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Los Gobiernos de Sánchez

Francisco Pomares

 

Es como si tuviéramos varios gobiernos, todos presididos por Pedro Sánchez: nos hemos acostumbrado ya al que adjudica contratos multimillonarios para comprar material sanitario a una asesoría laboral sin empleados, al que se gasta millones de euros en mascarillas que no sirven y en test que no funcionan, e incluso al que habla por tres bocas: la del presidente del Gobierno, que dice una cosa en su alegato del sábado tarde, la de la ministra portavoz que dice luego otra, y la de Podemos, que parece que es la que se sale al final con la suya. Nos hemos acostumbrado también al Gobierno que pide unidad a todos los españoles y consenso a todos los partidos, y luego encarga a Lastra y Echenique patear las canillas de la oposición. Y también al Gobierno que no acierta ni en las cifras ni en los pronósticos: al que no incorpora los muertos que reconoce Madrid a las listas del luto, el que dijo que la campaña de test empezaría el lunes de la semana pasada, porque para empezar la desescalada era necesario disponer antes del estudio epidemiológico, y reconoce ya que pasarán meses antes de tener los datos del estudio. Al que cierra Transparencia, manipula al CIS y ordena a la Guardia Civil hacer el trabajo sucio. Al que dijo hace que esto podía durar más allá del primer tercio de mayo, y ahora -tras la presión de ayer en el Congreso, perdidos los votos de parte de sus socios en la investidura-, se apresura a preparar el final del confinamiento, que será mucho antes de que las muertes paren.

 

De lo que no teníamos precedentes era de un Gobierno satisfecho que saca pecho en el Congreso de los Diputados (hay imágenes de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias partidos de risa, aunque no se sabe muy bien por qué) a cuenta de su éxito internacional: para Sánchez, el mayor logro de su gestión contra el coronavirus es haber logrado convencer a Bruselas de que copie su plan para crear un fondo europeo de reconstrucción por encima de billón y medio de euros. Presume Sánchez de que lo que va a aprobar Bruselas es una idea de su Gobierno, y no es verdad: España había pedido un fondo europeo dotado con el equivalente del PIB italiano -un billón y medio-, pero la madre del cordero estaba en cómo financiarlo. Sánchez propuso inicialmente financiar ese fondo con eurobonos (y va a ser que no) y después con deuda pública perpetua (y va a ser que tampoco). Bruselas presentará un programa de la Comisión Europea para la Recuperación de la Unión, por alrededor de 1,6 billones de euros, una cantidad estratosférica comparada con los 29.000 millones de euros en deuda pública que se activaron tras la crisis de 2008, para financiar los rescates de Portugal e Irlanda. La Comisión espera que Países Bajos e Italia -con posiciones todavía hoy muy enfrentadas- no la líen parda atrincherándose en sus posiciones de partida y que la cumbre europea de hoy pueda aprobar por videoconferencia las líneas generales de la propuesta. Pero no hay que tirar voladores aún. Esto es Europa, no un casino donde los premios se recogen al final de la partida: los dineros podrían llegar a los países que más los necesitan (de momento Italia y España) con mucha suerte poco antes de finales de este año o a principios del siguiente. Antes, habrá que conformarse con el paquete de ayudas aprobado por el Eurogrupo: ése sí podría estar disponible en el último semestre de este año.

 

 

Se trata de la mayor movilización de recursos jamás efectuada por la Unión. El miedo es como se gastarán estos recursos ingentes por el otro gobierno de Sánchez, ése que tira nuestro dinero en test y mascarillas inservibles. Y cuánto tardaremos en pagar el derroche. Bueno, cuánto tardarán nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos.

 

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