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¿Aún no conoces Marrakech?

Proponemos una escapada a esta atractiva ciudad imperial, uno de los centros culturales más importantes de Marruecos

 

  • Lancelot Digital
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    Marrakech es el destino que, desde viajes Timanfaya (www.viajestimanfaya.com), les proponemos para este mes. Catalogada como uno de los centros culturales más importantes de todo Marruecos, es también su capital turística y una ciudad muy viva y famosa, entre otras muchas cosas por sus mercados y festivales. Al igual que las ciudades de Fez, Rabat y Meknes, Marrakech tiene el privilegio de ser una ciudad majzen, es decir, imperial, y las sucesivas dinastías que la han poblado han ido enriqueciéndola. También goza de un prestigio especial: que es el de dar su nombre a todo el país.

     

    La leyenda cuenta que cuando se construyó la Koutobia en el corazón de esta ciudad, ésta comenzó a sangrar de tal manera que se tiñó de rojo, un color que predomina en la ciudad y sus casas de alrededor, así como en la bandera nacional del país. Los orígenes de la ciudad son oscuros, pero se acepta comúnmente que comenzó siendo un campamento militar establecido por Abu Bekr, un gran jefe almorávide, en 1070. Su primo y sucesor, Yusef Ben Tachfin es quien comienza la tarea de convertir el oasis primitivo en una capital digna de su imperio, que se extendía desde el Atlántico hasta Argelia y desde el Sáhara al Ebro. La conquista almohade hizo casi desaparecer las primeras construcciones, que fueron reemplazadas por otras, muchas de las cuales se pueden admirar en la actualidad.

     

    En su trepidante núcleo urbano se encuentra la famosa plaza de Marrakech, la Djemaa el Fna. Este espacio cultural, que también recibe el nombre de Plaza Jemaa el-Fna, está inscrito en la Lista representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Humanidad. Este inmenso espacio abierto situado en el interior del barrio antiguo de la ciudad, acoge a malabaristas, narradores de cuentos, encantadores de serpientes, magos, acróbatas y toda una gama de lunáticos inofensivos.

     

    Sus zocos (mercados) se caracterizan por estar entre los mejores del país. Por ello, Marrakech es una de las ciudades preferidas por los turistas españoles.

     

    La Mezquita Koutoubia. Es un icono de la ciudad, la más importante y también una de las más grandes del Occidente musulmán. El minarete de la Koutoubia puede verse casi desde cualquier parte, convirtiéndose en el eje central de la ciudad. Con sus casi 70 metros de altura, es el edificio más alto de todo Marrakech, quedando prohibido levantar cualquier otro que le supere.

     

    Los Jardines de la Menara. Es uno de los jardines más conocidos y fotografiados. Junto al jardín encontramos un hermoso pabellón cubierto de tejas verdes, también llamado Minzah, y es una de las estampas más bonitas típicas de la ciudad, con el bello telón de fondo de las montañas del Atlas totalmente cubiertas de nieve. Están formados por un inmenso cercado de 3 km de longitud y 1,5 km de anchura, que están principalmente poblados por árboles frutales y olivos, y un enorme estanque artificial. Estos jardines fueron construidos durante el siglo XII por los almohades que idearon un sistema para traer el agua procedente del deshielo del Atlas hasta aquí por una serie de canales subterráneos para regar los olivares y huertos.

     

    El palacio el Badi.Está ubicado a pocos metros de la famosa plaza Jemaa el Fna. Este palacio fue construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour cinco meses después de haber vencido a las tropas portuguesas en la Batalla famosa de los Tres Reyes, el 4 de agosto de 1578, con la idea de construir el palacio más lujoso y grandioso jamás visto. De ahí proviene el nombre de El Badi que significa “El Incomparable”. Actualmente se encuentra prácticamente en ruinas quedando solo visitable una gran explanada repleta de naranjas y los muros de la edificación desde lo cuales podremos obtener unas bellas vistas de la ciudad y su entorno.

     

    Las Tumbas Saadies. Es uno de los monumentos más visitados y se encuentran ubicadas en el barrio de la Kasbah. Fueron construidas por el sultán Ahmad al-Mansur, el creador del Palacio El Badi durante el siglo XVI pero no fueron descubiertas hasta el año 1917 tras unos vuelos aéreos realizados por unos franceses.

     

    La Médersa Ben Youssef. Se encuentra junto a una mezquita que lleva su mismo nombre y es uno de los monumentos más notables y hermosos, imprescindible también en cualquier lista sobre qué ver en Marrakech. Esta escuela de teología coránica fue fundada por el sultán mérinide Abou el Hassan, a mitad del siglo XIV convirtiéndose en la más importante de todo el norte de África. Estaba compuesta por una universidad coránica y una residencia.

     

    Dar Si Said. Se encuentra cerca del Palacio de Bahía y además fue construido a mediados del siglo XIX por orden del visir Ahmed Ben Moussar y los mismos artesanos del Palacio de Bahia. Este es uno de los palacios más bonitos de Marrakech. Hoy en día es sede del Museo de las Artes Marroquíes.

     

    Plaza de Jemaa el Fna. Es la famosa plaza de Marrakech y su verdadero corazón, esta plaza nos da la mejor muestra de su forma de vida y cultura, utilizada igualmente por locales que por turistas.

     

    El palacio de Bahia. Es un bello palacio que se encuentra a menos de un kilómetro de la plaza Jemaa el Fna y es ejemplo de morada rica, principesca y realista de finales del siglo XIX, realizado por Ahmed ben Moussa, un gran visir del sultán para su uso personal. El diseño y la construcción del palacio fueron obra del gran arquitecto marroquí Muhammad al-Mekki, que para su construcción convocó a los mejores artesanos. Dispone de 160 habitaciones todas dispuestas en una sola planta, debido a la obesidad que padecía el visir y que le impedía subir escaleras, con un hermoso jardín de 8 hectáreas.

     

    Las Murallas. Es uno de los elementos distintivos la ciudad. Construidas en adobe y mantenidas a lo largo de los siglos, las murallas de Marrakech cambian de tonos de color según el tiempo y la luz del día. Rodean la intrincada red de callejuelas de la medina, preservando sus secretos y cerrando su casco antiguo de nueve puertas.

     

    El jardín Majorelle. Se encuentra situado en la ciudad nueva, en el barrio del Guéliz. Este bello jardín fue diseñado por el pintor francés Jacques Majorelle (ahora su dueño es Yves Saint-Laurent). Se trata de una reserva natural de cactus, bambúes, buganvillas y muchas otras plantas que rodean un chalet de estilo art decó, de un color azul cobalto. Además de esto los jardines tienen fama por tener en su interior una gran colección de pájaros. También encontraréis un pequeño museo de arte islámico en el interior de los jardines. Es un buen lugar para descansar después del ajetreo de la ciudad.

     

    Koubba Ba’Adiyn.También llamada Qubba Ba’Adiyn o Koubba almorávide, es un pequeño edificio en forma de cúpula recientemente restaurado, que data de principios del siglo XII y fue construido por el segundo rey almorávide, Ali Ben Yussef. Tiene el valor de ser el único ejemplo de arquitectura almorávide en Marruecos y fundadora de Marrakech, y además posee el valor añadido de ser una muestra de las técnicas tan avanzadas que tenían los almorávides para aprovisionar de agua la ciudad.

     

     Visita al El Mellah de Marrakech o barrio Judio.Este barrio fue creado en 1559 y hasta 1936, fue el más importante barrio judío de Marruecos, llegando a tener una población de 16.000 habitantes. Se encuentra pegado al Palacio Real, una ubicación estratégica que les proporcionaba seguridad, y además se encontraba rodeado por murallas con tan solo dos puertas. A través de ellas accedían a la medina y eran custodiadas por soldados, las cuales cerraban de noche y solo se abrían a la mañana siguiente.  El Mellah era autosuficiente, disponiendo de sus propios mercados, sinagogas y cementerios.

     

     

     ¿Qué comer en Marrakech?

     

    Los platos más típicos de la gastronomía marroquí son los tajines y el famosísimo cuscús, que son unos granos de sémola de trigo que se cocinan y se suelen mezclar con verduras, huevos o carne de ternera o pollo. El tajine consiste en un guiso de pescado o carne, que se acompaña normalmente de diferentes verduras o frutos secos.  Otra de las cosas a destacar y de la que no podemos olvidarnos es del té, una bebida que se consume de manera habitual en todo el país y que se sirve, habitualmente, con menta y mucha azúcar.