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Sánchez es un plagio en sí mismo

Por Sigfrid Soria 

 

Hay un consenso general respecto de que un político, que administra el dinero de todos, ha de ser honesto y de que hasta en su vida privada anterior y presente ha de existir coherencia en cuanto a su posición ideológica. Lo antagónico a esta aseveración es unánimemente rechazado y el nivel de tolerancia social ante aquellos políticos que muestren incongruencias personales está creciendo exponencialmente.


El presidente del gobierno de España pagará muy cara la indigna e insostenible diferencia entre lo que dice haber sido y es, y lo que realmente es. Y no es que Pedro Sánchez solo haya cometido un plagio, es que su propia persona es un plagio en sí misma. Pero es muy importante antes de avanzar, recordar algunos hechos importantes. Para empezar, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, fue objeto de durísimas críticas a cuenta de su máster, por parte de Pedro Sánchez y del PSOE. También el presidente del PP, Pablo Casado, fue sometido a escarnio público con motivo de su licenciatura y de su máster, por parte también de Pedro Sánchez y del PSOE. Conste que yo fui uno de los españoles, millones de españoles de todos los signos políticos incluyendo al PP lo fueron también, que compartí críticas con Pedro Sánchez dirigidas a la peste que desprendían los casos de Cifuentes y Casado. Sin embargo, ya con Pedro Sánchez en el poder, y es el único caso ajeno al bluf presidencial que expongo de los muchos casos socialistas que podría exponer, saltó el escándalo del máster de la ministra Carmen Montón en el que en un principio el presidente dijo: "Está haciendo un gran trabajo y lo va a seguir haciendo", frente a lo que dijo de Cifuentes poco antes mientras exigía su dimisión, que fue: “Puede devolver el máster que nunca cursó, pero no puede devolver la dignidad a las instituciones, el prestigio a la Universidad y la confianza a los madrileños”, con lo que ahí se demuestra la bastarda parcialidad partidaria de Pedro Sánchez. Pero pese al burdo y agraviante apoyo del presidente a Montón, la ministra acabó dimitiendo.


Volviendo al objeto de este artículo de opinión, toca ahora la descripción del sujeto: es socialista, líder del PSOE y presidente del Gobierno. Por las dos primeras características anteriores tiene que ser un entregado a la educación pública en el terreno personal y por la tercera característica tiene que ser honesto y coherente. Pues bien, el individuo apoya vehementemente a la educación pública y denuesta a la privada y a la concertada, esta última de mayoría católica, habiendo sumido recientemente a ese 25% del alumnado español en una importante incertidumbre. Pues bien, este mentiroso que en la moción de censura aseguró que la presentaba para convocar elecciones, estudió en un colegio privado de alto nivel social llamado Santa Cristina, sito en una calle llamada “Comandante Franco”, que vaya, vaya con el detalle. La carrera la cursó en un centro universitario privado católico, de los Agustinos, de élite llamado Real Centro Universitario María Cristina, en San Lorenzo de El Escorial. Posteriormente asistió a un programa del IESE de la universidad privada católica, del Opus Dei, de Navarra. El doctorado lo plagió en una universidad privada llamada Camilo José Cela, y cuando digo que lo plagió lo digo porque el mismísimo CEO de la empresa global alemana caza plagios PlagScan, Markus Goldbach, así lo ha asegurado. Tengamos presente antes de continuar que, si el plagio de la propiedad intelectual equivale al robo de la propiedad física, podríamos afirmar que Pedro Sánchez es un vulgar ladrón, uno que está al frente del Gobierno de España administrando un billón de euros anuales de todos los españoles. Ahí es nada. A la vista está que Pedro Sánchez es un tipo con una formación académica opuesta a la que se le supone a un socialista, esa que ha transitado por centros privados católicos que, por cierto, cuestan un pastón.


Es tal la gravedad derivada de todo lo anterior, que el Senado citó a Pedro Sánchez el 23 de octubre para tratar monográficamente el asunto del plagio, pero el presidente ha rehusado hasta el momento acudir, pese a que todos los españoles tenemos fresca en la memoria su tajante afirmación desde el estrado del Congreso que aludía a que en Alemania los políticos que plagian, dimiten. Tras este agónico rehúse y si finalmente el presidente se declara en rebeldía y pasa del día 23, Pedro Sánchez se enfrenta a una comparecencia irrenunciable en noviembre, también en el Senado. Y llegamos a la verdadera intención de este artículo. El ladrón plagiador, ese que miente más que habla, ¿acudirá a lo que él interpreta como su cadalso político? ¿Irá en noviembre al Senado? Opino que no, que volverá a rehusar dicha cita. Pero en esa ocasión la técnica no será la que probablemente use el día 23 de octubre, la de pasar olímpicamente de una de las Cámaras de representación de los españoles, entonces lo que hará será proponer desde el Consejo de Ministros al jefe del Estado la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales. Todo menos enfrentarse a la brutal realidad de que es un descarado ladrón y un impostor.
Concluyo recordando que, independientemente de la vía abierta por el Poder Legislativo, hay una acertadísima vía abierta en el Poder Judicial en forma de querella presentada por VOX que, a la vista de los hechos irrefutables, producirá que la Justicia condene al felón, le coloque la perenne etiqueta de delincuente y le otorgue el sitio histórico que merece. Lo dicho, Pedro Sánchez es un plagio integral.

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