Agustín de la Hoz, el incómodo (Arrecife, 1926-1988)

Lorenzo Lemaur Santana
Don Agustín de la Hoz Betancort nació en Arrecife en el año 1926. Tiene su calle en Puerto Naos, por acuerdo municipal de 1 abril de 1986. Estudio humanidades en el Seminario de Las Palmas. En 1988 fallece en el mismo Arrecife que le vio nacer. Hace ya treinta años.
Para muchos incómodo, no fue cronista Oficial de Lanzarote, ni cronista Oficial de Arrecife. Tampoco en vida, ni título póstumo, nuestras autoridades le han considerado méritos suficientes para nombrarle Hijo Predilecto, ni de la ciudad donde nació y murió, ni de la isla que tanto defendió.
No le conocí pero me cautivó su publicación en el Eco de Canarias, del 20 de julio de 1972, dedicada a su primo, el alcalde Don Ginés de la Hoz Gil (otro ignorado por incómodo, por celos y por mezquindad), que había fallecido unos días antes, tras una larga enfermedad. Lloraba al «… alcalde de Arrecife, eficaz y bueno, ya incorporado con letras de oro al cuadro de honor de los mejores hijos de Lanzarote».
Fue articulista habitual de Lancelot, desde su aparición en 1981 hasta cuando fallece en 1988. En 1996, Lancelot recopila sus artículos en un libro, proyecto dirigido por Mario Alberto Perdomo, quien en la contraportada destaca que en sus escritos «sobresale su actualidad y plena vigencia. Humanista comprometido con su tiempo y provisto de un agudo sentido crítico, luchó sin desmayo por valorizar la vida y la obra de numerosos hijos de esta tierra cuyas trayectorias han recibido el olvido como recompensa».
Para Perdomo: De la Hoz comprendió como nadie las claves por las que se ha venido manejando su patria chica. Sobrellevó el sufrimiento que padece todo aquel que recibe silencio e indiferencia a cambio de una entrega total dedicada por entero a desentrañas las señas de identidad colectivas de los canarios de Lanzarote. Solo e incomprendido, se alejó con el aliento entregado a las poquísimas personas que supieron reconocer sus desvelos, la categoría de su trabajo y su compromiso con la vida y su isla natal, a la que, a pesar de todo, quiso apasionadamente entregándole su vida ejemplar.
Ya que en vida no se le otorgaron los honores que merecía, me parecería imperdonable que con motivo del treinta aniversario de su muerte, nuestras autoridades locales e insulares, no tuvieran la altura de miras y la generosidad que se les ha de presumir, para poner a don Agustín de la Hoz en el prominente lugar que permita que nuestras futuras generaciones puedan conocer la vida, y sobre todo la obra de tan insigne arrecifeño, y por ende Lanzaroteño.
P.D.: Me consta que su biografía autorizada por deseo familiar se haya escrita sin ver la luz, seguramente por ser tan vehemente e incómoda como lo era el escritor en vida.