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Bicefalia sunt servanda

Francisco Pomares

 

Hasta hace unos años, un Gobierno habría saltado por los aires por lo ocurrido con la derogación de la reforma laboral: una negociación desarrollada en secreto con Bildu y Podemos en la tarde del miércoles, y anunciada justo después de haberse votado la prórroga del estado de alarma, con el apoyo de Cs y el PNV, dos partidos contrarios a la derogación 'íntegra' de la reforma laboral del PP. La 'geometría variable' del Gobierno es un eufemismo que permite cerrar unos acuerdos por una banda sobre un asunto, y luego otros por la otra banda sobre justo lo contrario.

 

Además, plantear la derogación 'integra' de la reforma laboral, y que esta se produzca antes de que concluya el estado de alarma –ese es el sentido literal del acuerdo con Bildu– suena a disparate. Por supuesto que hay que cambiar bastantes cosas de la reforma laboral del PP –de hecho, ya se han modificado algunas-, pero derogarla íntegramente en un momento como el que estamos viviendo, con la economía productiva rondando el estado de coma, con la mayoría de las pequeñas y medianas empresas españolas al borde de la quiebra y con Bruselas exigiendo reformas estructurales para prestar un dinero que precisamos como agua de mayo, no parece precisamente la mejor idea, como ha dejado bien claro la ministra Calviño, a la que la última trapisonda de Sánchez cogió mirando a Cuenca. Dicen que la ministra la armó, y que por eso, el PSOE salió ya en la medianoche del miércoles a desdecirse del acuerdo, y a introducir lo que eufemísticamente han dado en llamar una "precisión técnica" en el pacto con Bildu. La precisión consistió en modificar el documento para que ya no se hable de 'derogación integra', sino de "recuperar los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012", algo que se renegoció –probablemente de forma verbal- con Podemos y Bildu. La portavoz de Bildu asegura que se trataba sólo una "matización terminológica". Para Bildu el acuerdo es importante más allá de la derogación de la reforma laboral: le han sacado al Gobierno la autorización de saltarse la regla de gasto que no logró el PNV. Canarias lleva pidiéndolo años, y ahora se lo conceden a la región más rica de España€

 

Pero la cosa es que ayer, un Pablo Iglesias categórico, aclaró que a pesar del rechazo empresarial –dijo que entendía que los empresarios prefieran un Gobierno del PP y Vox– la derogación se aplicaría íntegramente, porque: Pacta sunt servanda, lo pactado obliga. Y punto. Aparte de dejarnos muy claro la forma en que el vicepresidente del Gobierno pastorea y usa a los otros partidos de la izquierda para profundizar en las políticas más duras de Podemos (a ERC le ofreció ayer el indulto de sus presos, nada menos), uno se pregunta si esta aclaración suya es un ultimátum a Sánchez o habla por el presidente del Gobierno.

 

 

Estamos a la espera de ver como tiempla gaitas don Pedro: ¿Se desdecirá de su desdecido? Si Sánchez fuera doctor en latines (no lo es) podría responderle a Iglesias con otro latinajo: "Rebus sic stantibus", que en Derecho se usa para explicar que las estipulaciones establecidas en un contrato pueden ser modificadas si se alteran sustancialmente las condiciones concurrentes en el momento de firmarlo€ En fin, que la democracia tolera cierto grado de cinismo, pero no este dislate de vender a uno de tus socios blanco y al otro negro. Al final no se fían de ti ni los tuyos. Gobernar así es imposible, tenemos un Gobierno bicéfalo, pese a las prórrogas para mantener el mando único: cada vez resulta más comprensible que en Europa no se fíen ni un pelo de esta tropa.

 

 

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