. “La Cámara de Comercio me explicó que mi producto es el que es y es precisamente ese producto el que debo aprender a mover y no puedo vivir de cinco clientas de la isla que me compran una pieza una vez año, debo mover las piezas fuera de la isla”. “Creo que ahora ya, tras los estudios de mercado, tras la ayuda recibida por la Cámara de Comercio, ya estoy en el buen camino, en la senda de lo que quiero conseguir, que Mosego sea una marca reconocida de alta bisutería a nivel regional y, por qué no, nacional”.

     

    Por delante, Mónica se plantea muchas cosas, entre ellas, realizar cursos de formación en gemología y en numerosas técnicas, tantas como puedan ayudar a mejorar su resultado final. “La única manera de llegar al punto de excelencia que deseo es ir puliéndome y mejorando en todo”, señala.

     

    Y su capacidad de aprendizaje es inconmensurable. Ella misma ha aprendido a vestir, siempre de una manera muy equilibrada ya que sus joyas lucen por sí solas y hacen brillar cualquier conjunto, a maquillar y a peinar a sus modelos. “Hasta ahora yo me he ocupado de todo, pero ya me han dicho que debo aprender a delegar”, bromea.

     

    Mónica, como casi todos los artesanos conejeros, se enfrenta al problema de las aduanas, un límite frustrante para todo pequeño empresario que desee hacer su trabajo con los mejores materiales y se vea obligado a comprar fuera. “Yo no puedo matar un cordero, curtir la piel y teñirla para hacer un collar… me veo obligada a comprarla fuera y es injusto que me cueste tanto por vivir en Lanzarote”, explica.

     

    En cualquier caso, para ella todos son escalones que llevan al mismo destino: el de conseguir que Mosego sea la empresa de alta bisutería que ella desea.

     

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