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Turismo, sigue la confusión

 

 

Casi tres meses han pasado desde el inicio del estado de alarma por la pandemia sanitaria del coronavirus y la paralización de, prácticamente, toda actividad en España, y en Canarias, y la incertidumbre sobre qué va a ocurrir con el turismo, sigue estando presente. Más allá de que, finalmente, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, haya dicho que en julio se podrá hacer turismo y se abrirán las fronteras, lo cierto es que sus palabras parecen más un ejercicio de buena voluntad e intenciones que otra cosa. No se sabe cómo van a ser esos viajes, ni se ha aclarado si los países emisores de turistas tendrán el espacio abierto para hacer turismo y, en caso de que así fuera, persiste el problema de que tanto en Alemania, como en Francia y en Gran Bretaña sus gobiernos ya han recomendado no hacer turismo fuera del propio país. Los hoteleros no lo ven claro, más bien bastante oscuro todavía. Muy pocos complejos turísticos abrirán sus puertas en julio, algunos se sumarán en agosto, pero la mayor parte optará por abrir finalmente en septiembre o, incluso, en octubre, dependiendo de la evolución el virus.

 

La situación no es sencilla y se echa de menos una política estricta del Gobierno de España para un destino tan agraviado por la parálisis del Covid-19 como las Islas Canarias, donde un 75 por ciento de la población, casi el noventa en el caso de Lanzarote o Fuerteventura, depende directa o indirectamente de la actividad turística. Sin turismo, en Lanzarote, no hay economía. La comisión bilateral Canarias-Estado nos parece que va por el buen camino si no se convierte en un órgano burocrático. O, aún peor, que se haya dicho lo de crear una comisión cuando no quieras resolver un problema.

 

No hay que ser alarmistas, es preciso ser positivos, pero todavía es más importante buscar soluciones y buscarlas ya. El mantenimiento de los Ertes, al menos hasta final de año o hasta que empiece a llegar realmente turismo de países como Alemania o Gran Bretaña, ayudaría a paliar la situación. De no ser así, muchas empresas optarán por desprenderse de gran parte de su plantilla y los miles de Ertes pasarán a ser miles de Eres y, por tanto, miles de parados que engrosarán unas ya dramáticas listas de desempleo que, en Lanzarote, podría alcanzar el 35% de su población activa, un desastre. Uno de cada tres trabajadores estaría parado.

 

 

Y es que, lejos de lo que piensa la población en general, gran parte de los Ertes afectan al sector turístico, pero no a grandes empresas o, al menos, no tan solo a Hoteles y Apartamentos. Paradójicamente las empresas más afectadas tienen entre uno y seis trabajadores, en primer lugar, y entre cinco y diez, en segundo término.  En efecto, el setenta por ciento de las empresas afectadas por Ertes son pymes, la mayoría relacionadas con la hostelería. Hablamos de pequeñas tiendas, comercios, bares y restaurantes que, sin turismo, especialmente en las zonas turísticas, no tienen razón de ser. ¿Protegerán los Ertes a todas estas personas? Son muchas las dudas y los temores de un sector que, en Canarias, ha sido golpeado con más fuerza que en ningún sitio por el Covid-19.

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