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Sondeos ad hoc

Por Francisco Pomares

 

 

Hubo un tiempo en que los sondeos políticos eran básicamente de carácter electoral. Los encargaban los partidos para tener conocimiento del respaldo de los ciudadanos a sus políticas. Luego, se pasó a otro tipo de sondeos, cuyo objetivo era proporcionar información a los políticos y a las instituciones, para que estos conocieran con precisión la opinión de los ciudadanos y pudieran –si lo consideraban oportuno- adaptar sus políticas y actuaciones al sentir mayoritario. En una última vuelta de tuerca de la práctica demoscópica, de un tiempo a esta parte, los sondeos parecen realizarse no como un mecanismo de interpretación de los estados de opinión, sino como un instrumento de propaganda: con ellos se pretende certificar lo que ya se sabe, confirmar las propias políticas, demostrar socialmente que se va por el buen camino, que se marcha de la mano de las mayorías ciudadanas. Esa tendencia está convirtiendo los sondeos en un acto de puro onanismo. Y así, ahora los encargan los candidatables a primarias para demostrar a priori que son los que cuentan con mayor apoyo entre afiliados y simpatizantes, los políticos expedientados por su partido para que quede claro que les respalda el pueblo, o los presidentes con problemas de autoestima o emperrados en órdagos que no conducen a nada.

 

 

Poco a poco, los sondeos han acabado por perder todo su prestigio. No sólo porque llevamos años de recurrente ridículo y justificaciones insostenibles, cuando -contrastados con la realidad- resulta que no dan ni una. También porque se han convertido en un mero instrumento de propaganda: por sus preguntas con respuesta inducida, sus convenientes resultados, y por la propia actividad de los encuestadores que también contribuyen a crear estado de opinión con actuaciones perfectamente medidas para obtener los resultados que se pretenden.

 

El sondeo del Gobierno de Canarias sobre las prospecciones es más bien de este último tipo: su pregunta fundamental es una perfecta copia de la pregunta trampa que Rivero quería colarnos en el referéndum que no se hizo. Y además no nos ha dicho nada que no supiéramos todos, excepto Soria, que el hombre sólo se entera de lo que le dicen sus técnicos y lo que le manda Repsol. El sondeo absurdamente encargado por motivos de prestigio a las Universidades canarias (como si no hubiera en el Archipiélago empresas que se dedican a esto…) confirma lo que el Gobierno quiere confirmar, que es que se ha logrado crear un estado de opinión mayoritariamente contrario a las prospecciones. Pero sobre todo nos ha dicho el sondeo lo que querían escuchar quienes lo encargaron. A saber: que el Gobierno va por el buen camino, que sintoniza con el sentir de sus ciudadanos y que la oposición a las prospecciones es regional, es decir, mayoritaria en todas las islas. Por 40.000 eurillos tampoco se podía pedir mucho más.

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