Conozca los lugares imprescindibles que visitar en Lanzarote
La isla de los volcanes presume de contar con paisajes, rincones, playas y lugares inigualables que la convierten en un destino de obligada visita
Lanzarote es ese destino del que se enamoraron figuras del celuloide como Omar Shariff, Penélope Cruz o Pedro Almodóvar, en el que Raquel Welch regresó al origen de los tiempos; es ese lugar de playas interminables, de cielos azules, volcanes y tierra negra, quemada. Lanzarote es un lugar dónde la luz es única y los colores mucho más intensos. Es una isla mítica, actual y eterna en la que resulta difícil no enamorarse de sus paisajes, su gastronomía, sus leyendas y sus gentes. Lanzarote es un destino de obligada visita al menos una vez en la vida, ¿Todavía no lo conoce? Le contamos algunos rincones que no puede dejar de visitar.
Caleta de Famara
Se trata de un lugar único en la isla, y no sólo por su fabulosa playa, una de las más espectaculares de la isla, sino también por el pueblecito de La Caleta, uno de los más auténticos de Lanzarote. En él comienza la playa, de arenas finas y limpias, que se extiende durante varios kilómetros hasta las faldas del impresionante Risco del mismo nombre. Se trata de una playa ventosa y de grandes olas, excepcional para la práctica de deportes acuáticos, como el surf, el bodyboard, el kitesurf o el windsurf. También es frecuente ver ala deltas y parapentes. Famara es además un escenario único para los fotógrafos, así como para el rodaje de anuncios publicitarios y películas. El propio Pedro Almodóvar la eligió para rodar escenas fundamentales de “Los Abrazos rotos”. La Caleta de Famara exige una visita a todo turista y residente que esté en Lanzarote.
Montañas del Fuego
Si hay un lugar especial, no en Lanzarote, sino probablemente en el Mundo, éste es Timanfaya, o lo que es lo mismo: las Montañas del Fuego. Si el visitante quiere soñar que ha estado en la luna, no tiene más que visitarlas. Forman parte de la zona afectada por las erupciones volcánicas producidas en Lanzarote entre 1730-1736. En el interior del Parque Nacional de Timanfaya existe un tramo de unos 14 kilómetros acondicionado para su visita. Este sendero, llamado ruta de los Volcanes, este centro fue realizado bajo la dirección de César Manrique y Jesús Soto en 1968. Como curiosidad, visite también el restaurante El Diablo, situado en el denominado Islote de Hilario, donde se cocinan las carnes y verduras en el horno abierto en la piedra volcánica con el calor del volcán.
La Geria
La mano del hombre contribuyó en la creación de uno de los paisajes más característicos de Lanzarote, La Geria, la principal zona agrícola insular caracterizada por la peculiar forma de cultivo de los viñedos, producto de la lucha del agricultor isleño para retener el agua que trae la humedad de la noche. La Geria abarca el centro de la isla y la conforman zonas de Tinajo, Yaiza, Tías, San Bartolomé y Teguise. Su declaración como zona protegida ha tenido como objetivo que permanezca inalterable el tradicional paisaje agrario. Sin embargo, para el turista será la imagen que retengan sus retinas al marcharse, tanto por su belleza como por la curiosidad de la técnica empleada. Ésta consiste en limpiar el terreno, poner tierra cultivable, cubrirla con cenizas y construir las paredes para proteger la viña del fuerte viento. La humedad de la noche enfría la superficie que retiene el agua al filtrarse por los poros. Durante el día la superficie es la única que está expuesta al sol, sin penetrar los rayos en el suelo.
Cueva de los Verdes
Visitar la Cueva de los Verdes es adentrarse en las entrañas de la tierra, en el corazón de la isla, a través de una ruta, concretamente un kilómetro de galerías superpuestas e interconectadas, que permite disfrutar de un entorno poco habitual y de gran belleza. Su acondicionamiento interior lo realizó Jesús Soto que despliega todo su conocimiento sobre la luz y la sombra en este recorrido. La música ambiente, la iluminación y hasta la intervención peculiar del agua contribuyen a convertir su recorrido en una gran experiencia. Resulta impresionante la gama cromática de ocres, grises, negros y rojizos que se multiplican en su interior y se mimetizan por efecto de la luz para dibujar grotescos paisajes y espectaculares estructuras rocosas que sorprenden al visitante. Adentrarse en la Cueva de los Verdes es, sin duda, realizar un viaje iniciático al centro de la tierra.
Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote (MIAC)
Ubicado en un enclave singular y único, la antigua fortaleza militar del Castillo de San José, el museo se constituyó en 1975 de la mano de César Manrique. El MIAC cuenta con una estructura interna que apenas se modificó con respecto a la original, mientras que las intervenciones más notables se realizaron en las construcciones anexas (restaurante). La planta del edificio es semicircular con el lado curvo orientado al mar. Los fondos del MIAC son el reflejo de una generación artística que sitúa su producción entre los años 50 y 70. Se trata de una visita obligada, tanto por su contenido cultural y artístico como por las vistas que se pueden disfrutar desde su restaurante.
El Golfo
Al sur de la isla se encuentra el Golfo es un anfiteatro abierto al océano que se formó a raíz de las erupciones de 1730. La laguna que ocupa el fondo del semicírculo surgió debido a la inundación del cráter. Su color verde se debe a las algas que habitan en su superficie. El volcán está formado por toba porosa, la cual, por acción del tiempo ha creado formaciones espectaculares. El mar pasa por medio del cráter formando una hermosa playa negra que contrasta con el verde del Lago, o Charco de los Clicos, comunicándose con éste por medio subterráneo. El Golfo, como muchos otros lugares en la isla, es fundamental para quienes buscan escenarios únicos para sus creaciones visuales o artísticas.
Los Hervideros
Toman su nombre de la imagen ficticia de una olla hirviendo, que no es otra cosa que el propio océano en ebullición constante. Este lugar, integrado en el Parque Natural de los Volcanes, está formado por un tramo de costa acantilada con presencia de cuevas y bufaderos creados a raíz de las erupciones volcánicas y esculpidos por la erosión y la fuerza del mar. Cuenta con caminos de piedra delimitados para realizar una visita segura y balconadas para admirar la bravura del mar al llegar a esta zona. Lo normal es ver pasear a numerosos turistas por sus recovecos, admirando el Océano Atlántico en todo su esplendor. Visitar los Hervideros es también una recomendación obligada para todos aquellos que aún no lo hayan hecho.
Los Jameos del Agua
Constituyen, tal vez después de Timanfaya, una de las imágenes más características de Lanzarote. Se localizan en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona y deben su nombre a la existencia un lago interior originado por filtración, al encontrarse por debajo del nivel del mar. Es el primer centro de arte creado por Manrique, y el reflejo de uno de sus pilares creativos: la armonía entre la naturaleza y el arte. En su interior creó un auditorio aprovechando el interior de una gruta volcánica. Su piscina, ahora meramente decorativa, y su auditorio, atraen anualmente a miles de turistas. Protagonistas especiales son los cangrejos ciegos (Munidopsis Polimorpha), una especie endémica de la isla, mecidos continuamente por las pleamares y bajamares, la piscina de aguas turquesas, y el túnel de la Atlántida. Todos aquellos que visiten los Jameos del Agua, deben recordar que, por el bien de los cangrejitos, está totalmente prohibido lanzar monedas u otros objetos a la laguna interior.
Mirador del Río
El mirador natural de Lanzarote se ubica en lo alto del Risco de Famara, a 400 metros de altitud, y ofrece una de las vistas panorámicas más espectaculares de la isla y del Archipiélago Chinijo. El edificio, creación de César Manrique, cuenta con una barandilla perimetral realizada en hierro y madera que da a su fachada el aspecto de la proa de un buque. Simbólicamente, la isla se convierte, en el imaginario de Manrique, en un navío que navega sobre las aguas del Atlántico. Es un lugar de visita obligada si el turista desea llevarse una imagen global de la isla consigo. La ejecución del Mirador del Río, que contó con la colaboración del arquitecto Eduardo Cáceres y del artista Jesús Soto, supuso un alarde de planificación técnica ya que, con los escasos medios existentes, hubo que proceder a la excavación del terreno y, con posterioridad, realizar el edificio y cubrirlo con piedra volcánica.
Charco de San Ginés
Es la perla de Arrecife y no sólo por su aspecto cuidado y pintoresco, sino porque en torno al Charco de San Ginés palpita el corazón de la capital de la isla. El Charco es una especie de lago formado por la entrada del agua del mar, rodeado por pequeñas casas de pescadores y en torno al cual se construyó la antigua ermita de San Ginés, en la actualidad convertida en Iglesia de San Ginés. En la actualidad, es además el centro neurálgico del ocio capitalino, con numerosos bares, terrazas, cafeterías y restaurantes dónde disfrutar de unas bellas vistas y de un momento de relax en el recorrido por la isla.
El Jardín de Cactus
Jardín de Cactus. Fue la última gran intervención de César Manrique en Lanzarote. Erigido en una antigua rofera, Manrique supo convertir el Jardín de Cactus un hogar muy particular para flores cactáceas de todo el planeta. El espacio está rodeado de la mayor plantación de tuneras de la isla dedicada al cultivo de la cochinilla, producto que tuvo una gran relevancia económica en el Lanzarote del siglo XIX, y acoge alrededor de 4.500 ejemplares de 450 especies diferentes agrupados de 13 familias de cactus llegados desde los cinco continentes. El verdor de las plantas contrasta con el azul del cielo y el negro del volcán para crear una explosión armónica de color que impacta en el visitante. El Jardín de Cactus recibió el premio Carlo Scarpa 2017 en manos de Antonio Martín, responsable de cuidar y mimar a más de 4.500 ejemplares de Cactus que habitan en un precioso espacio diseñado por César Manrique.
La Graciosa
La octava isla canaria y la octava maravilla, a decir de los propios lanzaroteños. Y es que en La Graciosa se halla una paz y una tranquilidad únicas. El turista llegará Caleta de Sebo, la zona con más movimiento de la isla, dedicada a la pesca y, en la actualidad, al sector servicios. La Graciosa es ideal para recorrer sus caminos y playas en bicicleta, ya que casi no hay coches, o caminando, así como para disfrutar de sus playas y su silencio. Comer un buen pescado local, una paella o un caldo de pescado en uno de sus restaurantes es casi tan obligado como visitar la isla.