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Internet, ¿está cambiando las relaciones del siglo XXI?

Las aplicaciones y portales para encontrar pareja comienzan a ser testigo de un gran cambio en las intenciones de sus usuarios

 

Se han dicho muchas cosas de internet a lo largo de los últimos años, pero la realidad es que se ha convertido en una pieza esencial para nuestro día a día. Gracias a la conexión a la red y a los teléfonos móviles, esos pequeños aparatos que llevamos en el bolsillo y que ahora utilizamos para hacer de todo menos para llamar, compramos, contactamos con amigos, compartimos fotografías, vemos series, nos enteramos de la actualidad y hacemos un sinfín de tareas con una facilidad de lo más pasmosa.

 

Un salto lógico que nos proporciona infinidad de comodidades, pero que también está haciendo de las suyas en terrenos que van mucho más allá de la funcionalidad y de la utilidad. Encontrar pareja se ha convertido en una de las principales actividades que realizan las personas en las redes, o al menos eso es lo que se pensaba antes.

 

Lo que antes eran búsquedas de una media naranja, de esa alma gemela con la que compartir camino durante el resto de los días, ahora se están convirtiendo en escarceos donde lo que prima son los encuentros de sexo. Así es, las personas ya no se centran en buscar otro compañero de camino, lo que se busca ahora es el placer con alguien con quien surja una atracción mutua.

 

Es cierto que la monotonía del día a día y las complicaciones que presentan los extensos horarios laborales de muchas personas hacen que resulte bastante difícil conciliar la vida laboral con la vida social. Por eso, las aplicaciones para encontrar pareja o conocer personas que vivan en la misma ciudad o cerca se han convertido en programas de lo más descargado en los terminales modernos.

 

La idea principal de estas plataformas era fomentar el poder formar nuevas amistades, compartir gustos o, incluso, dar con ese alguien especial. Algo que parecía casi imposible en una rutina en la que se va de casa al trabajo para volver solo con el fin de dormir, por fin había encontrado un remedio a la altura de lo que demandaba la sociedad moderna. Ahora priman la comodidad y la inmediatez, dos factores que se ejemplifican a la perfección con estas apps o portales en las que solo hace falta deslizar un dedo para decirle a alguien que te ha llamado la atención.

 

El cambio del paseo por la cama, ¿qué ha sucedido?

 

Resulta curioso, pero la evolución del uso de estas apps ha quedado muy clara en muy poco tiempo. Decirle a una persona que te gusta a través de uno de estos programas o páginas webs se ha convertido casi en sinónimo de indicar que hay un interés más carnal, algo que se aleja por completo de buscar esa afinidad esencial para construir una pareja.

 

¿Fruto del ritmo de vida o de un cambio por completo en la mentalidad de la sociedad? Puede ser algo que venga de las dos cosas, y que precisamente se haya potenciado por la intimidad y las facilidades que propician las nuevas tecnologías en este ámbito. Ya no hace falta salir de marcha e ir a una discoteca para conocer a alguien, puedes incluso hacer una selección mientras te tomas el café en la oficina.

 

Para muchos, esto es perder gran parte del encanto de antaño. El cortejo, el flirteo, el ligar de toda la vida está quedando atrás y se está sustituyendo por algoritmos, por sistemas informáticos que se encargan de que las sutilezas salgan por la ventana para que las directas entren tirando la puerta al suelo.

 

Y todo esto, más que el fruto de las facilidades que está consiguiendo internet, es el fruto del cambio que estamos viviendo en los últimos años. La liberación sexual, y los tabúes que había siempre ligados a todo lo relacionado con las relaciones íntimas están quedando cada vez más relegados al ostracismo. Hablar de sexo se ha vuelto normal y natural, y la normalización está llegando a un extremo en el que ya no importa dejar claro el tipo de interés que se tiene por tal o cual persona.

 

Pero, curiosamente, todo esto se está viendo a través del prisma digital. Apartar la mirada del teléfono móvil no es como mirar a Gomorra o a Sodoma. El comportamiento sigue siendo el mismo, pero, cuando nos trasladamos al entorno digital, nos quitamos todos los pudores de encima con extrema facilidad. Los filtros desaparecen.

 

¿Se está perdiendo el romanticismo?, ¿se están cayendo en los excesos?, ¿o simplemente se están apartando por fin esos lastres que impedían ser claros? Nadie termina de ponerse de acuerdo sobre lo que está sucediendo, pero la realidad es la que es. Cuando entras a una aplicación o web para buscar pareja, sabes perfectamente que no buscas dar paseos de la mano, buscas perderte entre sábanas.