PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Una Canarias posible, sin utopías

Por Antonio Coll

 


No quiero vivir de quimeras ni de utopías, porque, en estos tiempos, pensar en una Canarias independiente del Reino de España, se tomaría como ilusoria, vana e imposible de conseguir. Mis sueños, hoy desvanecidos, corresponden a un espíritu que ama la libertad individual, porque es lo más hermoso que podemos poseer, ya que no hay tiranía alguna que nos la pueda arrebatar. Es posible que, en los años 80, incluso antes, llegué a determinados convencimientos, en referencia a que Canarias se convirtiera como un Estado Libre, “asociado” al Reino de España. Pero, después de ver y vivir la historia política de los últimos treinta años, la idea o sueño de “izar la bandera” de Canarias, como un país con soberanía compartida, se ha desinflado, se ha desencajado de mi mente y no por actitudes acomodadizas o resignación, sino porque la realidad que percibo se aleja de una reivindicación, obviamente, legítima, como es el derecho a la autodeterminación o el derecho a decidir de los pueblos, cuando hay razones de fuerza y la realidad se impone. En Cataluña, por ejemplo, algo estará fallando desde las esferas del poder estatal para que una buena mayoría de su población se encuentre en la encrucijada de decidir la separación de su rica región del resto del Estado Español. ¿Es un contrasentido en la actual época, cuando todos los territorios europeos tratan de unirse? Bajo mi opinión, el problema catalán, tiene poco o nada que ver con la fragmentada comunidad canaria. Si bien la inmensa mayoría de los canarios se sienten también españoles, la lejanía de la metrópolis; la alta tasa de riesgo de pobreza, hoy cifrada en un 30%; el aumento continuado del deterioro económico, está poniendo en alto riesgo la estabilidad y bienestar de una buena parte de su población. Estos parámetros negativos, sirven para realizar una reflexión profunda sobre el futuro de Canarias. Es bien cierto, que nuestros “fracasos” no pueden solamente ceñirse a las políticas practicadas por el Gobierno Español. La administración pública canaria, en sus competencias, es posible que no haya sabido llevar gestiones estratégicas y solidarias con todas las islas y la decadente realidad tiene más de culpabilidad interna que externa. Haber permitido el terrible desmantelamiento de nuestro sector financiero-bancario, encarnado en las cajas de ahorros, pulmón para el desarrollo de un pueblo, nos ha dejado huérfanos y desamparados. La indefinición de los modelos económicos y fiscales a seguir, depositan más dudas que certidumbres, en el fondo de la olla canaria. Con esto quiero decir que, en los actuales momentos, Canarias no ha fortalecido los cimientos necesarios para plantearse o aspirar a conquistas que garantice un futuro más prometedor que el actual.

 

El presidente del Gobierno de Canarias, el nacionalista Paulino Rivero, en un artículo reciente y personal, publicado en Canarias 7, aboga por una forma de estado, donde la soberanía sea compartida, en referencia al Estado actual y la Comunidad Autónoma de Canarias. Reivindica una plena autonomía, como: “Una Nación con capacidad para decidir su futuro”, con todas las competencias, a excepción solo en el ámbito militar, donde la Fuerzas Armadas Españolas continuarían con el actual protagonismo y competencias. Aunque del papel del Rey, no hace mención, puedo imaginar que como Capitán General de los Ejércitos, tendría el mismo status actual, como Jefe de Estado. Es la primera vez que un presidente nacionalista habla sobre un Estado Libre, a semejanza, así lo percibo, del de Baviera (Alemania) o Puerto Rico (EE.UU.) El presidente canario habla de fórmulas contempladas en distintos Convenios de la ONU, de la convención del Mar, etc.

 

Aunque muchos analistas perciben la opinión de Rivero a destiempo y oportunista, por la cuestión de los hidrocarburos, habrá que esperar si el partido y los nuevos dirigentes comparten esas directrices plasmada por el actual presidente.

 

Los partidos independentistas implantados en las islas, han tenido poco protagonismo en el devenir de los tiempos y, en diferentes comicios electorales, desde las primeras elecciones democráticas, el respaldo popular ha sido residual. La aparición de las AIC (Agrupaciones Insulares de Canarias) y, más tarde, Coalición Canaria (CC), dejaron, casi sin voz, a los partidarios más radicales de la independencia de Canarias.

 

Abrir una comunicación positiva, alejado de estados emocionales o sentimentales que puedan perturbar la realidad, sería la actitud más aconsejable para obtener una visión pragmática sobre el futuro de nuestro archipiélago atlántico. Y sobre todo, para construir y aspirar una Canarias posible, sin demagogias ni utopías.

 

Paulino Rivero ha abierto la brecha de la “independencia”, en este caso limitada, dormida como los volcanes en Lanzarote. Pero el temor de sus despertares o explosiones, siempre permanece. Raros son estos tiempos y largo será el debate de la “soberanía compartida”, propuesta por el presidente canario. Ya dice un proverbio que “toda noble empresa parece al principio imposible”. Naturalmente, corresponde al Estado Español ofrecer un “status especial”, muy distinto al actual, para encauzar un nuevo destino al Archipiélago Canario, si quiere preservar la integridad territorial, alejado de camuflajes o políticas “colonizadoras”. El repertorio manido de que Canarias vive gracias a las “subvenciones estatales” ya resulta insultante.

Comentarios (5)