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Errores (o trampas)

 

Francisco Pomares

 

Hoy comienzan de nuevo los encuentros entre el rey y los líderes de los partidos, para intentar desatascar la situación política. Comienza esta segunda ronda de contactos, sabiéndose que no hay acuerdo entre los partidos, y que -a menos que se produzca un inesperado milagro que permita a Sánchez gobernar en solitario- el protocolo establecido por la Constitución para intentar encontrar un candidato viable volverá a ser inútil. Resulta bochornosa la incapacidad que están demostrando los partidos para alcanzar alguna fórmula de acuerdo, desde que comenzaron las primeras negociaciones, inmediatamente después de la cita en las urnas. Pero es que no parece que eso les preocupe demasiado. Andan todos los partidos más pendientes de no quedar mal en el relato que habrá que convertir en propaganda electoral que de resolver esta situación de atasco sinsentido.

 

Y hablando de propaganda, hace un par de días se presentó el último barómetro del CIS Campeador. En este último se anuncia una arrolladora victoria del PSOE, al que se atribuye nada menos que un porcentaje de intención de voto del 32 por ciento, logrado esta vez -el CIS es como una lotería de procedimientos, no para de cambiarlos- incorporando datos directamente falsos en el muestreo. ¿Cómo va a ser eso? Pues es: por ejemplo, la interpretación final se realiza con el dato de que al PSOE le votaron 10,9 millones de españoles, cuando en realidad solo fueron algo menos de 7,5 millones. La diferencia no es baladí: sobredimensiona en casi tres millones y medio de votantes los resultados de las últimas elecciones generales (en las locales fueron incluso un millón menos), aumentando casi un 45 por ciento la proporción de votantes socialistas, y por tanto el resultado de la previsión. Para liarla más, el barómetro solo considera la abstención de 5 millones de votantes que decidieron no acudir a las urnas, un 13,5 por ciento del censo. Pero es que se abstuvieron más del doble, 10,4 millones. Un 28,2 por ciento de los que pudieron haber ejercido el derecho del voto decidieron quedarse en casa y no lo hicieron. Tezanos se los ha pasado por su entrepierna demoscópica. Nada menos que a 5,4 millones de abstencionistas, de los que ha convertido en votantes del PSOE a más de la mitad.

 

Es alucinante que en el sondeo más importante que se realiza en España, de un instituto pagado con nuestros impuestos, se detecten errores (o trampas) de ese nivel, y no se produzca un escándalo de alcance nacional. Porque cuando se incorporan más votantes, también se consideran más entrevistas a gente que votó al PSOE, y eso cambia directamente el resultado. Un resultado, por cierto, que se da a conocer casi tres meses después de haberse iniciado el trabajo de campo, algo completamente inusual.

 

Pero es que hoy la actuación del Gobierno no persigue el servicio público. Vivimos contemplando (y sufriendo) una política que se ha puesto exclusivamente al servicio de los resultados electorales. Tendremos elecciones y las ganará el PSOE. No con el 30 por ciento de los votos, aunque probablemente a nadie le importe entonces, como tampoco han importado los intencionados errores de bulto del CIS en relación a Vox, que tan útiles resultaron al PSOE hace cinco meses. La pregunta es si con un buen puñado de diputados más, el PSOE podrá gobernar sin contar con apoyos. Yo creo que no. Puede que después del 10 de noviembre sigamos igual.

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