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De pateras, inmigración, buenismo y vendas en los ojos

 

 

Lo grave no es que el Gobierno central haya desatendido desde hace tiempo el tremendo problema que sufre Canarias con el proceso migratorio, lo realmente preocupante es que no se ve una solución a corto y medio plazo de esta situación. En lo que va de año, ya han llegado a Canarias 17.400 inmigrantes, y no parece que la incesante llegada de pateras vaya a parar. Se trata, tal vez, de la segunda cifra más alta en todo el proceso migratorio, y con total seguridad, la mayor en tan poco plazo de tiempo. De esos 17.400, cerca de 13.000 han llegado en los últimos dos meses. Y no, no se ve una salida, más bien se adivinan más complicaciones. Cuando el fenómeno era todavía controlable porque las pateras llegaban en menor medida, la mayoría por Lanzarote, de hecho, el Gobierno no hizo caso. Posteriormente, se optó por aplicar políticas buenistas: es decir, quién enuncia el problema en voz alta es racista o xenófobo. Ahora, la realidad nos ha impactado en plena cara y ha dejado muy clara la descoordinación existente entre todas las administraciones que tienen responsabilidades al respecto.

 

En el caso de los 200 inmigrantes que fueron desalojados del muelle de Arguineguín y dejados a su suerte, se ha tenido que buscar una solución de urgencia dada la controversia generada. Una solución hipócrita porque la realidad es que, cuando pasan los 40 días que se permite tener retenidas a estas personas y no se les ha podido devolver a sus países, la única solución factible es soltarlos. Durante los últimos años, se ha soltado a un gran número de inmigrantes ilegales. En Lanzarote, cuando eran pocos los inmigrantes, pero no había infraestructuras apropiadas para acogerlos, una vez pasado un periodo de 42 horas, la policía los soltaba. Esa es la realidad.

 

El Estado y Europa no pueden endosar el problema migratorio a los canarios. Ni convertir las islas en una “cárcel” de extranjeros pobres. África va a crecer se calcula que en más de mil millones de personas en los próximos veinte años y la globalización está acentuando, cada vez más, las diferencias sociales. Internet llega a todos los lugares del planeta y muestra otras realidades. A esto se suma el hecho de que, cada vez, hay más mafias, algo que no se ataca ni se combate en los países de origen. Entre tanto, Europa sigue mirando hacia otro lado y sin potenciar una política migratoria potente y precisa. El Gobierno español está en otros asuntos y, realmente, no sabe que hacer porque ha llegado tarde. El canario está prácticamente de rodillas, suplicando que le ayuden porque sabe que, cada vez más, la opinión pública se está volviendo en su contra por culpa de una gestión desastrosa del gobierno central.  Hasta Podemos Canarias, en su conducta bipolar, ha solicitado la dimisión de Grande Marlaska que es miembro del Gobierno de España donde la formación morada comparte mesa y mantel.

 

 

Esta situación, que los buenistas siguen negando con la venda puesta sobre sus ojos, va a complicar y mucho la convivencia en Canarias y la inseguridad ciudadana. No se trata de mensajes alarmistas es la realidad. Si estas personas no tienen trabajo, ni se les está protegiendo, tendrán que buscarse la vida. Estamos creando un monstruo peligroso y, lo peor, es que lo hemos escondido debajo de una sábana para no mirarlo a la cara. Pero el hecho de no querer verlo, ni afrontar la situación, no significa que no esté ahí. El problema de Canarias se nos ha escapado ya de las manos y las consecuencias no tardarán en llegar.  ¿O la solución de los buenistas es que toda la inmigración africana pase y se quede en Canarias? Que lo digan si es así.

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