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El cadáver encontrado es el de Olivia

El cuerpo sin vida de la pequeña ha sido hallado a una milla náutica del puerto de Güímar

 

  • Lancelot Digital
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    No queríamos creerlo, aunque después de 45 días de búsqueda todo apuntaba a ello. Tomás Gimeno cumplió la amenaza que el pasado 27 de abril, por la noche, le hizo a través del móvil a Beatriz, su exmujer, que no volvería a verle más ni a él ni a sus dos hijas, Anna, de un año, y Olivia, de seis. Este jueves por la tarde, el robot submarino del barco oceanográfico Ángeles Alvariño, sacó del fondo del océano, en las aguas de Tenerife, el cadáver de Olivia, la mayor de los dos niñas secuestradas hace un mes y medio y que, con una altísima probabilidad, ahora se sabe que fueron asesinadas ese mismo día por su padre.

     

    El hallazgo se produjo al mediodía, a poco más de una milla de la costa tinerfeña y muy cerca del pequeño puerto de Güímar. Se trata justo de la zona en la que el 28 de abril, al día siguiente de las desapariciones, la Guardia Civil localizó el barco de recreo propiedad de Tomás Gimeno, con el que había salido a navegar la noche anterior, aparentemente sin sus hijas, pero con seis bultos a bordo, entre bolsas, maletas y otros enseres. El yate, de unos seis metros de eslora y con un potente motor fueraborda, se encontró vacío, a la deriva, sin manchas de fluidos humanos en su interior, y sin su ancla. Muy próxima, flotando, estaba la silla de retención de bebés que usaban para colocar a Anna. Es también el sitio en el que el lunes pasado se halló y recuperó una bombona de buceo y una funda nórdica del presunto secuestrador.

     

    Tras once días de rastreo de los fondos marinos con su sónar de barrido lateral, los especialistas del buque detectaron un bulto sospecho en el fondo, a unos 1.000 metros de profundidad. Cuando el robot submarino logró extraerlo, se comprobó que era una bolsa de deportes lastrada con el peso del ancla de la barca de Gimeno, en cuyo interior estaba el cadáver de una niña de unos seis años. Durante la misma operación, según fuentes del caso, se consiguió sacar a la superficie una segunda bolsa de deportes, que estaba vacía, pero los técnicos observaron junto a ella la presencia de un segundo bulto en el fondo, que no pudieron identificar y que, de momento, tampoco han podido rescatar.

     

    De hecho, según informaron fuentes de la Delegación del Gobierno en Canarias, por este motivo el operativo de rastreo se reanudó, en la misma zona, ante la posibilidad de que se pudiesen encontrar los otros cuerpos que se buscan.

     

    Antes, sobre las ocho de la tarde, el cuerpo localizado fue trasladado a tierra, al Instituto Anatómico Forense de La Laguna, donde, a falta de pruebas forenses y de ADN más concretas, que se realizarán en las próximas horas, se determinó que podría corresponder, «prácticamente con toda seguridad», a la desaparecida Olivia Gimeno.

     

    El hallazgo fue comunicado de inmediato a la madre de las niñas y al resto de su familia. La localización del cuerpo se produjo el mismo día en que Beatriz, que nunca perdió la esperanza, hizo público su primer registro de voz, en el que decía estar convencida de que todo era «un teatro» de Tomás para mortificarla y que creía que sus hijas estaban ocultas en algún lugar y vivas.

     

    La localización del cadáver, y la constatación de la peor de las hipótesis, permite reconstruir con alta seguridad qué pasó el día de las desapariciones, cuando el presunto homicida recogió a las dos niñas en casa de su madre, sobre las cinco de la tarde, a donde debía devolverlas a las nueve de la noche. Pasó buena parte de la tarde, hasta las 19.30, en casa de los abuelos paternos, de donde se marchó en su coche.

     

    En las dos siguientes horas se desconoce qué hizo, pero posiblemente las aprovechó para matar a sus hijas. El siguiente hecho constatable se produce sobre las 21.30, cuando las cámaras del Puerto Marina de Santa Cruz de Tenerife graban cómo aparca su Audi A3 blanco junto al pantalán y, en tres viajes, que también vio el vigilante, traslada en solitario seis bultos a su barco, entre ellos las bolsas de deporte recuperadas el miércoles. Zarpa, en teoría solo, sobre las 21.50.

     

    Casi dos horas después, sobre las 23.30, regresa al puerto, donde le multan por saltarse el toque de queda, y compra en una gasolinera un cargador de móvil y un paquete de tabaco. Zarpa pasada la medianoche. Su móvil se apaga horas después, tras despedirse de amigos y familiares .

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