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Legalizar la prostitución: ¿avance o retroceso?

Se trata de un tema delicado, con tantos detractores como defensores, que resulta difícil mirar con una cierta neutralidad

 

  • Lancelot Digital
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    El debate sobre los pros y los contras de legalizar la prostitución llegaba este mismo año a España, de la mano del propio Partido Socialista que abogaba en su congreso nacional celebrado en octubre Valencia por su prohibición con un modelo a la sueca, es decir castigar duramente al cliente. De hecho, aprobaba en dicho congreso la enmienda presentada por las feministas socialistas para concretar que el partido pide que en esta misma legislatura se presente una ley para abolir la prostitución. Lo cierto es que se trata de un tema incómodo, que no acaba de abordar ni la derecha, ni la izquierda porque no da buena imagen posicionarse al respecto, dada su delicadeza y las ampollas que levanta, y que, tal y como están las cosas, solo perjudica a las propias prostitutas. Ellas son el único colectivo que se ha mostrado en contra de una normativa que, teóricamente, trata de protegerlas, pero en la práctica las deja fuera de la legalidad. 

     

    El tema es una patata caliente en España donde, hasta el momento, está en una especie de alegalidad que resulta muy cómoda para la mayoría de la población que se limita a mirar para otro lado y hacer la vista gorda, salvo, eso sí, que el tema afecte de lleno a su barrio o a su calle. Habría que mirar hacia otros países para saber qué han hecho al respecto.

     

    Y lo cierto es que sí hay precedentes en este tema. Australia, Holanda, Alemania, Nueva Zelanda y algunas partes de Estados Unidos iniciaron en los años noventa un experimento legalizador, regularizando algunos prostíbulos. Dichos clubes consiguieron aumentar sus beneficios por ser considerados negocios legítimos, mientras que el resto, de hecho, la mayor parte de la prostitución sigue siendo ilegal y está en manos del crimen organizado. Lo cierto que, justo por eso, las mujeres prostituidas cobran menos, realizan prácticas más denigrantes y las mafias ganan cada vez más peso, más fuerza y más poder. 

     

    En el caso contrario se sitúa Suecia que hace años prohibió la práctica de la prostitución a través de un sistema que penaliza a los clientes con fuertes multas y hasta la cárcel. ¿Qué han conseguido? Lo cierto es que, por una parte, tal y como argumentan quienes defienden esta medida, se ha reducido la demanda, pero también es cierto que, pasados los primeros años, la prostitución ilegal volvió a crecer y, además, las prostitutas quedaron relegadas a la marginalidad, quedando además desprotegidas y privadas de derechos. Quienes están en contra de la prohibición aseguran que estás mujeres han sufrido doblemente sus efectos ya que dificulta la negociación con los clientes y las deja mucho más desprotegidas a la hora de conocer rasgos poco deseados de los mismos.

     

    Regularizar la prostitución, algo que no sería sencillo, solucionaría, en primer lugar, el problema de la trata de mujeres, o lo que es lo mismo el inmenso número de mujeres que son explotadas y hasta esclavizadas contra su voluntad para ejercer dicho trabajo. No se trata sólo de mujeres, también afecta la prostitución a hombres y hasta a niños. 

     

    En caso de hacerlo, sería además necesario establecer ciertas diferencias entre Servicios de escort; burdeles clásicos; la prostitución en el domicilio y la prostitución callejera. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas y dificultades y exigirían unas leyes concretas y adaptadas a cada caso. 

     

    Desde el libre mercado se propone legalizar la prostitución a cambio de algún tipo de registro de la actividad, buscando un formato que protegiese al máximo los datos de las personas implicadas. Esto podría hacerse mediante la tecnología, con un sistema de cifrado, asignando a cada joven un código, de manera que estuvieran controladas pero protegidas. Esta medida se debería complementar con multas fuertes a la prostitución no legalizada, tanto a proxenetas como a clientes. De esta manera, se desincentivaría la prostitución ilegal, ya que los clientes no se arriesgarían pudiendo optar a un servicio legalizado y, además, las chicas estarían legalizadas y protegidas. Además, esto haría especialmente costosa la trata de personas y acabaría con las mafias. 

     

    Un tema amplio, complejo y con múltiples detractores y defensores que habrá que acabar abordando si el objetivo final es acabar con la trata y el crimen organizado, grandes beneficiados de un problema que nadie acaba de abordar. 

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