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Croacia y Eslovenia, un viaje al pasado

 

Historia, tradición, cultura y naturaleza en estado puro en un recorrido que el visitante no podrá olvidar

 

  • Lancelot Digital
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    Conocer un nuevo país siempre está ligado al conocimiento de una nueva cultura, de la historia de un lugar que nos atrae. Entre ellos, Croacia y Eslovenia, dos países que merece la pena conocer.

     

    Tras la guerra que asoló el país, Croacia ha reconstruido su infraestructura, revitalizando su imagen de país mediterráneo con aguas cristalinas, ciudades medievales que mezclan la arquitectura occidental y oriental, el respeto por el medioambiente y las tradiciones con la llegada de turismo. Dubrovnik se ha convertido en el símbolo más característico de esta nueva Croacia que apuesta fuerte por el turismo europeo.

     

    Hay muchos motivos para visitar Croacia. Sus seis lugares declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: El casco antiguo de Dubrovnik (sin duda una de las ciudades más bellas de Europa), el Palacio de Diocleciano en Split, el núcleo histórico de Trogir, la catedral de Santiago de Sibenik, el Parque Nacional de los lagos de Plitvice, y el conjunto episcopal de la basílica de Eufrasio en el Centro Histórico de Porec (Istria). La naturaleza es otro de los atractivos fuente del turismo de Croacia. Sus ocho Parques Nacionales y diez Parques Naturales con su variada fauna y flora muestran todo su esplendor, con un litoral, que serpentea desde la Península de Istria hasta el sur de Dalmacia, dejando bellas calas, playas, y acantilados. Las islas, como Hvar o Korcula, en Dalmacia o Rab y Losinj en la bahía de Kvarner, que en ocasiones se agrupan en archipiélagos tan interesantes como los de Brijuni o Kornati, acogen a millones de turistas que buscan en sus aguas cristalinas la paz o la posibilidad de practicar el nudismo, tan asociado a Croacia.

     

    Zagreb. Situada entre la costa adriática y Europa central, contiene nada menos que un millón de habitantes aunque sigue conservando el encanto de las ciudades de la edad media, dado que fue el resultado de la unión de dos ciudades medievales. Zagreb está reservada para todos aquellos que quieran indagar en sus calles, sus edificios monumentales y en su gastronomía. En el corazón de la provincia de Panonia, en la capital de la bella Croacia, devastada en 1242 por los tártaros, hoy en día nos encontramos ante una urbe con influencias vienesas. En esta capital destaca la Donji Grad, la ciudad baja, repleta de grandes edificios austrohúngaros, en la que observamos museos tan imponentes como el Hrvatslo Narodno Kazaliste. La plaza principal se encuentra rodeada de palacios de estilo clásico, modernista y racionalista. Hay que visitar el Teatro Nacional, de estilo neoclásico, así como el Mercado Dolac, que abre sus puertas todos los días y desde donde es posible observar la Catedral de Sveti Stjepan, situada en el barrio Kaptol, el estilo neogótico predomina en el edificio que está rodeado por casas del Siglo XVII. Otra iglesia importante es la de Sveti Marko, en el barrio de Gradec, con un toque mágico, un tejado espectacular con pequeñas tejas redondas de colores. Monumental también es la Puerta de Piedra, entrada de la ciudad en épocas anteriores, a su lado, una capilla con la imagen de la virgen custodia la entrada.

     

    Opatija. Se sitúa en la parte nororiental de la Península de Istria (conocida como la Riviera del Adriático), a 200 km de Zagreb, a 110 km de Trieste (Italia) y a 250 km de Venecia (Italia). Abrigado de los vientos fríos, inmerso en una vegetación siempre verde, Opatija goza de todos los beneficios de su suave clima mediterráneo. Es frecuentemente llamada la bella del Adriático, Vieja dama o Reina del turismo. Los parques de Opatija son fruto de un cuidado de  Además Opatija es un museo al aire libre que nos abruma con sus riquezas arquitectónicas, sus villas, grandes edificios, parques… Si se visita  Opatija se debe acudir a la Iglesia de St James, S. XV con su monasterio, con el mismo nombre, St. James Park se conoce al gran Jardín Botánico de Opatija,  que alberga más de 150 especies de plantas procedentes de países lejanos, como la Camelia Japónica que posteriormente se convirtió en estandarte de la ciudad. En Veprinac hallamos ruinas prehistóricas y edificios medievales.

     

    Zadar.  Es un viejo asentamiento Iliriano surgido hace más de 3.000 años. Las distintas capas de las murallas de la ciudad, sus monumentos góticos, renacentistas y barrocos, atestiguan el pasado tumultuoso de la ciudad. Hoy el centro administrativo, turístico y cultural de la región de Dalmacia. Sus alrededores incluyen cuatro parques nacionales y 1.200 kilómetros de una costa muy pintoresca, salpicada de 300 islas e islotes, bahías tranquilas y totalmente vírgenes. El istmo donde se asienta la vieja Zadar aún preserva su antigua y gruesa muralla, flanqueada por impresionantes puertas, tales como la puerta del puerto y la puerta del continente, esta última fechada en el s. XVI. Dentro creció una ciudad romana y aún se conservan las ruinas de su viejo foro romano, junto a la iglesia prerrománica de San Donato (s. IX), que es indudablemente el símbolo de la ciudad. Sin embargo, la ciudad también destaca por tener las más hermosas iglesias románicas de Croacia, como lo atestigua la catedral de Santa Anastasia (s.XIII), de marcado gusto italiano, levantada sobre las ruinas de una basílica anterior. Las murallas rodean la parte antigua de la ciudad, que se articula en torno al cardo máximo y decumanus del antiguo asentamiento romano.

     

     

    Porec. Es el mayor centro turístico de la Península de Istria, lleno de vestigios de cuantas civilizaciones la dominaron a lo largo de la historia: romanos, bizantinos, seguidos de lombardos y francos, Venecianos, austriacos, el imperio napoleónico…

     

     En Porec se siente fuertemente la atmósfera de una ciudad mediterránea pequeña de piedra, con sus príncipes romanescos y su arquitectura Gótica. Las calles de Porec aún se arreglan a la manera característica de un Parentium romano. Un repertorio de templos romanos, hermosos en sus ruinas al igual que esas estatuas que no pierden la belleza por perder miembros, y, sobre todo, con la herencia de Bizancio, perpetuada en la Basílica de Santa Eufrasia (o Eufrasiana), del siglo VI (declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) es uno de los monumentos más hermosos del arte bizantino en el que destacan sus mosaicos bizantinos de oro en el crucero central y en el suelo.

     

    Eslovenia, la belleza del verde

     

    Más de la mitad del territorio eslovaco está copado de bosques, cascadas y parques naturales, protegidos en su mayoría. El protagonista de este escenario natural es por excelencia el Parque Nacional Triglav, aunque comparte este honor con otros 44 parques paisajísticos, y 3 parques regionales. La piedra caliza erosionada por la lluvia creó hace millones de años un paisaje de cuevas que asciende a casi 10.000 grutas en toda su área geográfica, es la zona del Karst. Pero el encanto de Eslovenia no sólo reside en su naturaleza virgen, también en sus núcleos urbanos, ciudades medievales como la capital Ljubljana, desprenden historias de caballeros y princesas en sus castillos y palacios de cuento. Desde el norte al sur el territorio esloveno nos ofrece un amplio abanico cultural, lugares como Maribor han sido estandartes de la Cultura Europea, grandes artistas han dejado constancia de su obra la ciudad así como en otros puntos de la geografía eslovena.

     

    La visita a este país exige una parada en Vid, conocer las Salinas de Secovije, vivir la magia del lago Bled, adentrarnos en los pasadizos del Castillo de Predjama, asombrarnos ante la catedral de las cuevas en Postojna, montar a caballo en la Escuela de hípica de Lipica, relajarnos en las beneficiosas aguas termales de Celje y por supuesto aderezar la estancia con la sabrosa y diversa gastronomía eslovena.

     

    Tampoco hay que dejar de visitar la costa de Eslovenia, con Piran, Portoroz, Koper o Izola, poblaciones de tradición veneciana que invitan a pasear por sus puertos, bañarnos en sus playas  o tomar un fresco vino esloveno frente al mar.

     

    Liubliana. Es el corazón de Eslovenia, un lugar que a pesar de ser la capital es una ciudad que transmite mucha tranquilidad, sobre todo en la zona más céntrica, debido en parte a las grandes zonas peatonales que hacen que pasear entre sus calles sea un auténtico placer. Ciudad cosmopolita, goza de un ambiente maravilloso que se puede disfrutar en todo su Casco Antiguo así como en la ribera del Rio Ljubljanica, ideal para tomar algo tras visitar la ciudad. Alrededor de 270.000 personas habitan en la capital, una ciudad que comparte con el visitante sus vestigios de la época romana, como la ciudad de Emona, o el pintoresco Casco viejo, en el que se halla el Castillo Medieval, la Catedral, la Iglesia Franciscana de la Anunciación, edificios de la época barroca italiana, muestras arquitectónicas del Art Nouveau, el Puente del Dragón que cruza el Río Ljubljanica, el imponente Parque Tivoli o las Marismas de Ljubljana.

     

    Lago Bled. Uno de los atractivos de Eslovenia es Bled, esta localidad está situada en la Región de Gorenjska, a menos de una hora desde la capital Liubliana. Una vez que llegamos a tan bello lugar nos da la bienvenida su Castillo, ubicado en la cima de un acantilado de unos 150 metros, y desde el que obtendremos la mejor panorámica del lago turquesa.

     

    Postojna. Es el paraíso de las estalactitas, y por eso después de conocer la gruta tendremos la sensación de que cualquier futura visita a una cueva siempre será poco comparado con este universo natural que se abre ante nuestros ojos. Los 21 km de galerías, salones y recovecos ofrecen una experiencia única no sólo a los espeleólogos, ya que cuesta imaginarse como el tránsito lento del tiempo ha conseguido esculpir esta obra maestra de la naturaleza.

     

    Más información en VIAJES TIMANFAYA, Calle Méjico 1, Tfno. 928 81 58 00, http://viajestimanfaya.traveltool.es/

     

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