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Congelación

Francisco Pomares

 

El Consejo de Ministros decidió ayer congelar las pensiones a la espera de que se firme el nuevo Gobierno, pendiente de los acuerdos entre Sánchez y ERC, de los que algo comienza a saberse, incluso en relación con esa agenda secreta de ceses y nombramientos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en Catalunya de la que ayer informaban en su edición digital algunos periódicos de Madrid

 

Mientras ocurre lo que -por desgracia- parece que va a ocurrir, lo más sorprendente de la decisión de congelar las pensiones no es solo que sea contraria a las promesas electorales y los anuncios, este mismo mes, de aumentar las pensiones hasta alcanzar el crecimiento del PIB. Lo más sorprendente es que el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido paralizar también la subida automática del 0,25 por ciento, alegando el deseo del Ejecutivo de subir en un futuro próximo las pensiones hasta el 0,9 por ciento, lo mismo que ha subido el IPC en este año que ahora concluye.

 

Dado que el Gobierno en funciones no puede compromete decisiones que comporten gastos de futuros Gobiernos, lo que Sánchez ha hecho es no adelantar la subida mínima, provocando un cierto asombro entre los colectivos afectados.

 

La ministra portavoz ha esgrimido motivos de tipo técnico y y logístico para no acometer la subida, pero lo cierto es que no cuelan mucho. Lo razonable sería aplicar ahora el 0,25 y luego el resto, cuando haya Gobierno.

 

Explicar -como ha pretendido hacer la ministra María Isabel Celaá- que no se suben las pensiones para poder subir luego más de lo que se puede ahora, suena a coña marinera.

 

Más bien parece que Sánchez y su Gobierno quieren apuntarse otro tanto más a la hora de convencer a la opinión pública de que sin Gobierno definitivo el país va a seguir paralizado, aunque eso signifique perjudicar de paso también a los pensionistas y traicionar las expectativas que se les habían creado.

 

Mucho descaro se me antoja la decisión: en situación parecida, Mariano Rajoy subió las pensiones sin dudarlo el 2,5 por ciento. Porque eso es lo que se debe hacer, cumplir la ley que desde 2013 establece el aumento automático, dado que no se puede subir más hasta que el Gobierno sea plenamente operativo.

 

Porque además no sabemos cuánto durará la actual situación de provisionalidad. Hasta que no se produzca la investidura, cabe la posibilidad de una nueva repetición electoral que mantendría la congelación o incluso -aunque sea más difícil- de un gobierno distinto.

 

Sánchez está ganando tiempo y demostrando que el país necesita ya que su Administración comience a funcionar, para vendernos un disparate de acuerdo con Esquerra, del que probablemente ni lleguemos a saber nunca todo el contenido negociado y pactado.

 

Pero no todo vale: aprobar en Consejo de Ministros un decreto para derogar la parte de la ley que obligaba a Sánchez subir al menos el 0,25 es una trastada a los jubilados. Y no hay nada que pueda explicar esa medida.

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