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Espino , el impostor de la moralidad

 

 

Se desconocen cuáles serán los resultados de la Comisión de Investigación de Financiación de partidos del Senado a la que ha sido sometido el que fuera máximo responsable del Psoe, Carlos Espino. Lo único que queda claro cuando se redacta este editorial es que, al margen de la utilidad real que tengan estas comisiones, lo cierto es que ésta, en concreto, ha servido para recordar a quién lo hubiera olvidado los tejemanejes del que se erigiera en ejemplo de honestidad y moralidad, es decir el propio Espino. Lo que se investiga en el Senado es si la gestión de Espino en los Centros Turísticos sirvió para favorecer a sus amigos del Psoe y financiar a su partido del que era Secretario General.  La Justicia lleva casi 9 años sin decir nada a pesar de los graves delitos a los que se le acusa.  Todo indica que estamos ante un caso claro de favorecimiento y de red clientelar, ya la Justicia dirá finalmente si hay delito o no. Las dudas que han surgido parecen razonables. El Partido Popular tiene claro que las cosas no se hicieron bien y ya han anunciado su intención de pedir el libro de cuentas de los socialistas para saber si Espino pudo financiar irregularmente al partido con los Cacts.

 

 El cerco político, al menos, se va estrechando y el ex responsable socialista está cada vez más nervioso. Justo por eso no resulta extraño que recurriera a la estrategia del ventilador, atacando a los populares y esquivando las preguntas que pueden esclarecer si ha existido o no malversación de fondos. Es preciso recordar el poder que los socialistas acumulaban en aquella época, siendo gestores de las principales instituciones de la isla y manteniendo el respaldo, al menos, moral de la Fundación César Manrique. Años de mucho poder.  De un emborrachamiento el que llegaron a creer que todo estaba permitido.  La consecuencia directa fue la pésima gestión de los centros turísticos, el hundimiento de Inalsa y del Complejo Medioambiental de Zonzamas cuando estaban en manos del Psoe.

 

Todo esto, insistimos, en torno a un juicio que lleva ocho años en una gaveta y que todavía puede retrasarse más. Esta comisión, al menos, viene a aportar algo de luz en medio de una oscuridad, densa, opaca y maloliente.  Posiblemente la comisión de investigación del Senado termine en nada pero servirá para retratar al que se ha querido vender como el adalid de la corrupción en Lanzarote. Ya veremos si estamos ante un impostor de la moral pública o no.

 

 

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