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Como en Wimbledon

Andrés Martinón

 

 

San Bartolomé está preparando una ordenanza en la que se tratará de convencer y si no, obligar, a los establecimientos comerciales del municipio de eliminar carteles y rótulos llamativos o de grandes dimensiones así como de promocionar el blanco como color básico y elemental de su escenario urbano.

 

Esta idea no ha sido siempre bien recibida. Hay frases dictadas muchas veces por arquitectos o estilistas que señalaban como algo contraproducente la “dictadura del blanco”. Es decir, que hay cabida para el color en el imaginario lanzaroteño. Que la creatividad no se debe ceñir a un sólo color.

 

Yo creo que San Bartolomé va por el buen camino. Lanzarote tiene lo más complicado: una imagen propia y definida. Una imagen basada en la roca volcánica negra, en una vegetación tan limitada como identitaria y un urbanismo simple pero distinguible universalmente. Esta distinción se apoya, no enteramente pero sí en gran medida, en el blanco de las viviendas. Por economía y por pragmatismo las casas lanzaroteñas vistieron de blanco como muchos otros lugares del cinturón meridional. La diferencia es que la aparición de César Manrique y el sentido del lanzaroteño de singularidad permitió desarrollar tres zonas turísticas sin ser infiel al blanco ni al genial artista lanzaroteño, que viajó y conoció el mundo entero para darse cuenta de que en casa estaba en el jardín perfecto.

 

El camino hacia el blanco en Lanzarote es éxito seguro. Que si hay marcas con colores perfectamente definidos y que no son blanco, en Lanzarote tienen una oportunidad para reinventarse y probar un look 'manriquiano' o simplemente lanzaroteño y seguro que ese aspecto nuevo le será de utilidad. En primer lugar, porque estará en armonía con esta isla tan singular y en segundo, que no hay que ser una fiera en marketing para saber que la imagen 'blanqueada' y evolucionada de su marca llamará aún más la atención fuera o en sus lugares de origen. No me extrañaría que cualquiera que viera a Ikea o Conforama completamente vestidos de blanco les gustaría saber dónde está esa tienda tan diferenciada.

 

Finalizó comparando la estética blanca de nuestra isla con la competición deportiva más prestigiosa del mundo: Wimbledon. ¿Cuál es el valor de este torneo de tenis? ¿Qué es lo que lo hace tan grande? Pues no son ni sus premios ni el reparto de puntos ATP. Su grandeza es que se cumple la tradición; que se hace lo mismo que hace unos 140 años. Y una costumbre intocable en Wimbledon es jugar de blanco. Si el tenista no quiere jugar de blanco, no juega. Punto. Es la tradición.

 

 

Pues algo así es lo que tiene que pasar en Lanzarote. Si vienes aquí y quieres implantarte, te adaptarás al estilo lanzaroteño. Vestirás de blanco. Punto. Como en Wimbledon.

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