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OPINIÓN. El fantasma de la estanflación

ME LO HA DICHO MI ABOGADO. Por José Ignacio Sánchez Rubio, abogado y economista (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)

Lamentablemente, hoy toca hablar de economía. Digo lamentablemente, porque, como dicen los que entienden de medios de comunicación, una noticia no es noticia si no es mala.
Efectivamente, rara vez hablamos de economía cuando nos van bien las cosas, simplemente nos dedicamos a disfrutar.
En este caso quiero, con el permiso de Uds., realizar aquí una serie de disquisiciones y hacerles una apuesta: ¿Qué apuestan Uds. a que la inflación en España, a finales del próximo Enero está por encima del 5%?. Esto, claro, si sigue el Sr. ZParo al frente del Gobierno del, como dice Don Antonio Coll, mal llamado Reino de España.
Antes de nada, un par de notas acerca de dos indicadores económicos: El PIB (Producto Interior Bruto) y la Inflación. El primero de ellos, refleja el incremento que se produce en un país, respecto del mismo mes del año anterior, en la producción de bienes y servicios. La inflación, refleja en encarecimiento medio de los precios, también respecto de la misma referencia cronológica.
En general hemos de tener en cuenta una perogrullada: para que se produzcan mas bienes y servicios, hay que consumirlos ya que, obviamente, en caso contrario, los encargados de fabricarlos no los producirán y, eso, conllevará el que, a corto plazo, se verán obligados a despedir trabajadores, pues no tiene sentido tener empleados si no hay trabajo que realizar. Todo esto, como pescadilla que se muerde la cola, hará que las familias, al ganar menos dinero por estar desempleados, consumirán menos y se producirá una nueva vuelta de tuerca en el despido de trabajadores.
La inflación representa, por el contrario, una situación distinta. Un poco en aplicación de la implícita ley de la oferta y la demanda, cuanto mas consumimos, mas aumentan los precios y a la inversa, lo cual convierte la política fiscal en un mecanismo regulador para frenar la inflación, que no resulta buena compañera de viaje.
Pues si Ud., amable lector, me ha acompañado en este desarrollo, habrá deducido, aunque no tenga ni idea de economía, que si consumimos menos, porque tenemos menos dinero, debido en buena medida a que una buena parte de las familias españolas tienen alguno, varios o a todos sus miembros desempleados, disponemos de menos dinero para gastar y, obviamente, ello hace que disminuya el consumo. Si disminuye el consumo, la lógica de esa ley de la oferta y la demanda, señala que se habría de producir una disminución de los precios, como mecanismo incentivador de la reactivación de las ventas.
En la situación en que nos hallamos en España, con un ostensible descenso en el consumo, debido en gran medida a las altísima tasa de desempleo, todo indica que los precios deberían estar a la baja, y la inflación en tasas próximas a cero o, incluso, negativas. Pero no sucede esto y, desde hace varios meses, da la sensación de que la inflación fuera galopando, previéndose para el finiquitado mes de marzo un 3,6% de incremento respecto del mismo mes del pasado año. Y, ¿por qué sucede esto?. Ya que el incremento de los precios no se debe al aumento del consumo, solo cabe atribuirlo a que los productores de bienes y servicios, solo tienen un recurso para aumentar sus ingresos, cual es el de aumentar los precios.
Y aquí es donde comienza a planear sobre España la negra sombra del fantasma de la estanflación. Para aquellos lectores que no conozcan el término, la estanflación es la conjunción, en un país de tres factores: Un elevado índice de inflación, un notable incremento en la tasa de desempleo y un estancamiento (o retroceso) de la economía que, como indico mas arriba, medimos con el indicador de crecimiento del PIB, como representante de la suma, entre otros, de los bienes y servicios consumidos (y por ende, producidos).
Mala cosa esto de la estanflación, por mucho que cada individuo de nuestra sociedad mire para otro sitio ignorándolo, como si eso no fuera con él. Esa situación de estancamiento e inflación simultáneos, no es mas que la representación económica de un tsunami que, de producirse, arrasa todo lo que encuentra a su paso.
¿Soluciones? Muy pocas. Una de ellas es la intervención total de la economía, por parte del gobierno del país y, mediante una batería de ajustes legales, conseguir reactivar el consumo, a costa de un fuerte incremento en la inflación para, por esta vía, conseguir disminuir el desempleo y aumentar así el Producto Interior Bruto.
Pero para ello, es precisa una condición: El Gobierno de turno ha de de considerar los datos estadísticos en su apreciación real, sin maquillajes ni mentiras porque, en caso contrario, no habrá forma de explicar que teniendo la mejor economía del mundo, estando en la Champion Ligue o siendo la envidia de los franceses y habiendo superado a los italianos, como decía el denostado ZParo, nos encontremos en este callejón sin salida. Sin salida mientras no cambie el gobierno.

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