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El patrón del Tela

Por Concha de Ganzo

 

Tres meses antes del ataque sufrido por el Cruz del Mar, en el que un grupo de asaltantes armados con metralletas mata a sangre fría a siete marineros de la isla, otro barco de Lanzarote, el Tela fue tiroteado y su patrón Andrés Parrilla resultó con graves heridas de metralla. Como homenaje póstumo a este hombre de la mar, el jueves se inaugura una escultura en su recuerdo, justo delante de la puerta de su casa, en la villa de Teguise. Para él y para todos aquellos marineros que forman parte de la memoria de Lanzarote.

 

El 19 de agosto de 1978 era tiroteado en aguas saharauis el patrón del Tela,  Andrés Parrilla.  Recibió un balazo en el muslo izquierdo. Además el pesquero sufrió considerables daños materiales, y se llegó a registrar un incendio a bordo, que tuvo que ser sofocado por la tripulación. Los disparos también provocaron la avería del  cuadro electrónico del barco, que quedó totalmente a oscuras.

 

La embarcación recibió diversos impactos en su línea de flotación, por lo que tuvo grandes dificultades para llegar de nuevo a Arrecife. En esta travesía fue escoltado por el también pesquero lanzaroteño Juana Rosa.

 

Tanto el patrón como los diez tripulantes del Tela declararon que antes de producirse este incidente ellos se habían percatado que desde la  costa sahariana había un grupo de hombres en tierra, los cuales les hacían señales para que se les acercaran. Estaban como pidiendo ayuda. Ellos creyeron que se trataba de un grupo de náufragos y decidieron poner rumbo a tierra parar tratar de echarles una mano. Cuando se encontraban cerca de la costa aquellos supuestos náufragos empezaron a atacarlos con sus metralletas.

 

Este ataque se producía en una zona especialmente peligrosa. Meses antes el pesquero grancanario Las Palomas era asaltado y sus tripulantes fueron retenidos por el Frente Polisario. Precisamente fueron las autoridades marroquíes las que declararon esta área como de alto riesgo.

 

A Andrés Parrilla nunca le gustó hablar de este suceso. Es más prefería callar. Prefería creer que aquel grave incidente fue obra de la mala suerte. Aunque como recuerdo ingrato de aquel encontronazo siempre tuvo que llevar algo de metralla que nunca le quitaron.  Andrés tampoco fue considerado víctima de un ataque terrorista. La vida o el destino quisieron que se fuera antesde ver como la ley al final hacía justicia, y ahora   su familia también puede reclamar la indemnización que mereció su padre.

 

                                         En recuerdo de los marineros

 

Parrilla sabía mucho sobre la mar y sus despropósitos. Desde muy chico se metió en uno de los barcos que se iban a África y que no volvían a tierra hasta pasados nueve o diez meses. Su mujer, la siempre entrañable Faustina,  tenía que encargarse de la casa, los hijos, administrar el dinero, hasta que con su vuelta llegaran los sueldos y los sacos con pescado salado. Sobre personas como Andrés Parrilla se podría contar tantas historias que tal vez dan para más de una vida.

 

Si aún fuera posible, el patrón del Tela podría contar una y mil aventuras, con sus destinos aciagos, la captura increíble de miles de kilos de sardinas, aquellas noches de tormenta, con sus amaneceres luminosos, y todo en aquellos tiempos tan complicados, tan ruines. Después cuando por su edad tuvo que echar el ancla resultó tan afable, siempre deambulando por Teguise con ese aire entre distraído y también sabio de los marineros en tierra.  Con esa media sonrisa, y las charlas amenas que tuve la suerte de mantener en aquellas tardes de invierno.

 

Estos días los hombres de la mar de Teguise están contentos. El Ayuntamiento de la Villa ha decidido recordar a este vecino ilustre, Andrés Parrilla. Una escultura con su nombre la van a colocar justo delante de la puerta de su casa, en la plaza Clavijo y Fajardo,  como homenaje a todos los marineros,  a los que sobrevivieron y a los que se quedaron en la mar.

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