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La España más amenazada

Por Sigfrid Soria 

 

En 1898 perdimos Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam y en 1899 las islas Palaos, Marianas y Carolinas. Entre 1956 y 1958 perdimos Sidi Ifni, el Rif, Yebala y Villa Bens. En 1968 perdimos Guinea Ecuatorial y en 1975 el Sáhara. El denominador común de todas esas pérdidas de territorio español fue la debilidad política de España en cada uno de esos momentos y la consiguiente degradación de su soberanía territorial a cambio de absolutamente nada. Cierto es que los imperios y sus colonias no eran sostenibles desde comienzos del siglo XIX y que todos ellos fueron languideciendo, pero no es menos cierto que, por ejemplo, Gran Bretaña supo sacar partido a su grandeza pasada a golpe de patriotismo estratégico creando la Commonwealth, la cual sirvió y sirve para prolongar el espíritu imperial británico y, sin lugar a dudas, también como plataforma comercial privilegiada. Y continúo resaltando la fortaleza y el papel beligerante de Londres, como defensor de los intereses británicos, poniendo asimismo como claro ejemplo el conflicto del Atlántico Sur, en el que se defendió militarmente con éxito rotundo las islas Malvinas, Georgias y Sandwich en 1982.


Por tanto, los contextos de debilidad política acarrean pérdida de soberanía territorial y de identidad patriótica. ¿En qué punto está España en 2018? La soberanía nacional española actual está negativamente condicionada por factores exógenos y endógenos. Los factores externos pasan por la cesión parcial de soberanía a la UE, cesión a la que están sometidos todos los países miembros y de la que huye Gran Bretaña con el Brexit. Y los internos son los derivados de las brutales tensiones territoriales que ha generado el estado autonómico, tensiones que dividen a los españoles dado que las autonomías nos han hecho injustamente desiguales en lo económico, en la sanidad, en la seguridad, en la educación, en el idioma y hasta, aunque suene ridículo, en la historia. En definitiva, España está más dividida y es más débil que nunca.


En este preocupante contexto sociológico español de 2018, en el que la extrema debilidad del Estado es lo que impera, los territorios de España más expuestos son los no peninsulares, es decir, Baleares, Ceuta, Melilla y Canarias, como en el pasado lo fue siempre la España más alejada de la península ibérica.


Si consideramos como el inicio de España la unión de los Reyes Católicos en 1469 y sabemos que Baleares ya estaba incorporada a la Corona de Aragón desde 1349, tenemos que aceptar que dicho archipiélago mediterráneo es español desde el mismo momento en que nace España. En el caso de Canarias, los Reyes Católicos incorporan definitiva y completamente el archipiélago atlántico a España en 1496, 27 años después del comienzo de España. Melilla es España 18 años antes de que lo fuera Navarra y 460 años antes de que se constituyera Marruecos. Y Ceuta hace 350 años que es España, 288 años antes de que Marruecos fuera el actual Marruecos. Por todo lo anterior, concluimos que cuando hablamos de la España no peninsular de 2018 hablamos exactamente de la misma España que la peninsular, desde la óptica histórica, sociológica y cultural, así como desde cualquier otra óptica que tanto al lector como a mí pudiera ocurrírsenos.


Entonces, realmente los condicionantes externos e internos de la actual debilitada España que definí en el segundo párrafo, ¿amenazan tan gravemente a los territorios españoles no peninsulares? No cabe la menor duda de que sí. Si a la débil posición que tiene España en la UE y a la discordia existente entre los españoles de 2018 sumamos una pseudo derecha acomplejada que aplica economía socialdemócrata y traiciona todas sus promesas cuando gobierna y añadimos un socialismo que se entrega a quienes pretenden liquidar España, llegamos a la conclusión de que por el camino que vamos no hay futuro y que quienes primero encajamos los golpes somos los que estamos más lejos: los no peninsulares.
Yendo a un nivel de concreción mayor, identifico como principal amenaza, proveniente de la UE y de los propios gobiernos de España, para Ceuta, Melilla y Canarias, la silente invasión migratoria, la peor con mucha diferencia es la musulmana, derivada de las buenistas y torpes políticas de inmigración. Y para Baleares, la gran amenaza es la insólita gestión de algunas potencias de la UE y de los gobiernos de España, tanto del PP como del Frente Popular, del separatismo catalán y de los prófugos de la Justicia de España. De hecho, el gran problema que hay en Baleares es el independentismo y sus bastardas herramientas lingüísticas, supremacistas y xenófobas, alimentado y reforzado por el enfoque de Alemania y Bélgica sobre el golpe de estado independentista en Cataluña y rematado por la inacción de los cobardes y tolerantes gobiernos de España. Respecto de la inmigración, el buenismo de la UE y de los gobiernos de España ante el permanente ataque de sus fronteras, con verdaderas invasiones y avalanchas de pateras y violentas turbas, somete a Canarias, a Ceuta y a Melilla a una agresión insostenible, más si consideramos que son los territorios de España y de la UE donde más paro existe.


Por tanto, quienes creemos que el patriotismo no solo es un sentimiento, sino que, además, es la única vía para preservar la unidad territorial y el progreso real de España, proponemos erradicar la irrelevancia de nuestro país ante la UE y ante los propios españoles, y exigimos terminar tanto con la deriva separatista como con la actitud de acogida universal y sin límites a inmigrantes ilegales. El SIVE ha de funcionar a la perfección, sin las torpes excusas actuales, y los servicios de la Agencia FRONTEX tienen que sobredimensionarse en Canarias, así como se ha de profundizar seriamente y como política prioritaria de estado en la condición europea ultraperiférica del archipiélago atlántico. Ceuta y Melilla han de ser tan seguras como lo es cualquier ciudad del interior peninsular y para ello hemos de cambiar el paradigma de frontera permeable a frontera infranqueable, como lo es la de Gibraltar, a la que ni siquiera hay intentos de inmigración ilegal porque ella es inconcebible incluso para quienes trafican con seres humanos, lo cual se explica desde una clara posición soberana.


Somos millones de españoles, la inmensa mayoría, quienes consideramos la España no peninsular exactamente como la España más profunda. Aprovechemos esta circunstancia para tornar la debilidad existente en fortaleza y así poder evitar hechos pasados y mirar al futuro con ilusión.

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