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Una carta previa

Francisco Pomares

 

 

En medio de la tormenta, la política institucional sigue su curso: el presidente Clavijo le mandó ayer una carta a Sánchez pidiendo que le informe sobre qué fue lo que habló en Marruecos el pasado 21 de febrero. Clavijo recuerda que entre los acuerdos firmados para apoyar la investidura, dentro de lo que se ha dado en llamar ‘agenda canaria’, estaba el compromiso literal del PSOE de permitir que Canarias participe con representación propia en cualquier negociación que el Estado mantenga con Marruecos y que tenga que ver con asuntos que afecten a la Comunidad Autónoma. Clavijo manifiesta en la carta su preocupación específica por tres asuntos claves en las últimas negociaciones entre el Estado y Marruecos: la delimitación de los espacios marítimos y aéreos, el control de movimientos migratorios y la explotación de recursos naturales. Eso se traduce en lenguaje no politiqués en asuntos como aguas territoriales, reducción de la presión migratoria que llega desde Marruecos, y un largo cajón de asuntos en los que hay intereses en litigio, como la explotación mineral del subsuelo marino, la pesca o el control del espacio aéreo. Pero hay más asuntos en discusión, desde el transporte a las inversiones turísticas, la competencia de los puertos alauitas con los nuestros, la producción agraria y muchos aspectos más en los que hay intereses contrapuestos.  

 

Lo que Clavijo pide en su carta no es ni siquiera una respuesta a esos problemas, aparcados desde hace meses, sino información sobre lo tratado en las reuniones que Sánchez mantuvo con el rey Mohamed y el jefe de su real gobierno. No es mucho pedir. Es recordar al inquilino de Moncloa que la situación ya no puede ser la de hace un año, cuando el Gobierno de España también se comprometió con el Gobierno de Canarias, presidido entonces por el hoy ministro Torres, a permitir la presencia de representantes de Canarias que nunca participaron en los encuentros con Marruecos. Fue una humillación disimulada por el Gobierno regional, que ahora no es de la cuerda de Sánchez. Es un Gobierno de Coalición y el Partido Popular. Un Gobierno que no pretende crear problemas, pero tampoco debiera permitir que los compromisos de la legislatura se los pase Sánchez por el arco de triunfo.

 

En los últimos tiempos, el presidente ha viajado sorpresivamente a Marruecos y a Mauritania, de donde hoy parten la inmensa mayoría de las embarcaciones –pateras y cayucos- que cubren la ruta atlántica. Sánchez estuvo a principios de este mes en Nuakchot, capital de un territorio inmenso y despoblado, un país al que el presidente del Gobierno español y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se desplazaron para anunciar inversiones y ayudas multimillonarias, una auténtica lluvia de recursos para frenar la llegada a las costas canarias de miles de exiliados de Malí, país vecino de Mauritania que vive una guerra civil. Von der Leyen comprometió la entrega de 210 millones europeos a lo largo de 2024 para contener la inmigración y financiar infraestructuras y proyectos energéticos, además de la creación de un enorme centro de proceso de datos. Y de otros 40 millones más para blindar la frontera de Malí. Sánchez anunció inversiones y préstamos por 300 millones, gran parte para desarrollar la incipiente industria mauritana de producción de hidrógeno verde. España busca en Marruecos y Mauritania aliados energéticos, una vez rota toda relación con Argelia. Y espera lograr a cambio una política más activa y decidida de contención de la emigración.

 

Para Canarias, el problema es la absoluta falta de información. La última visita de Albares a Marruecos, en diciembre, se produjo son que mediara ningún contacto previo ni ninguna información posterior a Canarias. Clavijo reclamó entonces esa información de viva voz, y recibió –al menos- la satisfacción de que Albeares le contestara y adelantara la voluntad de que el Gobierno de la región participe en cualquier negociación que le afecte, pero en las comisiones bilaterales entre el Estado y la Comunidad Autónoma, en las que Canarias ya tiene representación. Es una respuesta tramposa, la misma que Albares dio a Torres cuando era presidente.

 

Por eso, aunque la carta de Clavijo a Sánchez, abunda en el tono cordial y respetuoso en el que se han materializado las relaciones entre Moncloa y la Presidencia canaria, es también un aviso: desde su sorprendente cambio de posición en relación con Marruecos, hace ya unos años, Sánchez hurta a su propio Gobierno, al Parlamento español y a su partido, cualquier información sobre lo que trata en Marruecos. A los medios de comunicación lo que llegan son las declaraciones oficiales y la cuenta de los millones. Clavijo quiere tener la información real de lo que se está decidiendo. Recuerda en su carta que tener esa información es un compromiso. Y que no tenerla es colocar a Canarias en la bajadita.

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