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¿De qué destino trágico quieren librarse los independentistas?

Gloria Artiles

 

El diario `El País´ se hace eco en estos días de la “feroz” crítica que realiza al proceso independentista catalán la revista satírica francesa de izquierda `Charlie Hebdo´, la misma que en 2015 fue objeto del brutal atentado por parte del terrorismo islámico en el que resultaron muertas 12 personas, entre redactores y dibujantes.

 

Señala `El País´ que para este semanario galo “el `procés´ es una farsa que ha generado una especie de admiración absurda en ciertos sectores de la izquierda europea que no son conscientes, advierte, de que detrás de una palabra tan “altisonante” como la independencia “se esconden preocupaciones a veces menos nobles”. (Por cierto, hago un inciso, ¿alguien sabe dónde está Pujol?) Refleja el periódico español que `Charlie´ se pregunta “¿De qué destino trágico quieren liberarse los catalanes hoy?”, a lo que responde que “la independencia de Cataluña no tiene como objetivo liberar a esta región de una tiranía que ya no existe, ni de permitir que la economía prospere, puesto que ya lo hace y, menos aún, para obtener el derecho de hablar una lengua autorizada desde hace mucho tiempo”.

 

Es evidente que cuando `Charlie Hebdo´ se pregunta “¿De qué destino trágico quieren liberarse los catalanes hoy? se refiere a los independentistas, y no a todo el pueblo catalán, pero no es una simple pregunta. De hecho, es la pregunta. Es más, es la pregunta que deberíamos hacernos los seres humanos, sobre todo cuando nos empeñamos en mentirnos una y otra vez en las respuestas que a diario nos damos porque no somos capaces de enfrentarnos a una latente insatisfacción vital que nos está recorriendo las entrañas de quienes vivimos en el lado favorable del mundo. Nos interesa mentirnos a nosotros mismos sobre el verdadero origen de nuestro resentimiento y, en vez de hacernos cargo de encontrar un sentido a nuestra vida que nos permita sentir que estamos vivos más allá de tener los estómagos llenos y de tener la inmensa fortuna de haber nacido en la sociedad del bienestar, nos resulta más fácil encontrar un enemigo externo en quien volcar toda nuestra ira y frustración, aunque éste sea inocente.

 

 

La verdad es la verdad: no hay ningún estado opresor que oprima a nadie en Cataluña, nadie le está robando un euro a nadie y el idioma catalán no está perseguido, sino todo lo contrario. La verdad es que todos los españoles queremos a los catalanes y estamos encantados con ellos. Esa la verdad. El resto es una farsa. Eso sí hábilmente construida durante años por quienes sí han robado, y a mansalva, los bolsillos de los catalanes. Cuando vemos a adolescentes ya `talluditos´ agrediendo a las fuerzas de seguridad, lo que deberíamos preguntarnos es de qué destino trágico están intentando librarse. Y la respuesta no es España.

 

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