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Periodistas de carrera

 

Por Guillermo Uruñuela

 

  • Lancelot Digital
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     Al poco de aterrizar, o mejor dicho, cuando después de un tiempo tuve la suerte de caer en esta casa para poder desarrollarme como profesional, me realizaron la siguiente cuestión. ¿Tú eres periodista de carrera? De primeras me pilló descolocado y me parecía un tanto ridícula así que me limité a contestar simplemente que “sí”.

     

    Con el paso de los años me he dado cuenta de que la pregunta es más profunda de lo que parece. En sí es absurda ya que es exactamente igual que si en la sala de un hospital, antes de entrar a quirófano con el culo al aire, te preocupas de preguntarle al cirujano si tiene estudios universitarios. Sería ridículo aquello.

     

    Sin embargo, el periodismo se ha convertido en una especie de cajón desastre donde casi todo vale. Una llanura demasiado extensa en la cual cabalga quien quiere si le dejan. Y tampoco seré yo el que se cuelgue encima el cartel de periodista puritano pero algo no marcha bien.

     

    En este periodismo diluido y cambiante se ha empezado a asumir todo. Cada cual es libre, por supuesto, de buscarse la vida como le salga del ciruelo pero debería haber un órgano que regulase, en la medida de sus posibilidades, este chiringuito que ya tiene todas las mesas ocupadas y dentro de poco no podrá servir ni cerveza.

     

    De la misma forma que para sacar una muela necesitas un número de colegiado o para firmar un proyecto has tenido que mamarte cinco años en la Facultad de Arquitectura, para trabajar en un medio de comunicación tendría que exigirse un mínimo. Y ya no te pido la carrera periodística; estaría bien, aunque sea Historia, Biología, Matemáticas, una Ingeniería, ADE... yo qué sé. Algo que te haya obligado por lo menos leer más de tres párrafos en tu vida. -Hasta para entrenar a unos niños en fútbol te exigen mínimo un año, dos o tres de estudio-.

     

    Y muchos se enfadarán conmigo y me dirán que pueden ser mejores que yo, o que otro cualquiera que haya pasado por la facultad, sin haber estudiado. Y tienen toda la razón. De hecho, muchos de los grandes comunicadores de este país no han estudiado Periodismo, y son excelentes. Pero, bueno, sigo pensando que incluso en esas hay que hacer algún tipo de criba. Uno puede ser un tipo apañado; un virtuoso con un potencial tremendo para dedicarse a la neurocirugía, pero nunca lo sabremos si no pasa por clase.

     

    El juez de menores, Emilio Calatayud, comentó en una mesa redonda que un padre tiene que darle a su hijo lo que necesita y no lo que quiere. Pues aquí ocurre un poco lo mismo. De las pocas cosas que recuerdo de aquellas aulas es que, además de informar y entretener, tenemos que intentar “educar”. Todos sabemos lo que vende, pero quizá sea ya el momento de darle a la sociedad lo que necesita y no lo que quiere.

     

     

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