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El inexorable languidecimiento del espíritu de César Manrique en la sociedad lanzaroteña

 

Por Dimas Martín

 

Con motivo de la celebración del centenario del nacimiento de nuestro genial César Manrique, he podido leer varios artículos periodísticos sobre su figura y la controversia creada alrededor de su supuesta ideología política, destacando entre ellos ,sin desmerecer a los demás, el del catedrático Don Fernando Castro Borrego que, de forma clara y contundente, pero sobre todo autorizada, viene a arrojar luz sobre dicha controversia.


Tuve la inmensa fortuna de haber colaborado - a pesar de nuestros encontronazos- con César en tres etapas bien diferenciadas de mi vida. La primera, en mi ya lejana juventud, cuando con apenas veinte años Don José Ramírez - presidente del Cabildo- me encomendó el diseño, ejecución y dirección de la Granja Agrícola Experimental – mi primera obra- y César iniciaba la construcción de su casa de las “burbujas”, muy cerca de la granja, hoy la Fundación. Muchas de las plantas de su primer jardín las planté con mis propias manos en tantos y tantos ratos que pase junto a él. La segunda, como alcalde de Teguise donde me prestó todo su apoyo y asesoramiento tanto en el adoquinado y recuperación de patrimonio histórico de la Villa como en el embellecimiento de los pueblos y, de forma especial, Costa Teguise. Y tercera, ya como Presidente del Cabildo, colaboramos en el diseño del Restaurante Cúpula del Monumento al Campesino, en los juguetes del viento instalados en algunas rotondas de nuestra isla o en ciudades como Las Palmas o Berlín, y en otros proyectos sin ejecutar, tales como el Mirador de Las Nieves –proyecto redactado por la arquitecta doña Blanca Morales- o del Espectáculo de Luz y Sonido para el Charco de Los Clicos en el Golfo- redactado por técnicos holandeses de la multinacional PHILIPS - o la recuperación de las Salinas de Janubio, que se estuvo a punto de expropiar y que, por intereses privados de algún miembro de CC que formaba parte de la corporación del Cabildo, no se consiguió el quorum suficiente para su aprobación. Ambos proyectos pasaron a engrosar los archivos del Cabildo. Aún tengo grabado en mi mente el gran proyecto que Cesar había ideado para desarrollar en Montaña Bermeja.

 

Cesar consiguió lo que no ha conseguido ningún político jamás: poner de acuerdo a los sucesivos presidentes del Cabildo, a los alcaldes de la isla, en aquella época Honorio García Bravo en Yaiza - ejemplo a seguir en el embellecimiento de su municipio y fuente de inspiración para los demás-, Juan Calero y Florencio Suarez en Tías, Antonio Cabrera Barrera, Ramiro Reyes Medina y nuevamente Antonio Cabrera Barrera en San Bartolomé , Juan Santana de León y Juan Ramírez Montero en Haría, Macario Caraballo Martin , José Francisco Pérez Duque y el que suscribe en Teguise, además de artistas, arquitectos, empresarios, sindicatos, trabajadores -especialmente a los del Cabildo, sus grandes aliados- agricultores y, en definitiva, a la sociedad lanzaroteña, que en una autentica simbiosis fuimos capaces de imbuirnos de su espíritu creativo en defensa de un modelo de desarrollo y conservación de nuestra isla que ahora empieza a languidecer de forma inexorable.


Como presidente del Cabildo, junto al Ministro de Cultura Solé Tura, tuve el honor de inaugurar la fundación, pero también la tristeza y desasosiego de acompañar a César hasta su última morada.


De la histórica etapa de César Manrique merece especial mención su entrañable amistad y estrecha colaboración con don José Ramírez (Pepín como él lo llamaba) presidente del Cabildo, quien puso al servicio de sus grandes proyectos - Jameos del Agua, Mirador del Rio , Montañas del Fuego , Monumento al Campesino , Jardín de Cactus (Centros Turísticos)- los medios económicos, materiales y humanos de nuestro Cabildo sin los cuales hubiese sido impensable su ejecución.


Don José Juan Ramírez - por el que siento un gran respeto y cariño- como heredero a través de la Fundación del legado de César tiene la obligación moral de hacer autocrítica y analizar cuáles han sido los motivos por los que se ha producido el divorcio entre ésta y gran parte de la sociedad lanzaroteña. El cuadro dirigente de la Fundación, compuesto mayoritariamente por personas con formación en letras, profundamente ideologizadas y que en muchos casos ni convivieron con César, no han sabido conectar con la idiosincrasia de nuestra sociedad ni divulgar adecuadamente su mensaje a las nuevas generaciones, y especialmente entre los escolares que en definitiva son los llamados a preservar su obra y pensamiento


El enfrentamiento, bien directamente o a través de abogados interpuestos, con las instituciones de de la isla, empresarios o políticos promoviendo campañas mediáticas o judiciales en su contra, no creo que sea la mejor forma de mantener viva la unidad acerca de su obra y espíritu.

 
César era un vitalista nato, impulsivo, vehemente, apasionado, un virtuoso en su arte y, como todos los genios, con sus especiales singularidades. César no era político ni profesaba ninguna ideología. Su credo y filosofía era hacer de Lanzarote una isla modélica compatibilizando desarrollo, recuperación de espacios deteriorados y conservación, y para ello supo implicar a toda la clase política sin distinción de ideología así como a la empresarial, artística, técnica, etc.


Estimo que la forma más acertada de celebrar el centenario del nacimiento de César no es la celebración de una fiesta elitista para lucimiento de unos pocos y rechazo de la mayoría. Me imagino el enfado o burla de César desde el Cosmos del que sin duda ya forma parte.
Tampoco es aceptable que el presidente del Cabildo don Pedro San Ginés tratara de instrumentalizar la figura de César en un gran acto de reconocimiento a su figura en plena campaña electoral ¡¡ CÉSAR TAMPOCO ERA NACIONALISTA!!


Como bien reconoce don Domingo García, “la figura de César es universal y como tal debe ser homenajeado”, y por nacimiento es patrimonio de Lanzarote y ningún partido político debe tratar de vincularlo con su ideología y mucho menos la fundación permitirlo o alentarlo.

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