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Hallado el cadáver de la espía rusa Tvada Cosilli en Punta Mujeres

Andrea Bernal

 

“Ella dejó el lienzo, dejó el telar, dio tres pasos por la habitación, vio florecer el lirio en el agua, vio la pluma y el yelmo y miró hacia Camelot”. Fueron sus últimas palabras, según recuerda el conserje de la pensión “Las malvas”, en Arrieta, antes de partir.

 

Era común escucharla hablar sola y ningún vecino se sorprendía ya de su verbal elocuencia. Es típico de las actrices, asumieron.

 

La espía más polémica de Moscú, espía en la Cámara de los Comunes en Reino Unido durante los años setenta y actriz, hacía tiempo que pasaba largas temporadas en Lanzarote.

 

Dicen que conservaba su sombrero de piel de zorro y a menudo lo llevaba en su bolso, o lo mostraba acariciándolo sutilmente una y otra vez.

 

La madrugada del 28 de diciembre salió sola a pasear, como era costumbre, y no regresó a la pensión. Nadie volvió a verla.

 

Fue Fermín, un parroquiano con camisa gris y poblada barba quien la vio por última vez tomar un whisky en el Pichón y según sus palabras: “Conservaba su maquillaje intacto, sus aires de condesa, su porte existencial y nada parecía presagiar este final. Mantenía una constante sonrisa irónica en su carmín”.

 

La preocupación fue aumentando en Arrieta al cabo de los días, cuando sus gatos solitarios comenzaron a aullar y aullar. Un coro negro preparado para la última noche del año. Se sentían solos y hambrientos o quién sabe si presagiaron en fatal desenlace.

 

Durante cuatro días no han parado de buscar a la señora Cosilli. Parecía haberse evaporado.

 

El enigma era comentado – mas en voz muy baja- entre las vecinas.  Solo así se mantienen las verdades.

 

Esta madrugada de comienzos de año, a las 7.10 de la mañana, con las primeras luces de amanecer que bordean el casco de las barcas pesqueras en Punta Mujeres, la policía ha hallado el cadáver de la señora Cosilli en el agua. Flotaba como un brillante papel de seda en un mar tranquilo, un mar que despertaba en calma y calima, con un sol que amenazaría después devorador.

 

“No tenía signos de violencia”, sostiene la policía. “Tampoco hay nada que nos lleve a pensar en suicidio. Queda abierta una larga investigación”.

 

 

 

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