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Actos vandálicos contra los radares

 

Los radares (cinemometros, realmente) instalados por la Dirección General de Tráfico en las carreteras de Tinguatón y Timanfaya han sufrido la ira de los energúmenos contrarios a su instalación. El Cabildo firmó un convenio con la DGT para controlar la velocidad de manera que, en esas vías, conviva el tráfico rodado de coches con el de las bicicletas. Desde hace unos días, tal y como anunció en primicia este medio, entraron en funcionamiento en modo de prueba (todavía no se ponen multas). Una parte de los vecinos de esa localidad de Tinajo han mostrado su enfado ante esta iniciativa, al entender que limita la velocidad a los que van a trabajar al sur de Lanzarote. Creen que por un despiste pueden ser multados en el futuro. Realmente, los vecinos pueden tener parte de razón en sus quejas. El límite de velocidad de 60 kilómetros puede ser muy exagerado dado el tipo de carretera y se podría aumentar ligeramente en algunos tramos a 80. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es que podamos apoyar un acto vandálico como el de romper material público, por lo tanto de todos nosotros. Ni el cabreo puede justificar tales acciones incívicas.

 

 

Negociación y consenso

 

El Ayuntamiento de Tinajo desde el primer momento se opuso a que Tinguantón y Timanfaya fueran parte del anillo insular de la vía ciclista que el Cabildo está ejecutando desde hace algunos años. De hecho, ha provocado que el pleno del Cabildo aprobara una moción para evitar en parte que se colocaran esos “radares” de control de velocidad en esas carreteras. Todo es negociable menos la sinrazón que han demostrado los autores de los ataques a los radares en Tinguantón y Timanfaya. Nosotros creemos que ambas partes en conflicto, la DGT y el Ayuntamiento de Tinajo, tienen algo de razón pero no toda la razón. Tinajo sabe que no se ha reducido el límite de velocidad en esas carreteras por las vías ciclistas. Ese límite de 60 kilómetros por hora siempre ha existido. Lo que quieren decir los vecinos es que nadie los cumple y, por lo tanto, si ahora se ponen esos controles tendrán que atenerse a ellos. No les quedará más remedio. Por lo tanto, Tinajo no puede confundir al personal. Otra cosa es debatir si realmente en esa carretera puede elevarse la velocidad a 80 kilómetros y que, mientras tanto, mientras se discute, no se aplique el “radar”. Eso es razonable, pero no lo es tomarse la justicia por su mano, por muy vecinos sean y por muy cabreados que estén. Y los partidos políticos deberían de ser los primeros en condenar estos actos vandálicos y no callar por miedo al populismo barato. Otro debate, por cierto, es el acierto, o no, de las vías ciclistas, es decir, si el modelo elegido es el mejor. Si deben de estar las vías ciclistas en las mismas carreteras que circulan los coches, como solicitan los profesionales y deportistas o si realmente se tendrían que ampliar los arcenes a dos metros  junto a estas carreteras. Nosotros creemos que esto último sería lo acertado.

 

 

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