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Conversar para conservar

 

Myriam Ybot

 

Compartir el desaliento es un modo de trabajar por la esperanza colectiva, dijo Eduardo Galeano. Y esa era, más o menos, la atmósfera y el tono que hubiera augurado que planearía sobre la mesa redonda “Retos medioambientales de Lanzarote: La sociedad civil marcando el norte” que se celebró a principios de junio en Haría.

 

“Una propuesta rompedora e irreverente para una tarea prometeica”, abrió el fuego la concejala de Cultura, Evelia García, responsable de reunir en torno a una mesa a Aduén Morales, Ana Carrasco, Alberto Ucero, Alfredo Díaz, Cristina Camacho, Goñi García, Gloria Moreno, Jonathan Sicilia, Nona Perera y Silvia González; la vieja guardia ecologista, aún muy en activo, y las generaciones criadas a la sombra del nuevo paradigma de la sostenibilidad, incorporadas a la tarea. Buena muestra de que el territorio, en su más amplia y hermosa concepción, sigue importando.

 

Respecto a mis previsiones, debo decir que me equivoqué de plano. Y bien que me alegro. No hubo alardes ni mortificaciones, nadie disparó en dirección de nadie ni se estiraron dedos acusadores. Tampoco se impuso el abatimiento que parece que lo impregna todo en estos tiempos extraños, tan ajenos a lo ya vivido, tan ausentes de compromiso y espíritu crítico. La actividad exhibió el triunfo de la palabra, del optimismo y la ilusión.

 

Conversar para conservar, dijo Ana Carrasco. Y hubiéramos podido dejarlo ahí, después de tan poderosa lección. Pero fue precisamente el diálogo lo que mantuvo al público clavado en el asiento, enganchado al discurso de quienes hace tres décadas empeñaron su tiempo, su entusiasmo y su nombre en la valerosa misión de la protección de la isla; y de quienes se han sumado después, con sus luchas sectoriales, la educación ecosocial, la persecución del furtivismo y los delitos ambientales, el reconocimiento y preservación del jable y de la hubara, el artivismo como herramienta de sensibilización, el refuerzo del vínculo identitario con el océano… Las facetas de la reivindicación son múltiples e igualmente centelleantes.

 

Ante los desafíos de este primer cuarto de siglo, que han puesto a los pies de los caballos la comprensión del momento histórico, la capacidad analítica, la veracidad de los mensajes, la estabilidad de los derechos conquistados y, en ocasiones, los valores de humanidad que definían a los sapiens, hablemos.

 

Dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos que hablar es bueno para el corazón y para la mente y alarga la vida. Y sin duda, es el único camino para alcanzar acuerdos y evitar conflictos. Porque la conversación nos enseña y alimenta, genera empatía, comunica emociones y establece amistades. Reparte las lágrimas y provoca carcajadas. Y es capaz de despertar conciencias y atraer voluntades.

 

Para frenar el turismo depredador, hablemos. Para denunciar la violencia asesina de pueblos y mujeres, hablemos. Para detener a dictadores cegados de poder, hablemos.

 

Para marcar el norte hacia un camino que garantice un futuro de equilibrio natural y justicia social en Lanzarote, sigamos hablando.

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