PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Sin pánico, pero evitando la deflación  

 

Por Antonio Coll

 

Tengo que reconocer que la pandemia del Covid19 me está dando la oportunidad de conocer materias más a fondo,  y me sirve ser periodista para captar lo que economistas, científicos y otros,  declaran y escriben en este grave colapso sanitario y económico.  En mi anterior artículo hablaba de que el Crack del 29 y la crisis financiera del 2008,  que si bien tuvo consecuencias económicas, sociales, financieras  y políticas, no se pueden comparar con la crisis que se ha iniciado por la pandemia del Coronavirus.  El Catedrático de Política Económica de la Universidad de Barcelona y ex presidente del Círculo de Economía, Antón Costas, lo explica muy bien en unas declaraciones realizadas a Radio Nacional de España, en el programa 24 horas.  Dice el profesor que las comparaciones con etapas pasadas son inadecuadas, al margen de algunas similitudes como el PIB, empleo, etc.  Ahora,  los gobiernos no siguen las directrices de la llamada “austeridad fiscal”, implantada por Bruselas, en las crisis del 2008,  sino todo lo contrario, ahora los gobiernos: “se han convertido en pagadores últimos, 'nacionalizando' las nóminas de las empresas obligadas a cerrar y dando ingresos a las familias. Por su parte, los bancos centrales están actuando como prestamistas”. También hay una diferencia visible y el Catedrático lo resume muy bien al decir que: “Ahora somos más ricos, tenemos amortiguadores para contener el golpe y capacidades para remontar el vuelo”.  ¿Exceso de optimismo del  profesor, Antón Costas? ¿Es cierto que los  bancos centrales están actuando como paracaídas para evitar la caída libre de la economía?  Yo me limito sólo a preguntar.  Si es verdad que esta crisis provocada por un virus, no ha destruido, como él, más o menos, dice, riqueza, como edificios, fábricas, hospitales, iglesias, carreteras, puertos, aeropuertos, etc. como sucede en los enfrentamientos bélicos. Esto sí es cierto, la única  similitud, desgraciadamente, es que ambos producen bajas humanas.  Al margen de estos contratiempos, inevitables, sin exponer más detalles, uno de los peligros que yo expuse en mi anterior entrega,  es que si  la tasa del paro aumenta y el poder adquisitivo se desploma,  en la población,  desaparecen los potenciales consumidores y el tejido empresarial se verá afectado porque no vende. Lo urgente ahora es evitar el pánico, como dice el profesor Costas y evitar la deflación, al considerarse el peor escenario posible. Como dicen los textos económicos: “La deflación es causada por la disminución de la demanda, lo cual representa un problema mucho más grave que la inflación, toda vez que una caída de la demanda significa una caída general de la economía”. Como vengo proclamando en mis anteriores entregas,  las administraciones públicas, Gobiernos central  y autonómicos tienen un papel decisivo para evitar la deflación, porque ello crearía un círculo vicioso porque al caer la demanda, al reducirse gravemente  el poder adquisitivo de los consumidores, las empresas se verían obligadas a reducir costes y los primeros perjudicados serían los trabajadores. Ahora,  poco importa el déficit público, en una emergencia sanitaria y económica global. Los gobiernos tienen que facilitar que el dinero fluya en la población,  para proteger a las empresas y autónomos.

 

En el Reino de España y, sobre todo en Canarias, la economía se sustenta en el turismo, comercio y ocio, que son precisamente los sectores más perjudicados,  en ésta crisis vírica,  porque las fronteras están cerradas y la movilidad, entre países e islas, casi inexistente. El profesor economista, Costas lo ha plasmado contundentemente: “A los virus no se les derrota, se les combate adaptándonos a vivir con ellos de forma segura”.   El ejemplo más reciente fue con la aparición del VIH (Sida),   en 1982.  Sin vacunas, se salió del mismo con campañas a la población con el slogan: “Sexo seguro”.  El Gobierno Español y los dirigentes de las comunidades autónomas, no tienen que entrar en pánico por la deuda pública, sino activar la economía con inversiones excepcionales para que  las empresas y familias, en un corto plazo de tiempo, puedan normalizar la vida cotidiana, posiblemente,  con un “nuevo orden” pero evitando la deflación, que sería la “tormenta perfecta”, es decir, caos absoluto. 

 

El Gobierno Español, con el apoyo del Congreso, aprueba la cuarta prórroga del Estado de Alarma, hasta finales de mayo, pero con algunas nuevas directrices, en movilidad y aperturas de establecimientos. Un suave alivio después  de más de 50 días de confinamiento, desde el 14 de marzo.

 

Yo solo espero que a Canarias se le dé un trato diferencial como región ultraperiférica y las arcas públicas protejan  su economía,  basada, principalmente,  en el sector turístico, para poder remontar el vuelo a corto plazo. Los dos millones de habitantes canarios y residentes así lo esperan.

 

Comentarios (7)