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Con nombres y apellidos...

Santiago Negrín Dorta

 

“El mundo está enfermo de violencia. Hay personas enganchadas a la violencia en cualquiera de sus formas. Y todavía nadie se ha preocupado de conseguir una cura.” Así reza un pasaje del libro de Carmen Mola, “La Red Purpura”. Y efectivamente, visto lo visto este fin de semana, me ha quedado más que constatado.

 

 

Vigilantes de Seguridad en el Metro aporreando a viajeros por no llevar la mascarilla, una mujer a la que arrancaron las dos orejas a mordiscos para robarle, una Diputada de VOX apedreada, sangrando, en una manifestación, y lo más vergonzoso aún, un tweet de Pablo Echenique, diciendo que lo de la sangre era kétchup...Todo esto sería patético, sino fuera porque es violencia.

 

Violencia y amenazas, como las que ha sufrido la Concejal de Santa Cruz, Evelyn Alonso, por apoyar una moción de censura, por la cual, Patricia Hernández, perdería la Alcaldía. Insultos, como los que hemos sufrido varios periodistas este fin de semana por opinar libremente acerca de esa moción. Créeme si te digo, Evelyn, que sé de lo que hablas (porque lo he sufrido en carne propia) cuando has temido por tu persona, tu hijo, o te has despertado de madrugada temblando, a ver qué te estaban preparando para el día siguiente.

 

Y además Evelyn, echándole dos trillos al asunto, les ha puesto nombre y apellidos a las amenazas. “Sí, me he sentido amenazada por parte de Patricia Hernández (…) El último recado que tuve de ella fue: la moción no solo se firma, sino que también hay que votarla y seguir viviendo en Santa Cruz. ¿O se va a mudar?”, declaraciones textuales al periódico El Día. Sí Evelyn. Así funcionan algunos/as, criados en la más pura esencia infantiloide del macarreo mafioso. ¿Me quitas el juguete? Pues te rompo la cara...

 

Tomar una decisión libremente (tu caso), opinar libremente (el nuestro), no encaja en la genética rastrera de muchos. Si ganan, te machacan para que no olvides quien manda. Si pierden, te machacan igual, para que recuerdes el odio y el rencor en el que viven. Al final es verdad, que son enfermos enganchados a una violencia, para la que no hay cura. Si no son felices, pues que nadie lo sea...

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