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Criando borriquitos y lobos

Por Alex Solar

 

Lamentablemente, la trifulca de las niñas grabada en un vídeo fue la única razón por la que Lanzarote apareció en los medios nacionales la semana pasada. Ni el Museo submarino ni el estreno de la obra de teatro de Saramago El hombre duplicado merecieron siquiera los honores de las páginas culturales de los principales periódicos. Se ve que la cultura no vende ni interesa y que la violencia sí.


Mucho habría que decir sobre este tipo de violencia juvenil, y en esta ocasión me permitiré contar una anécdota personal. Hace años, mi hija me manifestó que sufría acoso en su centro de estudios, un instituto de educación pública de Arrecife considerado uno de los mejores y más antiguos. Me puse inmediatamente en contacto con la dirección y mi queja tuvo buena acogida, de modo que el culpable, un joven hijo de inmigrantes que tenía un historial problemático, fue amonestado. Como es lógico, dirán algunos, nada bueno se puede esperar de “sudacas” o “moros”.Al poco tiempo, mi hija volvió a sufrir acoso, esta vez de un compañero de clase, que casualmente era hijo de un conocido. Esta vez no se trataba de un inmigrante sino de una personalidad del mundo de la cultura de la isla, al igual que su esposa, la madre del chico. Me puse al habla con él y al poco rato se presentó en el lugar para aclarar la situación con su hijo. Por supuesto, este padre se mostró al principio incrédulo, pues su hijo era un buen estudiante y no daba el perfil típico del acosador. Afortunadamente el chico cambió de actitud con la reprimenda paterna. Cuento todo esto porque leo comentarios en la prensa insular para todos los gustos: que si la culpa es de la televisión, que si de los padres, que de la escuela y los profesores, que de la gente que viene de fuera, etc.


Yo no sé, la verdad, que es lo que causa la violencia en las aulas, desgraciadamente tan frecuente. Es cierto que no tenemos una BBC, y que la educación produce , como decía Sánchez Frlosio, “borriquitos con chándal” que aprenden banalidades en esa infraespecie del libro que son los llamados “libros de texto”, bazofia premasticada y ensalivada ,compendio de siglas y heráldicas, nada, el grado cero del verdadero conocimiento o la cultura. Es cierto también que, como sugiere el mismo Sánchez Ferlosio, toda educación es constricción y violencia, aunque sea de tipo formal, sobre la arcilla a menudo dócil de la naturaleza infantil. Lo que es falso, me parece a mí, es que esos niños y jóvenes sean meros receptores de la violencia ambiental y los defectos de nuestra sociedad. Ni tanto ni tan calvo. A partir de una cierta edad son perfectamente responsables y las leyes deberían contemplarlo. O muy pronto estaremos rodeados de jóvenes antisociales situados en la antesala de las conductas delictivas.

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