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Mercadona llega para quedarse

Por José Mújica

 

Más de cinco años de negociaciones necesitó el gigante de la distribución en España para establecerse en Lanzarote. La apertura reciente de su primera tienda en Arrecife, coloca a la isla conejera al mismo nivel de oportunidades de abastecimiento que sus dos principales competidores en el Archipiélago, Hiperdino y Spar.


Por el mero hecho de procurar la diversificación y la libre competencia, el consumidor está de enhorabuena. Al menos 200 productos básicos en la cesta de la compra de cualquier hogar, han experimentado una reducción de precios que tendrá su reflejo en la próxima revisión del IPC, tal y como se registró en la inflación de octubre con el –0,2% en el epígrafe de alimentos.


Si observamos el histórico de este último año en la región, Mercadona e Hiperdino están revolucionando los márgenes en una estrategia inédita a la que se han visto arrastrados el resto de los grandes competidores: Spar, El Corte Inglés, Alcampo, Carrefour e Hipertrébol (Lidl encabeza otra fenomenología por su especialización en productos low cost de marca propia).


El panorama de las ofertas es tan dinámico que algunos precios cambian en el día. Ya no se trata solo de inducir nuevos hábitos en función de los gustos o apetencias (a través de las denominadas pruebas ciegas), sino que la respuesta del usuario levanta una inusitada expectación a la espera de un abaratamiento generalizado.


Hasta dentro de seis meses, al menos, no se disfrutará de elementos de juicio suficiente como para intuir si el sobrecoste del doble tráfico marítimo ha influido en todos estos años de carestía en la cesta de la compra. En Fuerteventura, por ejemplo, el panorama de precios ha resultado más estimulante desde la llegada del grupo que preside Juan Roig y desde la irrupción del capital canario en Hiperdino, en 2011.


Lo cierto es que una economía abierta, a base de competencia y seguridad jurídica, permite el desarrollo de un territorio, sea cual sea el color político que abanderen las instituciones. 


Con 160.000 habitantes y 2 millones de turistas, Lanzarote merecía nivelar su dosis de optimismo respecto a las demás islas. De poco vale analizar por qué tardó tanto Mercadona en su desembarco en la isla de los volcanes. Lo importante es que ha llegado para quedarse con una sensibilidad especial a la hora de contar con interproveedores locales (nuevas oportunidades para las cofradías de pesca, por ejemplo) o de permitir el acceso de la industria isleña a mercados de la Península, como son los casos recientes de las ambrosias de Tirma o de Editesa-Panrico (con planta propia en Lanzarote), que ha pasado a fabricar el pan de molde tras las divergencias con la multinacional mejicana Bimbo.


La cuota insular está dominada aún por Spar, una firma que también ha sabido adaptarse a los tiempos a base de la concentración de varios operadores como central de compras con el fin de estimular el consumo con campañas de fidelización que han cundido con el paso de los años.

 

 

Pero igual que los esteriotipos de vida saludable se abren paso en la mesa de cualquier hogar, también los operadores han de acelerar sus procesos de cambio. El mercado siempre recibe de buen agrado la competencia, pero hay algo que no perdona: la apatía o el exceso de confianza. Son reglas de oro que, como la verdad, siempre acaban por imponerse.

 

 

 

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