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Las primas primero

Por Miguel Ángel de León

 

 

La economía es una convención. Por lo tanto, un juego. Con normas que casi todos se saltan a la torera. La culpa de la catástrofe de la que tanto habrás escuchado hablar en los últimos años ha sido de la enésima equivocación de los supuestos entendidos en ese juego. Los especialistas de esa convención: los economistas. Siempre son profetas… del pasado. Así cualquiera. A conejo ido, palos a la madriguera. A burro muerto, cebada al rabo. Es como rellenar la quiniela del domingo el lunes, con los resultados de los partidos de ayer en la mano. No cuela.

 

Antiguamente, cuando estos enterados de la esquina que hoy llamamos economistas se equivocaban, eran arrojados al mar metidos en un saco. Hoy los premian con tertulias televisivas y similares castañas de expertos sin experiencia, a donde acuden a dar su vaticinio… sobre anteayer. Así que te habrás dado cuenta de que, de un tiempo para acá, todo el mundo sabe de economía… incluso los economistas, esos mismos linces que no se olieron ni de lejos la que se nos venía encima y que ahora van sentando cátedra por todas las esquinas, aunque no les preguntes ni media al respecto. Hasta los periodistas hablan de eso como si supieran algo de ese juego de tramposos que siempre fue la economía, desde los albores de la Historia. Y los mencionados tertulianos, ni te cuento. ¿De qué no saben los enterados tertulianos? Saben de todo, como es triste fama, menos del hecho evidente de que no saben nada. ¿Recuerdas cuando, de repente y como por ensalmo, se convirtieron todos en expertos de las mismas primas de riesgo de las que no habían escuchado hablar jamás hasta justo unos segundos antes de que aquéllas se convirtieran en el único asunto de conversación? Hablaban y no paraban de las primas los muy primos, como si la conocieran de toda la vida estos catedráticos de la nada elevada al cubo (de la basura). Sabían de todo… en la ignorancia de que todo es mentira. Plaga de lenguatrapos, a fe mía.

 

¿Nos hacía falta en Lanzarote una crisis aguda como la actual para que nos llevaran a la ruina los mismos ruinas que nos malgobiernan desde hace lustros y décadas? No, puesto que ya se valen, se bastan y se sirven ellos solitos, sin necesidad de crisis locales o globales. Lo han demostrado reiteradamente. En caso de deudas (de dudas, quise decir), véase lo que hicieron con aparentes insumergibles económicos como Inalsa o los Centros Turísticos del Cabildo: con todo el viento a favor (Inalsa era el monopolio por excelencia; los Centros eran la joya de la corona cabildicia hasta que pusieron “espinos” en su camino), hundieron esos barcos cuando no había tormenta en el horizonte, con el mar en calma y cuando atábamos a los perros con chorizos (de Chacón). ¿Se necesita alguna prueba más para no volver a confiar en las urnas en ninguno de los integrantes de la degradada casta política insular? No daría un euro por ninguno de esa misma jarca que ayer abominaba de la privatización y ahora sacraliza, aunque sea con la boca callada o mirando hacia otro lado como hace el ubicuo PSOE que nos avergüenza a todos los socialistas que no le hemos sacado partido (económico) al Partido, ese horrible eufemismo que han dado en llamar externalización. Los mismos que crearon los problemas allí donde no los debió haber nunca se erigen en salvadores que tienen la pócima mágica para solucionarlos. Te los regalo.

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