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Innovación Social (II): Su porqué y para qué, ahora

Por Francisco Rubio Royo, miembro del Consejo Asesor del Centro Atlántico de Pensamiento Estratégico
 
 
En la conversación anterior hablamos sobre qué se entiende por IS, así como de las claves de éxito en una determinada intervención socialmente innovadora.
Ésta la orientamos hacia la necesidad de tener claro el porqué y el para qué sirve la IS. Se trata de dos preguntas básicas que tendríamos que hacernos siempre al emprender una actividad, ya que ambas forman la parte central del círculo de oro de las personas y no solo del marketing de organizaciones actuales.
 
 
El porqué de la IS trata de sus causas y justificaciones, va dirigido por lo tanto a las mentes de las personas; el para qué sirve trata de la finalidad de la misma, de darle sentido a  la vida, va dirigida, como consecuencia, al corazón; la respuesta, a cada una de las preguntas, la decide cada persona (u organización).
 
 

Porqué ahora

 
Nos encontramos a escala global con dos procesos, complejos y difíciles, cuya interacción es de geometría variable e imprevisible: La sociedad industrial está cambiando hacia una nueva sociedad posindustrial, que recibe distintos nombres. En la nueva sociedad las soluciones tradicionales a los problemas o situaciones “de siempre” (que además mutan, p.e.: la pobreza, brechas, marginación) ya no son eficaces, ni adecuadas, ni justas; los modelos de “siempre” no funcionan. Es lo que se denomina un cambio de paradigma, que requiere cambios estructurales.
 
 
Además, surgen nuevas situaciones desconocidas e imprevisibles hasta el momento, que conformarán el futuro, al que hay que adelantarse y en el que posicionarse.
 
 
Una crisis coyuntural afecta a gran parte de la humanidad, y de manera especial a nuestro entorno inmediato. La crisis es, en parte, consecuencia de la tendencia anterior; una crisis que parece ser va y viene, que requiere soluciones urgentes e inmediatas, y ante la cual solo se tienen “soluciones” clásicas: abordarlas de la forma como “se ha hecho siempre”. Lo único que a menudo se demanda es más financiación, que sin duda es necesaria, aunque requiere tener resuelto previamente el círculo de oro al que antes aludíamos. De lo contrario si siempre hacemos lo mismo alcanzaremos los mismos resultados.
 
 
Simplificando, ambos procesos son las dos caras de una misma moneda:  lo importante frente a lo urgente. Estas intervenciones hay que abordarlas de inmediato, en los casos de extrema injusticia, gravedad o necesidad. Lo urgente ocupa todo el tiempo de los  gobiernos y de los responsables de tomar y ejecutar decisiones razonables, razonadas y lo más acertadas posibles, asumiendo riesgos ponderados. La situación se da tanto en el sector público como en el privado. Los nuevos modelos de actuación requieren cambios, entre otros, en la gobernanza, en la rendición de cuentas, y en apostar decididamente por la innovación. 
 
 
Como decía A. Einstein: “No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo…Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos [la innovación, en el lenguaje actual] y las grandes estrategias…”
 
 
En esta transición hay que revisar, también, el modelo económico imperante que tanto incide en lo social. Como veremos, dicho modelo parece estar en evolución; al mismo tiempo emergen nuevos modelos económicos (economías alternativas) todavía pioneros, minoritarios, tímidos y acotados.
 
 
Y es en este contexto en el que emerge con fuerza la Innovación Social (IS) y el cambio de paradigma en las intervenciones de los Servicios, Trabajadores y Educadores Sociales.El ámbito y tipo de IS son tan importantes como el ritmo de aplicación y alcance de las mismas. Parece difícil optar por innovaciones radicales o disruptivas; por otra parte, la gradual es lenta. Es necesario encontrar equilibrios dinámicos flexibles, para lo que son necesarios liderazgos nuevos, colaboración transversal, buena gobernanza, estructuración de la sociedad civil, y compartir valores éticos universales básicos. Por ello en esta serie de conversaciones, se dedica una de ellas a los agentes de la IS, y a sus retos y desafíos. En todo esto que parece tan teórico (aunque: “no hay nada más práctico que una buena teoría, puesta en acción”), tan utópico, resalta de nuevo la apuesta del País Vasco: referencia europea que marca tendencia. 
 
 
Otra razón, aunque solo fuese táctica del porqué ahora,  es el auge imparable  y generalizado de la Responsabilidad Social Corporativa y Empresarial (RSC, RSE). Los beneficios que aporta a las empresas, que incluyen planes de este tipo en su estrategia global, son numerosos. Entre los principales motivos está el retorno positivo para la compañía, de muy diferentes maneras, como son p.e.: la mejora de su imagen corporativa o el posicionamiento de su marca.
 
 
Otro motivo destacable para fomentar la RSC es la aportación de valor a la sociedad, que demuestra el compromiso creciente de los empresarios con respecto a las sociedades en que fabrican, se proveen y venden (a pesar de las incoherencias conocidas). Transformar la propia organización de la compañía o hacer más transversal su actividad, también están entre las razones.
 
 
 

Para qué sirve

 
 
Es importante tener presente la naturaleza y finalidad del cambio y, como consecuencia, de la Innovación Social. Este es un aspecto que tiene muy claro, p.e., Apple Inc. en el mundo corporativo, así les va de bien. 
 
 
La finalidad de la IS excede lo corporativo para incidir sobre todo en lo individual, a través de nuevos y renovados valores; del poder de la pasión y la perseverancia; de nuevos propósitos y determinación, para apostar por un modelo diferente y posible de sociedad. En definitiva se trata  que cada persona tenga y dé sentido a su vida.  Todo ello es propio de la psicología positiva y de la personalidad GRIT (“perseverancia y pasión para metas a largo plazo”), cada vez con un auge mayor. Tengamos en cuenta que los buenos incentivos ayudan, aunque no sustituyen a los buenos ciudadanos.
 
 
Cada vez más ciudadanos/as, en la nueva sociedad emergente, toman conciencia y ponen en acción esta finalidad del cambio: hacia una sociedad más justa, sostenible (en su triple sentido) e integradora, en la que desarrollar e impulsar la Innovación Social. Se trata de las generaciones más jóvenes, de la ciudadanía con mayor conciencia social, de la evolución del pensamiento más conservador en relación con el cambio social (con mayor miedo al mismo), y el auge de todo lo que lleva la etiqueta social: economía, trabajo, responsabilidad, bien, etc.
 
 
Las propias universidades comienzan a apostar -por ahora tímidamente y de forma poco innovadora-  por la RSU, tanto desde los Rectorados como desde los Consejos Sociales.
 
 
Desde la perspectiva de la IS la prioridad en estas instituciones sería plantearse la finalidad de la educación y formación del alumnado, incluyendo la formación a lo largo de la vida, en un planteamiento real y no solo programático. Y de manera especial en priorizar y actuar en la innovación en los grados, másteres, doctorado, investigación y formación no formal relacionados con los Graduados Sociales (antiguos Trabajadores Sociales) y Educadores Sociales (Facultades de Educación).                                                                                                      
 

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