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Una garceta políglota  aparece en Puerto del Carmen

Andrea Bernal

 

 

 

“El hombre es un zoon politikón porque tiene lenguaje”, esta cita del  Libro I de la Política de Aristóteles, se ha ido minimizando a lo largo de los años hasta ser resumida en el hombre “como animal político”.

Hubo un tiempo en el que el  lenguaje, ese logos primero que cambiaba del mitos al ordenado pensamiento, nos unió, se encaminaba a las palabras, a compartir. Algo que ya no ocurre si entendemos la política como un organismo separado ajeno al primer sentido aristotélico.

 

Una garceta de Puerto del Carmen, que caminaba con sus finas patitas por las orillas de la playa este viernes, es ejemplo de unión entre culturas.

 

Puerto del Carmen es un bello espacio turístico del sur de nuestra isla donde acuden muchas aves migratorias a realizar paradas tácticas, tomar algo de merienda a bajo coste y seguir su trayectoria.

Repleto de turistas de gran diversidad de países, no es extraño que nuestra amiga garceta haya adquirido esa capacidad.

El sonido habitual de las garcetas es un elocuente “wuorj -wuorj”. Sin embargo, parece que desde hace días el mismo Chomsky se hubiera apropiado fonéticamente del Ciconiiforme y de su mágico pico nacen oraciones en distintos idiomas.

 

¡Un ave políglota! Una vecina políglota que habla a la perfección francés, inglés, y alemán y que ustedes pueden encontrar por las orillas de Pocillos murmurando sola:

 

-“Non, non. Je ne suis pas d'accord avec les dernières déclarations de Monsieur Macron”

-“Oh, yes, sir. I picked the perfect fish. Isn't it possible to get a bird discount at this restaurant?

-“Warum sagen Sie "natürlich"? Ich bin die Natur!

 

Maravíllense o no de tal hermosa habilidad.  Lo cierto es que los miembros de su familia se han enfadado porque no entienden su comportamiento ni saben cómo comunicarse más con ella.

 

Si algo constituye nuestra humanidad, no solo es, como dijo Aristóteles, ese “logos común”, esa capacidad de pensar junto-con otros, sino un soñar común. Lo que nos une es también el bostezo primero después de un sueño común. Una infancia que todos llevamos en nuestros bolsillos, la pronunciación de una primera palabra que un día nos permitió ser sociales.

O, como aquél bello título de la escritora Adrianne Rich “The dream of a Common language”.

 

 

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