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Vuelva usted mañana

Por Manuel García Déniz

 

 

Hay cosas que no cambian. Que se mantienen pegadas a la realidad y no se despegan por mucho tiempo que pase. Así, aquel "vuelva usted mañana" que popularizó Larra en sus críticas de la burocracia decimonónica española, lejos de apagarse con el paso de los siglos, gana más vigencia que nunca y arrastra a una clase o casta política que enmudece ante los grandes retos y se eterniza en las pequeñas reclamaciones. Lanzarote es todo un ejemplo de ello.

 

En esta isla nuestra, donde el político está absolutamente convencido de que su principal objetivo social es aferrarse al cargo todo el tiempo que pueda y más, aquello que huela a debate o conlleve una controversia mayor desaparece de la esfera pública como por arte de magia. Están absolutamente entregados a una administración exclusiva de la rutina que no llega ni para atender las exigencias más perentorias. Por cosas así, llevamos años y años mareando la perdiz con un montón de proyectos que nacen, se reproducen y mueren con la misma rapidez y virulencia con la que vuelven a rebrotar y experimentar el mismo proceso de desaparición casi espontánea.

 

Si les preguntas por la aprobación del Plan Insular te responden el consabido "vuelva usted mañana" y así llevan más de veinte años. Que les preguntas por la ampliación de la pista del aeropuerto, otra vez mañana. Para mañana también están previstas las soluciones para el islotes del Francés y de la Fermina, donde el primero no consigue salir de las ruinas del ayer sardinero que tuvo y el segundo se ha convertido en un centro de experimentación de lo absurdo donde se gastan millones de euros en construir obras inhabitables e inservibles. Planes energéticos, hidrológicos y demás también van y vienen. Todo un ejemplo.

 

Mientras se han ido deteriorando servicios esenciales y parte de la administración pública se ha dañado de forma incompresible e intolerable, la isla ha estado dormida y sus proyectos de futuro esperan a un mañana que parece que llega al amanecer pero que siempre renegocia plazos canjeables por un día más. Las debilidades internas de los partidos, la falta de liderazgo, los intereses electorales de los partidos y los intereses mezquinos de quienes los apadrinan acaban eternizando la espera.

 

En Lanzarote, no sé si en otros lugares será igual, se espera a que pasen las cosas y después se intentan ordenar. No se prevé, se prefiere actuar a posteriori, con las consecuencias que ello trae y los costes que conlleva. Que la gente emigra de los campos a la capital, pues que construya como le dé la gana y después intentamos solucionar los miles de problemas que crean estos asentamientos llamados hoy barrios. Que hacen falta bodegas para transformar las uvas en vino, pues que las hagan los propietarios donde les dé la gana que ya veremos nosotros mañana qué hacemos con ellas. Que la planta hotelera se queda obsoleta, pues que se quede y ya veremos lo que hacemos con ella. Que la pista del aeropuerto se queda pequeña para los nuevos aviones y nuevos países emisores de turistas, pues que se quede raquítica y después ya veremos lo que hacemos. Que el sueldo de los políticos, su forma de gestión y dilapidación se pone en cuestión y se pretende una reforma, pues eso se soluciona hoy mismo y ahora mismo se aborta. Que con sus cosas de comer no se juega ni se hace política, lo demás puede esperar a mañana. Lo dicho: vuelva usted mañana.

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