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Alejarse de la marca España

Francisco J. CHAVANEL

 

Los principales touroperadores y líneas aéreas turísticas trabajaban hasta hace unos días con el siguiente protocolo: empezar a llevar turistas, primero, antes que a ningún lado, a determinadas islas de España: Canarias y Baleares, por lo tanto. Era lo lógico. Aparentemente destinos seguros, europeos, con garantías, con un pasado impecable…, ¿por qué no?. Había una idea y había un protocolo. La idea era desarrollar el plan después del verano. El protocolo, por su parte, había que confeccionarlo. Había que asegurarle a nuestros amigos europeos de que nuestros hospitales estaban perfectamente preparados para intervenir en caso de una urgencia propiciada por el virus.

 

De repente todo este escenario ha cambiado. La idea de los touroperadores ya es otra. Pasan de España y de su “prestigio”. Se han hartado. Lo del principio, reaccionar tarde, no hacer caso de los daños de la pandemia convocando todo tipo de actos multitudinarios, lanzar a una guerra sin cuartel a personal sanitario sin defensa alguna, la cantidad de muertos que han aparecido en las residencias de ancianos, completamente abandonados, la sensación de que el Gobierno de Pedro Sánchez está superado, y por eso improvisa todo el tiempo…, estaban dispuestos a aceptarlo a cambio de una madurez en el trato futuro. Pero cuando han visto cómo se pretende que sea la desescalada, la salida a tropel de los niños no guardándose distancias e interactuando como si nada, han concluido que con España, tal como están las cosas ahora, mismo no se puede hacer nada. España carece de crédito.

 

Y ese es el problema canario. Las Islas están donde están y, aunque llevan lustros defendiendo su propio nombre, lo cierto es que da la impresión de que hay  interés por parte de algunas naciones del centro y del norte de Europa por castigar una marca que no está a la altura de las circunstancias. Empresarios navales refieren contratos cerrados con importantes empresas internacionales para reparar sus barcos en el puerto de La Luz y que, al final, llaman y dicen que no vienen, que se van a Portugal o a cualquier puerto de África, pero que España no la pisan.

 

El presidente del Ejecutivo, Ángel Víctor Torres, debiera meditar sobre este problema. La ausencia de un turismo mínimamente competitivo nos conduce directamente a la ruina. Los datos del virus en Canarias son para abrir todas las islas e intentar forzar una microeconomía que alivie la situación. La desescalada, empezando por La Graciosa, La Gomera y el Hierro, tres islas que no tienen peso alguno en el PIB, parece una burla. La evolución del ser humano no se debe al miedo, se debe a tenerlo, sentirlo, combatirlo y ganarle. Dos meses de confinamiento para vencer lo desconocido eso no lo entiende ni Europa ni nadie.

 

 

Nos guste o no esta es la realidad. España no vende. Al contrario es un peso muerto en nuestra mochila. Torres debiera defender el nombre de la autonomía en el exterior buscando una solución que nos dé estabilidad. Puede que eso signifique enfrentarse a Madrid, o pasar por algunos momentos incómodos y desagradables. El presidente debiera considerar que todos los daños que le provengan a la plataforma continental son estupendos y maravillosos, si los comparamos con lo que pueda ocurrir en Canarias, donde sólo hay un negocio productivo, del que viven casi todos los demás.

 

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