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Covid y el sexo por app

 

Nauzet Martín Betancort 

 

Después de más un año desde el inicio de la pandemia que ha azotado al mundo, sus sistemas sanitarios, sus pueblos, sus economías, gobiernos y millones de vidas que se han perdido. Parece que van perdiendo importancia cuándo sigue sin existir alguna legislación en materia de rastreo a los usuarios de apps de citas cómo grindr, tinder o badoo… etc

 

Es demasiada amplia la carta de variedad de aplicaciones para citas con un alto porcentaje de simplemente encuentros sexuales. Yo, por ejemplo reconozco que soy usuario de estas apps pero por motivos de esta nefasta pandemia y mi propia responsabilidad individual pues no suelo hacer “quedadas”. Que además de irresponsables por parte del usuario también se vuelven imposibles de rastrear en caso de contagio.

 

Y ahora pregunto ¿Los gobiernos de los Estados miembros de la unión europea no deberían legislar sobre este tema para evitar una parte de lo nocivo de este virus?

 

¿De verdad la gente cree estar a salvo sólo porqué una persona parezca o le diga estar sana?

 

Opino que una gran parte de los jóvenes (yo lo soy) y no tan jóvenes. No están concienciados o tienen la creencia de que no les puede ocurrir o simplemente no controlan los impulsos que separan la lógica y razón de los genitales.

 

Si ya de por sí,  estas apps alimentan los estereotipos de lo que es los cánones de belleza. Ahora actúan alimentando la peligrosidad individual y pública.

 

Es cierto que la tecnología nos ha ayudado a soportar tantos meses de encierro. Pero ahora se está convirtiendo en un nido muy peligroso y fructífero para este virus que tantas vidas ha sesgado. Y todo empieza por la frase “Yo no tengo el virus”.

 

Sus potenciales consecuencias son, en primer lugar, la contribución al incremento del número diario de contagios de coronavirus. La otra cara de la moneda es la Sus potenciales consecuencias son tratarse de citas en las que, en muchos casos, no se intercambia ni el nombre.

 

En España, las aplicaciones de contacto están ciertamente extendidas. Un 13% de las personas con edades comprendidas entre los 16 y los 34 años tienen la app grindr, badoo o tinder instalada. Este dato se traduce en que durante el primer semestre de 2020, la plataforma llegó a los siete millones de usuarios. El funcionamiento es fácil: deslizar e ir pasando candidatos hasta encontrar a alguien que te guste, darle like y esperar a que te lo devuelva. Hacer match. A partir de aquí, lo que pase pertenece a la más estricta intimidad.

 

Lo mismo pasa con la aplicación Grindr, destinada al público gay, bisexual y esos que se hacen llamar “heteros curiosos” , y que cuenta en el mundo con 27 millones de usuarios. El funcionamiento es mucho más sencillo. Es muy habitual concretar encuentros sexuales en escasos minutos, lo que se tarda en concretar una hora y un lugar donde quedar.

 

El coronavirus entra en juego

 

El problema reside en que, en estos momentos en los que el coronavirus vuelve a amenazar la frágil libertad recuperada tras la reclusión de marzo, el hecho de quedar con gente desconocida para algo más que tomar un café, una charla.  Se convierte en un riesgo. En caso de que alguno de los dos esté contagiado, el Covid lo tiene muy fácil. Y seguir la cadena de contagios es muy complicado. Grindr se caracteriza por la discreción, y en muchos casos no se intercambian ni los nombres ni los teléfonos, todo queda en la app. Todo es anónimo.

 

Una rápida ojeada a la interface de la aplicación permite comprobar como de 36 personas conectadas en la zona, 28 buscan right now, término empleado en la app para referirse al “aquí te pillo, aquí te mato”. Por tanto, 56 personas que podrían llegar a estar infectadas en el caso, muy improbable, eso sí, de que 28 de ellas tuvieran el virus. Rastrearlo, una verdadera odisea.

 

Los usuarios no se ponen de acuerdo

 

El perfil de quienes usan la app es muy variado. Hay gente de todas las edades, desde algunos que seguramente no llegan a los 18, a aquellos que superan los 60. Usuario de 24 años, lo tiene claro y entiende que “a pesar del coronavirus la gente tiene que seguir viviendo”, y añade que “las necesidades sexuales deben satisfacerse, y la gente que no tiene pareja no tiene otro mecanismo que no sea este”.

 

Lo mismo considera otro miembro de 19, que a pesar de reconocer el peligro considera que “hay que arriesgarse”: “Si la gente no deja de socializar ¿por qué yo no puedo tener encuentros sexuales?”. Pero no todo el mundo opina lo mismo, (Los hay con sentido de la responsabilidad). Un usuario de 33 años asume que “no es el momento de comprometer la salud de nadie”. Y añade que “si se nos está pidiendo que ni tan siquiera quedemos con nuestros amigos, ¿cómo vas a quedar con alguien del que no sabes absolutamente nada? Es de locos”.

 

La opinión de los especialistas

 

Todo se reduce al impulso sexual, sobre todo al de los jóvenes, al deseo y a las ganas de tener sexo, que son más fuertes que el miedo a contagiarse. “Cuando uno es joven se cree invulnerable, y cree que no se va a contagiar”, aseguran los  psicólogo, y añaden que “la gente joven es más imprudente y tiende a arriesgarse. Ya pasó igual en los 90 con el VIH”. Los seres humanos tenemos deseo sexual, es innato a nuestra especie y es difícil de controlar: “La sexualidad es algo que no se puede cohibir”, afirman los sexólogos y coach. (Yo como coach estoy completamente de acuerdo con estos argumentos)

 

En muchas ocasiones pesa más “El morbo de lo prohibido” y está situación parece ser la norma que rige.

 

Lo dejo al objeto de opinión de cada lector.

 

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