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Se inunda otra vez la finca de Rafael en Montaña Mina

 

 

El agricultor está pensando poner una plantación de arroz en lugar de papas y batatas

 

  • Lancelot Digital
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    Hoy, a primera hora de la mañana, las fincas de Rafael en las cercanías de Montaña Mina, San Bartolomé, aparecieron anegadas de agua, y el casco de San Bartolomé y el Islote sin agua.

     

    No es la primera vez que ocurre y no será la última vez, a pesar de las promesas de las autoridades insulares y municipales. En los últimos dos años contabiliza más de 5 roturas graves de la tubería vieja de agua potable, que en los años 70 se instaló atravesando su finca. "En mala hora mi familia le dio permiso al Consorcio del Agua", apunta Rafael a Lancelot Digital entre el cabreo y la indignación.

     

    La realidad es que hace escasamente dos meses se volvía a inundar su finca con miles de litros de agua que caen del depósito regulador del Consorcio del Agua de Lanzarote y anega sus fincas y sus cultivos. “Me dan 300 euros para que me calle y se creen que con eso se arregla el asunto", alega Rafael que ya no quiere ni dinero ni más promesas.

     

     

    "Ahora se han cargado mis cultivos de papas y batatas, entre otros. Pero me tienen contento", sigue hablando con Lancelot Digital mientras se dirige a otra finquita que tiene en el Islote.

     

    Desde San Bartolomé ya no saben qué hacer. Presionan al Consorcio para que agilicen las obras de la nueva tubería, pero los días pasan, las semanas, los meses y los años y la tubería hecha añicos se rompe cada dos por tres dejando al pueblo sin agua, la finca de Rafael inundada y cientos de metros cúbicos de agua potable, que cuestan un ojo de la cara producirla, desperdiciados.

     

     

    El Consorcio del Agua de Lanzarote, desde que está al frente el consejero Andrés Stinga, busca soluciones, e incluso se apunta que ya está el proyecto de la nueva tubería del centro aprobado, pero las cosas de palacio van despacio y no se va a poder ejecutar la obra hasta dentro de un año, cómo mínimo. “Se está buscando un apaño como solución provisional”, dice Rafael, el agricultor perjudicado, “pero ni una ni otra llegan”.

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