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Una niña con habitación propia

 

Andrea Bernal

 

 

La imaginación es lo más poderoso del mundo. 

 

La sensación de libertad es absoluta cuando se trata de desplazar un lápiz, de escribir palabras.

 

“Cómo elevar el vuelo, sin ser un ángel, desde un cuarto propio, cómo comprar flores y gatos persas, papel para escribir; cómo lanzar un anzuelo, cómo lanzarse uno mismo como anzuelo para intuir una idea del mundo, para rozar una idea sobre el mundo. Cómo pasar el día con la mano suspendida en el aire, asida a una pluma, al borde de un tintero, al borde del lago”. Así lo describiría Virginia Woolf en su conferencia de 1931 en la “National Society for Women’s Service”.

 

La premio Princesa de Asturias 2021 Marina Abramovic, afirmaba recientemente en una rueda de prensa previa a la ceremonia, que su fuerza de voluntad y su capacidad de  traspasar “muros”- obstáculos vitales- había sido determinante en su trabajo como artista.

 

Igualmente la periodista Gloria Steiner, galardonada también este año con el Premio de comunicación, hizo hincapié en la lucha que debe seguir fomentándose para la libertad de las mujeres en todos los rincones del mundo.

 

“Una habitación propia” debe poder cerrarse y abrirse en libertad. Todas las niñas conocen los secretos que guardan en los cajones de su cuarto. Lo que muchas mujeres no podían expresar, lo han dejado escrito, pintado, lo han narrado o compartido de algún modo.

Tal vez ese espacio común deba ensancharse y trasladarse a la sociedad entera. Lo más íntimo, lo más nuestro y natural.

 

Escribamos desde niñas. Escribamos siendo niñas todas nuestras moradas. Escribamos, pero alcemos también valientemente la voz de nuestra tinta. Cada estilográfica constituye una ayuda para otra niña en otro continente.

 

Escribamos o realicemos cualquiera de nuestras pasiones de forma contundente. Una pasión, como ya mencionó Aristóteles, puede llegar a ser la mejor de las armas.

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