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Los Cameron, “unos clientes más” de Casa Tomarén


“Son personas sencillas, normales y corrientes. Todos muy simpáticos”, asegura Orlando Hernández, encargado del servicio técnico de la finca. "No nos han pedido un trato especial, ni comidas especiales", añade

 


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Vídeo: Lancelot Televisión

 

Casa Tomarén se ha convertido en estos días en el centro de atención mediático, no sólo a nivel insular, sino también nacional e internacional, ya que entre sus clientes se encuentra uno de los líderes políticos más importantes, el primer ministro británico, David Cameron. Aquí, David, su mujer Samantha y sus tres hijos descansan y planifican sus excursiones por la isla.

 

Los cinco miembros de la familia se quedan en una villa con dos habitaciones, mientras que los guardaespaldas ocupan una aledaña.“Son villas totalmente independientes cada una de ellas. Hay estudios, casas con dos o tres dormitorios. Son casas antiguas, reformadas, con sus chimeneas, su cocina privada...”, explica Orlando Hernández, encargado del servicio técnico de la Casa Tomarén.

 

Los trabajadores ven a los Cameron como unos clientes más. “Son personas sencillas, normales y corrientes. No hemos tenido problemas con los escoltas y demás. Son todos muy simpáticos”, asegura Hernández.

 

Los miembros del servicio secreto que vela por la seguridad del primer ministro no han mostrado exigencias. “Nada, hacer nuestro trabajo y respetar la intimidad de este señor, tal y como lo hacemos con todos los clientes que pasan por Tomarén. No nos han pedido un trato especial, ni comidas especiales. Un cliente más”, apunta el encargado del servicio técnico.

 

La finca, situada en El Islote (San Bartolomé) cuenta con piscina climatizada y jacuzzi. Los Cameron, en lugar de comer en su villa, han elegido hacerlo en el comedor . “Lo típico de cualquier persona que viene de vacaciones. Vienen, desayunan, se relajan un poco y salen de paseo a conocer la isla”, señala Orlando Hernández.

 

Este lunes, los Cameron salían en sus vehículos con destino desconocido, logrando burlar a los periodistas que hacían guardia en los exteriores de Casa Tomarén, una finca que está en boca de todos.

 

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