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40 Congreso: de jarrones y premios

Francisco Pomares

 

Concluyó el congreso federal del PSOE sin grandes sorpresas, más allá de esa presentación de reconciliación con la vieja guardia, ese tirar de los nombres del pasado para la foto. Algunos –fuera del partido, dentro ya pasan de estas cosas- se preguntan qué pintaba Felipe González en un tinglado que es difícil reconocer como heredero del PSOE felipista, un grupo humano más pendiente de la propaganda y esa melé de asuntos identitarios en que se ha convertido la política que dicen progresista, que de mejorar las condiciones de vida de las personas que más lo necesitan, reducir las desigualdades y modernizar el Estado, que es la tarea a la que se han dedicado tradicionalmente el socialismo democrático. La presencia del jarrón chino –como el propio González suele definirse, se ha venido negociando prácticamente desde que Sánchez cambio el gobierno y soltó lastre. Un hombre clave en el rediseño del nuevo sanchismo es Óscar López, que fuera secretario de Organización en tiempos de Rubalcaba, y ha llevado directamente los contactos para incorporar a González, una demostración de que Sánchez ha hecho las paces con el PSOE de siempre. Mucha mano de Oscar López, pues, un socialista de la vieja escuela, y algún encargo a González para que ayude a desatascar el bloqueo de los órganos constitucionales. La silenciosa colaboración de González en el acuerdo bipartidista con el PP, una suerte de reivindicación del estilo consensual heredado de la transición, y despreciado por Sánchez en la primera parte de esta legislatura, es una buena noticia. A ver si cunde, se dejan de propaganda y se ponen a centrar este país hoy roto en dos mitades enfrentadas. El mensaje de que la unidad vuelve al PSOE tiene también que ver con las encuestas, que empiezan a ponerse un poco madrileñas… aunque para las elecciones queda tiempo aún.  

 

En otros asuntos, más ruido: un partido que se viste de verde, se pone feminista, presume (pero poco) de su corazón republicano, y promete derogar la reforma laboral, la ley mordaza y abolir la prostitución. Las dos primeras promesas son de boletín oficial, ya están tardando. La tercera tiene más de brindis al sol, sospecho. Ya puestos, pueden sacar otras leyes aboliendo la injusticia, la violencia o la pobreza, a ver si el sistema funciona.

 

 

Y en Canarias, una hora menos, todo sigue igual: dos en la ejecutiva, los dos por Gran Canaria, Luc André Diouf, que ya estaba, y Carolina Darias, por la cuota ministerial. Por Tenerife, Ferraz ofreció colar a Manuel Martínez, un colega de Héctor Gómez, de la cuerda del todopoderoso Santos Cerdán, secretario federal de Organización. Pero los delegados de Tenerife no lo querían y Ferraz los castigó sin nada. Entre los elegidos para el Comité Federal, la cosa sigue exactamente igual, los mismos cuatro de antes, aunque entró el alcalde lagunero, Luis Yerai Gutiérrez, en sustitución del que fuera su mentor, Pedro Ramos. No puede decirse que Canarias tenga más peso, aunque lo han intentado contando a Héctor Gómez, que está como vocal nato, por haber sido nombrado portavoz parlamentario por Sánchez, no elegido por el Congreso. Que bien mirado, tampoco es tanta la diferencia… Canarias no sale reforzada del 40 Congreso, ni entra en los órganos de dirección un/a solo/a propio/a de la cuerda de Ángel Víctor. Los que están o son de Sánchez o son mismamente de ellos mismos, estilo Darias. Al presidente canario –eso sí- le dieron un premio. No es coña, ahora el Congreso del PSOE da premios entre los suyos como si fuera Eurovisión: a Torres le han dado el premio Manuel Marín –reparten cuatro- por su labor al frente de Canarias, preservando el Estado de bienestar durante la pandemia y el volcán. Le aplaudieron a rabiar. Lo agradeció diciendo que quien de verdad se merecía el premio es Pedro Sánchez. Le aplaudieron aún más. Todo queda en casa.

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