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Colegueo Capitalista  

 

Antonio Salazar

 

El rescate de la compañía aérea Plus Ultra debería invitar a la reflexión, particularmente en Canarias. Como es sabido, tras las dificultades de la aerolínea hispano venezolana, el Gobierno decidió inyectar algo más de 53 millones de euros. El natural escandalo ha puesto el foco sobre este negocio y las [buenas] conexiones de sus promotores, no solo con nuestro pródigo ejecutivo, también con el de Nicolás Maduro. La empresa ocupó el puesto 166 entre las compañías que en 2019, antes de la pandemia, más pasajeros habían transportado en España, con tan solo 823 vuelos. De hecho, en 2020 mejoró su resultado -facturó 94 millones- gracias a los transportes de carga de material sanitario y repatriación de pasajeros. No obstante, en febrero de este año, no voló un solo avión ni transportó pasaje o carga.

 

El rescate de algunas empresas organizado a través de la SEPI está poniendo a la vista del gran público lo peor de nuestra política y de algunos empresarios que tan bien representan eso que podríamos llamar capitalismo cañí, un crony capitalism donde, en un determinado punto, se vuelven indistinguibles los unos y los otros. Algunas compañías, con sonoras presencias en sus consejos de administración, previamente quebradas han aprovechado el COVID para intentar su reflotamiento con recursos que no conseguirían de manera distinta. ¿Acaso hay duda de la situación de  Abengoa o Duro Felguera? ¿Es acaso moral rescatar con dinero público a Air Europa para compensar la mala suerte de los Hidalgos que justo antes del cierre habían comprometido la venta a Iberia por 1.000 millones de euros y hoy su valor, sin rescate, apenas sería algo superior a cero?

 

Todo esto se explica, es un decir, por el carácter estratégico de las empresas salvadas. Pero los protagonistas y la arbitrariedad con la que actúa el gobierno -de acuerdo a sus propias normas, Plus Ultra no podría ser auxiliada- invita a la sospecha. Esta calificación de empresas estratégicas tiene mucho más de consideración política que académica. En trazo grueso se puede decir que serán estratégicas las empresas que los políticos digan que lo son y a eso se dedican. ¿Puede serlo una compañía aérea que no opera vuelos?¿Puede serlo otra que contará con un solo avión y con el Cabildo de Tenerife en su capital social? Es obvio que no pero de ahí su insistencia en hacerlo creer como una perfecta excusa para seguir creciendo en ámbitos que le deberían estar vedados, máxime cuando superamos aquella etapa en la que se hablaba de compañías de bandera para explicar a las que gozaban de algún privilegio o contaban con los gobiernos en su accionariado. No hay una ganancia de bienestar para la sociedad con estas decisiones pero sí un campo abonado para el nepotismo, el abuso y la corrupción.

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