Viernes, 05 Diciembre 2025
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Francisco Pomares. Delitos a un ¡clic!

Francisco Pomares

 

El PSOE ha pedido la dimisión del presidente de la comisión covid del Parlamento -el herreño Raúl Acosta- por no ser capaz de evitar la filtración de un borrador que señala la responsabilidad política de Ángel Víctor Torres en las compras de mascarillas, informe que estaba en manos de todos los grupos y que se va a debatir este viernes 26. O sea, el PSOE ha decidido convertir en un delito metafísico lo que, en la práctica, es física elemental de los PDFs: si lo mandas a media Cámara, acaba fuera. Siempre. Es la gravedad. Y el reply all.

 

La “indignación” socialista viene con efectos especiales: además de pedir la cabeza de Acosta, exigen a la Mesa que abra una investigación para descubrir al filtrador y que, en adelante, los borradores sean “secretos”. Resulta extravagante imaginar al Parlamento persiguiendo el IP de un adjunto que ha viajado más que el equipaje de un low-cost. Y es francamente enternecedor creer que el término “secreto” significa o puede significar algo cuando se trata de un documento que reciben portavoces, asesores y gabinetes que viven –¡oh!, tragedia- de algo tan noble como dedicarse a la política.

 

La más cómico del argumento de los sociatas canarios es pretender que creamos que ellos creen en la imposibilidad metafísica de conseguir lo que parecen reclamar: impedir la filtración de un texto conocido por todos los partidos (y, a menudo, por muchísima más gente) equivale a pretender que el agua desbocada deje de correr por la pendiente. Hay verdades elementales como la de que los globos explotan cuando se pinchan, los cafés se enfrían y los borradores se filtran. Puedes ponerle a un non paper del Parlamento marca de agua, contraseña, aviso legal y hasta amenaza apocalíptica: sobrevivirá a todo eso y, al final, aparecerá en algún medio con el inevitable acompañamiento y cita de ser un documento “al que ha tenido acceso esta redacción”. Eso es como funciona el ecosistema. Y no pasa solo aquí, en la España tropical: cuando hay interés político, el cauce de un secreto lleva inevitablemente al encuentro con el mar.

 

Los ofendiditos del PSOE dicen que la filtración “pervierte” el funcionamiento legal de la comisión de investigación. Es una curiosa música esa, en un país en el que las comisiones de investigación apenas sirven para fijar relato y acongojar al adversario. Actuar como si creyéramos que antes de la filtración reinaba en el Parlamento un cenobio de silencio y virtud es pedirle demasiado a nuestra limitada capacidad de fingimiento. La transparencia exige publicar todo al final; pero mientras tanto, la política hace política. Y sí, a veces no es muy elegante. Pero no se va arreglarse nombrando “secreto” lo que ya es público de facto entre decenas de personas. El clásico asegura que guardar un secreto que conocen más de dos es imposible.

 

La pataleta del PSOE canario, y la reacción un poquito histérica de su portavoz parlamentario, el incombustible Chano Franquis, lo que de verdad revela es la voluntad de desviar el foco del borrador del dictamen, un texto que probablemente será aprobado sin grandes modificaciones, porque el Gobierno actual cuenta con mayoría suficiente en la Comisión para aprobar el dictamen. Si el borrador sostiene que la responsabilidad política no se salda culpando a los funcionarios y apunta al presidente Ángel Víctor Torres y a sus dos exconsejeros de Sanidad, es obvio que lo que toca discutir es eso: cómo se gestionaron las compras desde Presidencia, porque negoció directamente Torres con Koldo, porque se prestó a hacer que su jefe de gabinete  -Antonio Olivera- acelerara los pagos a las empresas corruptas del guardaespaldas de Ábalos, qué controles fallaron… y también que se puede cambiar en los protocolos de compras para que esto no vuelva a pasar. Pero no: ahora la conversación va de candados, contraseñas y detectives parlamentarios.

 

Así que dejémonos de mística: un borrador enviado a todos los grupos es como un secreto contado en una romería -tarde o temprano lo baila todo el mundo-. Si el PSOE quiere evitar filtraciones, hay una solución infalible: no escribir nada. Pero si de verdad quiere credibilidad, hay otra mejor: aceptar que los documentos circulan y poner el empeño donde duele, en el fondo. Lo demás es solo performance.

 

Y una última sugerencia: cuando el problema es que el relato te es desfavorable, perseguir al sobre no mejora la carta. La política adulta no consiste en blindar borradores, sino en responder a lo que dicen. Si el viernes empieza el debate sobre el dictamen, que empiece de verdad. Y que cada cual hable de lo suyo: unos, de fugas; otros, de responsabilidades, y el presidente de la Comisión, que siga a lo suyo.

 

Personalmente, creo que hizo el trabajo que le encomendó la propia Comisión -preparar una base de discusión y remitirla a los grupos-. Lo serio ahora es debatir el contenido y no hacer humo de pajas con la filtración. Si el borrador atribuye responsabilidad política por las compras de la pandemia, lo importante no es quién pulsó “reenviar”, sino si el diagnóstico es correcto. Eso es más útil que asesinar al cartero.


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