Domingo, 14 Diciembre 2025
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Andrés Martinón

 

 

Hace escasas fechas pasé un fin de semana en Las Palmas de Gran Canaria. Visité a mis padres y aproveché la noche del sábado para quedar con unos amigos del colegio. Durante la cena salió, no sé por qué, el nombre de César Manrique y me di cuenta de que mis amigos, todos grancanarios, no solo conocían perfectamente al artista lanzaroteño, sino que sabían de su vida y obra casi tan bien como yo.

 

Esto me hizo reflexionar. No lo dije ahí pero sí me dio la impresión de que ni Gran Canaria ni Tenerife ni el resto de las islas tienen en su imaginario a un artista tan identificado con su isla. Es más, yo me atrevería a decir que, hoy por hoy, César Manrique se ha aupado al número uno del ranking de genios del archipiélago. Diría que si Benito Pérez Galdós ha sido el gran escritor canario (si no español), César, con el paso del tiempo, se ha consolidado como el más grande artista de Canarias.

 

Sin embargo, este artículo no va a ir por ahí. Lo que hoy quiero poner sobre la mesa, y ya que cada uno opine lo que quiera, es como se ha instaurado una especie de nostalgia sobre la época de César, cuando se crearon los Centros Turísticos y otros espacios, como el maravilloso El Almacén. Tengo la sensación de que ahora se utiliza un mantra que podría denominarse algo así como “En el nombre de César”, donde parece que todo el mundo conoce lo que habría hecho u opinado Manrique en cada momento.

 

Entrevisté hace ya algún tiempo a un joven artista lanzaroteño, Daniel Jordán, quien presentaba su libro 'La posibilidad de un museo' y ahí ya disertaba sobre la paradoja que se da ahora en Lanzarote, donde por un lado se ponen las condiciones para que los creativos puedan trabajar, pero a la vez existe una “fuerza inconsciente que tiende a quedarse congelada en la época de César Manrique”.

 

Esto me hizo pensar y aquí va el discurso central de este artículo. Hay una sensación, no sé si en el ámbito político o cultural, de que ya Lanzarote nunca podrá mejorar a César Manrique o esa época. Y yo creo que, seguro que no volveremos a tener a otro César, pero sí creo que podemos llegar a tener a otro tipo de personalidades que sean referentes, no solo a nivel canario, también a nivel nacional o internacional incluso.

 

Estrenamos hace unas semanas el documental ‘La Revolución de los Modernos’ y al final del metraje se deja una pregunta en el aire: ¿Se repetirá una generación como la que salió de El Almacén? (hago referencia a la quinta de Rosana, Paco Delgado, Pedro Paz, Carmela García o Benito Cabrera). Y me gustó la respuesta de dos de los entrevistados: Carmensa de la Hoz y Miguel Ángel Martín, que venían a decir que ahora hay más formación y talento que nunca y que los lanzaroteños no nos vamos a achantar.

 

Yo lo que echo en falta son instituciones, ya sean públicas o privadas, que piensen que lo mejor está por llegar. Que se instauren becas para los lanzaroteños que verdaderamente tengan talento. Que se apueste por la excelencia y si se tiene que mandar a jóvenes de la Pancho Lasso a una escuela de arte de París o de Alemania, se haga. Eso es lo que diferencia a las sociedades avanzadas. Darle oportunidades a quien verdaderamente se lo merece.

 

Termino diciendo que César Manrique es la punta del iceberg; es el principio de una historia que está por escribir. No es, ni mucho menos, el final.


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