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La gesta de Sara: 1.117 esterilizaciones realizadas en un año gracias a la veterinaria y sus voluntarios

La protectora acoge en estos momentos a 217 perros y 166 gatos y en ocasiones se ven desbordada

 

Lancelot Digital

Vídeo: Lancelot Televisión


La importante labor que desde 1986 realiza la protectora de animales y plantas Sara es encombiable y, desde luego, no es un descubrimiento a estas alturas, pero nunca viene mal recordarlo. El año pasado se realizaron 1.117 esterilizaciones y se atendieron a 1.326 perros y gatos, estos últimos callejeros y en muy malas condiciones.

 

“Gatos enfermos de la calle todos los días tres o cuatro gatos más o menos y no con mocos, sino con patas rotas, infecciones graves... Estamos hasta arriba y los estamos metiendo incluso en quirófano en zonas que no podían estar, pero es que ya no sabemos donde meterlos y hay que tratarlos”, explica la veterinaria de Sara, Diana Ródenas.

 

Sara sólo tiene una veterinaria, Diana, que lleva siete meses en la protectora. Esta joven trabajaba en una clínima de Madrid y tras su jornada laboral colaboraba con protectoras de animales de la capital. Sin duda, lo suyo es de vocación: su padre también es veterinario y a los ocho años ya cosió su primer gato.

 

“Hacemos todos los días unas cuatro castraciones, hacemos campaña de gatos de la calle que traen todos los días y que después de vuelven a soltar esterilizados y luego además los tratamientos de todos los animales que están aquí hospitalizados. No me aburro. Tumores, vasectomías, nucleaciones que es lo más frecuente, aunque por ejemplo para traumatología se necesita un material y un equipo especial y para eso viene un traumatólogo”, apunta.

 

Sara apenas cuenta con seis trabajadores y unos 40 voluntarios fijos, a los que se suman los voluntarios que acuden los fines de semana a pasear a los perros. Teniendo en cuenta que en estos momentos acogen a 217 perros y 166 gatos, en ocasiones se ven desbordados.

 

“Hay días que es una pasada ya no para mí sola, sino para la coordinadora y para los voluntarios que están aquí. Es un estrés porque no paras, no tienes ni un minuto para un café. Te viene un animal, luego otro y otro...además de los animales que vienen de fuera, que están adoptados y les toca vacunarse. Es un no parar, pero luego te lo agradecen. Cuando ves que se recuperan, que se van a una nueva casa, que son adoptados”, señala Diana.

 

Casi todo el material sanitario lo tienen que comprar. “Hay gente que los dona, que igual se caducan en hospitales y centros de salud, aunque la mayoría es comprado porque hay muchas cosas que no se pueden usar caducadas”, explica la veterinaria de Sara.

 

Sara se nutre de subvenciones puntuales que les dan todos los años las institucionse conejeras, donativos particulares, las cuotas de los socios, lo que recaudan en huchas y mercadillos, y de las sociedades paralelas en Alemania y aportaciones de los amantes de los animales, sobre todo europeos.

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