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Niño Salvaje, restaurante con identidad propia y raíces de Lanzarote

 

Descubrimos el secreto mejor guardado de Niño Salvaje

 

  • Fernando Núñez
  • Fernando Núñez
  •  

    Los hermanos Bruno y Sergio Morales, una vez más han vuelto a reinventarse a si mismos, pero esta vez volviendo a casa, buscando y rememorando sus raíces conejeras para realizar una cocina moderna, llena de influencias de otras culturas y sabores intensos. Un restaurante abierto con la cocina a la vista de los comensales, con un diseño diáfano, acogedor, que invita a entrar, en definitiva, un restaurante viajero, informal y desenfadado que sorprende en todas sus facetas.

     

    Bruno Morales, comenta “el concepto que le hemos dado al restaurante es el de “Nomad Food”. Llevamos a nuestros clientes a hacer un viaje por muchos países y continentes, como Latinoamérica, el Mediterráneo y el Atlántico, pero siempre utilizando productos canarios”.

     

     

    Su propuesta es de platos para compartir, algo que divierte y ofrece la oportunidad de hacer una navegación más profunda sobre sus intenciones. La coctelería juega un papel muy determinante en el restaurante, como aperitivo, para maridar platos de la carta o como pre-postre o postre.

     

    En poco más de un mes y medio desde su apertura, ya he pasado por allí varias veces, algunas simplemente para tomar un aperitivo, un cóctel o una copa y un par de veces para degustar su carta y sugerencias de platos que van añadiendo continuamente.


    Y puestos a ello, nos subimos en el barco que capitanean Sergio y Bruno y nos dejamos llevar en esta apasionante singladura gastronómica.

     

    Como aperitivo sus inconfundibles “Bravas Alioli Ajo asado, salsa brava de Chipotle”, un lingote de finas capas de papa con la fuerza del Chipotle.

     


    Seguidamente una fresca e intensa “Ostra con granizado de Kimchi y láminas de queso Comté”, acertadamente integrado el queso por el sabor frutal que lo caracteriza en estos meses del año, un gran bocado marino. Cerramos los entrantes con “Aguachile de Lubina, piparras, cilantro, lima y burbuja de humo cítrico encurtido”. La idea es romper la burbuja sobre el aguachile para que impregne de aroma todo el plato, sencillamente excelente.

     

    Continuamos con un “Atún soasado, crema de café́, tamarindo, coco, ajo negro y Katsuobushi,” -esas finas escamas de atún desecado y ahumado que potencian los sabores del túnido. Nos llevan con inteligencia y buen hacer al finger food con un “Taco de gamba roja listada, panceta en tempura, pico de gallo y Hoisin de fresas”, otra genialidad de esta comida viajera. Seguimos con “Pulpo sobre Médula y mojo verde de algas encurtidas”. A primera vista impresiona positivamente la presentación del plato y al mezclar las diferentes texturas y sabores es delicado, fabuloso.



    Ya vamos al último tramo de la comida, “Roll de rabo de toro, bien cocinado, de guiso tradicional y contraste de especias nuevas, perfectamente ejecutado. Para cerrar la degustación de mar y tierra, recibimos con júbilo un “arroz seco, en llauna, de Oreja de Cerdo, Sepia y Mayonesa de Erizo, el arroz en el punto preciso, intenso, sensacional.

     

     

    Todavía quedaba hueco para probar los postres. Cada maestro tiene su “Tarta de queso”, sólo que ésta se elabora con mantequilla de cacahuete, lo que le otorga un punto especial y diferencial, vamos que no se parece a otras; y el “Twix de Gofio y Chocolate”, goloso y refinado.

     

    Sin lugar a dudas una experiencia gastronómica de primer orden en Arrecife, que viene a aportar su grano de arena para elevar el nivel de restauración de la capital. Sería bueno que otros restauradores se animasen a apostar por Arrecife ya que hacen falta más restaurantes como Niño Salvaje, para dotarla de un mayor atractivo gastronómico.

     

    El Secreto mejor guardado de Niño Salvaje

     

    Uno de los secretos mejor guardados del Niño Salvaje es que en su interior se encuentran mensajes ocultos, escritos en diferentes partes de su decoración.

     

    Para ello, Nacho Correa, decorador del restaurante, creó un abecedario inspirado en el alfabeto lírico, que se utiliza para transcribir varias lenguas bereberes. Lo eligió por dos razones: “la primera es que personalmente me encantan sus formas geométricas y la segunda es porque hay estudios que dicen que este abecedario se utilizó por los antiguos pobladores de Canarias, más concretamente en Lanzarote y Fuerteventura, vinculando a esa población con grupos étnicos de la zona de Argelia, noreste de Libia y Tunicia”.

     

    La verdad es que este hecho en si, le da a Niño salvaje, una identidad propia, autóctona que va desde y hasta las raíces de la tierra en la que se encuentra ¡Lanzarote!

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